Capítulo 1

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Katherine

El frío, eso es lo único que siento y... sólo veo salir de mis labios secos un pequeño rastro de vapor, me abracé a mi misma para tratar de encontrar calor pero, era totalmente inútil.

Empezó a llover, los truenos y los relámpagos siempre me habían dado miedo, cuando era pequeña me ocultaba debajo de mi cama, siempre con la intuición de que iban a desaparecer... No recuerdo con exactitud el año, son vagos los recuerdos que tengo de aquellos días, los primeros de tantos.

En ese entonces vivía con mis padres en Crawley, era un lugar bastante complaciente para asentar a una familia derrochadora y competitiva. Cada uno de sus miembros tenía la curiosa semejanza de codiciar el poder, la grandeza y el dinero, a veces creía ser la excepción, estaba tan segura de que mi mundo era diferente... No era justo que la gente se sintiera superior a las demás. Esa era mi formar de vislumbrar todo lo que la familia "Starrick" hacía.

Entendía los medios y las practicas de mis padres, ellos me enseñaban el arte de la codicia en cada viaje al que me obligaban a ir... Aquellas salidas a Londres que me hacían creer que yo era diferente, pero solo estaba codiciosa con mi destino.

Jamás me dejaron apreciar la ciudad tal cual, era prisionera de la falsa realeza, a través de los cristales de los mas lujosos carruajes en los que mis padres andaban, yo me limitaba a mirar a todos esos niños correr y reír... ellos si disfrutaban lo que a mi se me negó desde que tuve memoria. Mi vida estaba rodeada de buenos modales y de elegir a alguien para comprometerme, esa era la triste realidad que tenía para mi futuro.

No pasaría mucho tiempo para cuando mis padres empezaron a educarme para seguir sus pasos, me inculcaron el hábito de la lectura y fue ahí cuando empecé a ver el mundo con los ojos de mi familia. Claro que las sorpresas nunca terminaron, mi padre tenia un horario estricto para mi aprendizaje, cada tema y cada materia era algo que se le negaría a cualquier niña que no tuviera mi posición; y mientras me educaba, también me enseñó a empuñar una espada diciéndome siempre que mi vida algún día dependería de ello, nunca entendí si se refería a la espada o a las clases.

Así fue como progresé, de ser una niña con aspiraciones pequeñas, llegué a ser una dama de la mas alta alcurnia, pero me habían preparado toda mi vida para algo que no comprendía con exactitud, y aun así a mi me gustaba, me mantenía lejos de mi solitaria vida.

Me gustaba meditar en el gran balcón de mi habitación antes de empezar la rutina de todos los días a la que mis padres me habían acostumbrado, era un como un pequeño reloj, nunca se retrasaban ni un segundo, yo tenía en cuenta la voz de mi padre sacándome de mis pensamientos a las siete en punto de la mañana.

Bajaba con él al jardín, siempre me lanzaba la misma espada de madera y yo la atrapaba con facilidad y enseguida me ponía en guardia.

Así eran los entrenamientos con él, muy fuertes para una dama, pero lo suficientemente hábiles para una guerrera. Él tenía la fama de entrenar hasta que uno de los dos cayera, y por suerte, funcionaba de maravilla, así entendí que no debía rendirme bajo ninguna circunstancia.

Después de estar con mi padre, recuerdo que instantáneamente tenía que ir hacia el piano con mamá, era quien me dada clases de todas las materias que debía aprenderlas. Recuerdo que era jueves, me levanté temprano para meditar como todos los días, pero para mi sorpresa, no llegué a escuchar la interrupción de mi padre.

Bajé hacia el vestíbulo, pero tampoco encontré a nadie, entonces le pregunté a uno de los criados de la casa y tampoco sabían a donde fueron, para mi suerte, era un día de libertad, pero yo no quería que fuera así.

Subí hacia el cuarto de estudio de mi padre con la intención de poder encontrar algo que tuviera su dirección, no recordaba que el necesitara salir de casa. Abrí lentamente escuchando un chirrido de la puerta de madera, di un par de pasos hacia adelante y de pronto sentí el frío cañón de un arma en mi espalda, me estremecí, en ese momento se me había olvidado todo lo que había aprendido.

—Quieta, no grites, no diga nada, señorita.

—...—trague saliva y traté de mantener la cabeza fría -- sabio consejo, forastero...

—Por favor, gírese, señorita.

Empece a voltearme con lentitud mientras aquel forastero me extendía la mano, entonces, en un movimiento audaz logré agarrar su arma para desviarla y empecé a forcejear con él, no quería pedir ayuda, quería que esto se limitara a mi y a él, tal vez demostrar mi valor.  Entonces empezamos una ardua batalla por el control del arma, él era tan fuerte como yo... mucho mas fuerte que yo, pero tenía la ventaja de ser mas ágil.

En un intento algo absurdo por deshacerme de su arma esta se resbalo entre los dos, y en un descuido de él lo golpee en el pómulo y aproveche este momento para lanzarlo contra el librero de la oficina, me lancé para recoger el arma pero me estaba apuntando con otra.

—Usted es muy, atrevida...para alguien de su postura...

—Usted no sabe nada de mi como para juzgarme -dije retirando el seguro del arma.

—¿En serio me va a disparar?... porque no baja el arma, se puede lastimar con eso.

—Se usar esta cosa mejor de lo que cree...

—Si está segura de ello, debería aprender a diferenciar cuando un arma esta vacía.. —en ese momento miré la munición del arma y en efecto, estaba vacía, solo me limité a levantar las manos en señal de rendición —No le voy a disparar, no le haré nada...sólo si me deja revisar los documentos de su padre...

—¿Está bromeando, verdad?...

—Mmh...me gustaría que fuera así...

Nos quedamos viendo frente a frente, el ambiente tenía un silencio algo incómodo, no podía ver mas allá de su barbilla, llevaba una capucha que tapaba muy bien su rostro, se acercó a mi, yo levanté la cabeza debido a la diferencia de altura, pude ver sus ojos por un instante, entonces él me dio un beso en la mejilla y desapareció por la ventana de la oficina. Estaba tan confundida; me asomé por la ventana, pero el había desaparecido en el horizonte, no dude en cerrar la ventana, una gran cantidad de preguntas se habían desencadenado en mi cabeza... el miedo me embriago de la curiosidad.

Recordaba ese momento, como si fuera la primera y ultima vez... pero, nunca se convirtió en una ultima vez. 



















No me olvides [En Edición]Where stories live. Discover now