Prologo

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Por Lancuyen

Golpeando con un cuchillo sobre la fría mesa que divide la cocina se encuentra mi padre, o eso me gustaría. La verdad es que solo es un chico de diecisiete años que me rescató de los vampiros y muy amablemente se está haciendo cargo de mí.

Aunque aún no logro acostumbrarme a hablar, solo pocas palabras como nombres o necesidades, él sigue enseñándome pacientemente cada cosa que se le ocurre. Es el único que se da el tiempo de jugar conmigo, me enseña, me prepara la comida e incluso el baño, me permite dormir con él a pesar de no gustarle y siempre me carga sin quejarse.

Es el mejor padre que podría pedir.

-Lancuyen ¿Me escuchas?- papá me llama desde la barra de la cocina, con el filoso cuchillo en la mano y una bolsa de galletas en la otra me observa con una media sonrisa.- deja de soñar y ven aquí, la comida va a tardar un poco así que come estas galletas mientras tanto.

Con cuidado dejo el asiento en la mesa y me acerco a él, papá es muy alto y fuerte, por eso puede cargarme de un lado a otro todos los días sin quejarse, claro está que la cocina es una excepción. No podría cocinar así de sabroso conmigo estorbándole y si la calidad de los platos que prepara disminuye las demás personas que viven aquí se pondrían muy furiosas, tanto como para echarme.

Así de rica es la comida de papá.

-Ten.- me entrega el paquetito abierto y señala la silla otra vez, regreso a sentarme y él continúa picando las verduras. Una olla sobre la cocina burbujea extrañamente y sin prisa la atiende apagando el fuego debajo de ella, es como si supiera el momento exacto en que ocurrirá cada cosa dentro de ese lugar, por eso es intrigante verlo preparar nuestra comida.

La novia de papá, una pelirroja de lindos y brillantes ojos entra en la cocina dando saltitos y se sienta junto a mí. Ambos se sonríen ampliamente, sonrisas que ya me he acostumbrado a ver en ellos cuando están juntos. No es la misma sonrisa que papá me da a mi o a los demás chicos en la casa, me hace sentir un poco celoso pero como ella es buena conmigo y me cuida tanto como papá así que le permito acercarse a él cada vez que quiere.

Como nunca le he oído decir palabra no conozco su voz, pero debe ser igual de linda que su rostro. Tal vez papá si la haya oído hablar aunque pareciera que entre ellos tienen un leguaje secreto que usa las manos para comunicarse sin dejar que otros se enteren, incluso los demás chicos en la casona ignoran este lenguaje así que debe de ser especial. La chica apoya un brazo en la mesa por detrás de mí y usa mi cabeza para reposar su barbilla, por lo general solo dejo que papá Tat haga este tipo de cosas pero ella huele bien y me gusta la forma en que hace feliz a papá.

Yo también quiero hacerlo feliz y por eso dejo que ella se acerque a nosotros, incluso ahora papá sonríe en nuestra dirección sin dejar de cocinar. Un aroma solo perteneciente a las comidas de papá comienza a elevarse por todo el lugar y unos pasos rápidos se dirigen desde la sala hasta aquí, seguramente llamados por el rico aroma.

 Un aroma solo perteneciente a las comidas de papá comienza a elevarse por todo el lugar y unos pasos rápidos se dirigen desde la sala hasta aquí, seguramente llamados por el rico aroma

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-¿Qué preparas?- un chico de cabello castaño muy oscuro y de mirada agria cruza la puerta, va descalzo y solo con pantalones como vestimenta. Papá lo mira un segundo pero no le responde y sigue cocinando tranquilamente, el chico hace un sonido similar a "tks" con su lengua y se apoya en la pared cruzado de brazos.- Eliot salió hace un momento, dijo algo sobre las cosas de baño y que le guardaras comida.

-¿Y los demás?- ahora si le contesta o más bien le pregunta, esta vez no despega la vista de los platos y tiene los ojos entrecerrados. Desde aquí no puedo ver que hace pero debe ser algo difícil.

-El peliverde está afuera con la computadora reuniendo información, Eitan está en el bosque jugando con los ciervos... Si atrapa alguno podemos cocinarlo afuera para la cena.- ambos lamen sus labios al imaginarlo, todos esperamos que el otro castaño logre traer un gordo y sabroso ciervo a casa.

El castaño se acerca a la novia de papá, por ende se acerca a mí, cosa que no me gusta y gruño bajito para no enojar a papá. Por alguna razón no le gusta que haga eso con las personas de la casa y me regaña cada vez que lo hago, aun si uso un volumen moderado él se da cuenta y me llama. Por eso es papá, él lo sabe todo y es muy fuerte.

-No gruñas, Yves no te hará nada.- con el tenedor señala al chico junto a nosotros y asiento obediente. Papá me sonríe satisfecho y da media vuelta para atender las distintas ollas sobre la cocina.- De todos modos, Yves no provoques a Lancuyen, sabes que hace eso cuando se le acercan.

-Pff, ya es hora que la sanguijuela se acostumbre a tenernos cerca y que nos acerquemos a ti, a este paso ambos serán antisociales de renombre.- una vez más esta persona me llama sanguijuela pero no digo nada y como otra galleta, un gruñido extraño se escucha desde su estómago y papá ríe cubriendo su boca con el dorso de su mano.

Me giro un poco para mirar al chico sin molestar a la novia de papá y le tiendo el paquete de galletitas a medio terminar, me mira con sorpresa pero lentamente acerca su mano a la bolsa y saca un par de galletas que con mayor lentitud aun lleva a su boca.

Papá asiente contento al vernos, ya ha dejado de reír y sostiene un plato con comida en cada mano. Parece respirar profundamente antes de separar los labios.

-¡Hora de comer!

Bueno, esta es mi vida ahora, aunque no me gusta mucho compartir con otros además de papá, es mejor que estar encerrado en un oscuro y frío cuarto siendo usado en experimentos llenos de sangre, mi sangre. Me gusta este cálido lugar.  

Aún Si No Me Escuchas II Where stories live. Discover now