Brindemos. (Capítulo 54)

2.3K 207 7
                                    

Sentí un ligero jalón hacia atrás, girando así sobre mis talones.

SooYun.

Me quedé en completo silencio, mirándolo. Sólo estaba ahí parado, tomándome del brazo, y me estaba sonriendo, pero lucía tan... diferente. Tan... ¿amigable?

—SooYun... —pronuncié. 

—Hola, ¿qué haces aquí? —me sonreía.  

—Oh, eso... Espero a alguien.  

—¿Jimin? —alzó la ceja.

Tragué saliva.

—¿Por qué piensas eso? —negué con la cabeza.

—Escuché que volvió.

—Ah, sí pero...

—¿Se reconciliaron? —me interrumpió.

—¿Qué? —fruncí el ceño.

—Lo siento, aún no entiendo que debo dejar de meterme en asuntos que no son míos —se rió un poco, rascándose la cabeza.

—Claro... —lo miré con cierta indiferencia. ¿A qué se refería? 

—Bueno, tengo qué irme. Ten cuidado, ¿de acuerdo? No andes por ahí sola de noche, es peligroso. Te veo después ¿si? —me soltó el brazo, y se marchó al instante.

Ni siquiera me dio tiempo de preguntarle, fuera por cortesía o no,  cómo se encontraba, o qué más había pasado desde aquella noche. La última vez que lo vi, no había sido un buen momento.

Me quedé ahí, parada, mirándolo alejarse. ¿Ese era el SooYun que conocía? ¿Ese chico violento, grosero y lleno problemas? 

No, definitivamente no lo era. Había algo muy diferente en él, algo positivo. Posiblemente, en verdad había cambiado como dijo aquella noche. 

Sonreí para mí misma. En el fondo, parte de mí se alegraba por él, nadie podía ser tan malo para siempre. 

Suspiré.

Me di la media vuelta para seguir mi camino, pero justo al instante di un saltito por la impresión. Suga estaba enfrente de mí.

—¿Qué hacías hablando con él? —lucía extrañado.

—Yo...

—¿Te hizo daño? —me interrumpió, abrazándome impaciente.

—Suga, tranquilízate, no pasó nada —enredé mis brazos en su torso.

—¿Estás segura? 

—Sí, tranquilo —sobé su espalda. 

Amaba que se preocupara por mí.

—Es que, no puedo ni verle la cara a ese tipo... —me apretó a él.

—No es tan malo como piensas... —apreté los labios.

—¿Que no es tan malo? Por favor, es un maldito desgraciado y...

Lo besé, para que dejase de hablar.

Y vaya que lo hizo. La tensión de sus hombros desapareció casi al instante y me dejó adueñarme de su boca en segundos . Lo apreté a mí, acariciando su espalda. Amaba tenerlo así.

Nos detuvimos, y me sonrió.

—Amo cuando tomas la iniciativa... —se mordió los labios. Sí, definitivamente ya no estaba molesto.

—Tú me haces tomarla —dije coqueta.

Me sonrió de nuevo.

—Ven, vamonos —tomó mi mano, y caminamos a su auto.

Una flor sin pétalosΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα