CAPÍTULO DIECISEIS: MONSTRUO (Maratón 2/2)

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Advertencia: El siguiente capítulo puede herir su susceptibilidad. Contiene escenas fuertes de violencia, lenguaje obsceno y contenido explícito. Sugiero discreción con los menores de edad. Lea bajo su propio riesgo.

Capítulo XVII: Monstruo

Rebeca abre la puerta de su apartamento. Una vez dentro, anuncia su llegada a su hermana. De seguro está en su habitación descansando, pues ayer salió del hospital y sigue agotada.

— Coral, llegué...— grita desde la cocina.

Antes de ir a la habitación en donde su hermana se encuentra, decide buscar las pastillas para tomárselas de una vez. Toma el pote en sus manos, lo observa y suspira pesadamente. Son tantas cosas las que le pasan por la mente... Solo quiere acostarse y nunca más regresar... Cuánto daría por dejar de existir, pero no, ella tiene un cometido que ejecutar, una venganza que planificar y una muerte que vengar. Antes de eso debe descansar, por eso cinco pastillas se acaba de tomar. Digamos que en los próximos minutos ella estará llegando a las nubes sin volar, pues se acaba de drogar y es que ella solo quiere olvidar...

Va directo al cuarto de su hermana. Antes de abrir toca la puerta, pero no recibe respuesta; debe estar dormida.

— ¿Coral?— se acerca hasta su hermana y la ve profundamente dormida tendida en la cama. Deposita un tierno beso en su frente y se retira.

El cuerpo de Rebeca comienza a sentir los efectos de las pastillas. Sonríe porque ahora mismo no le importa nada... Solo debe dormir, no pensar y olvidar. Abre la puerta de su cuarto y una sensación de miedo se apodera de ella. ¿Qué hay incorrecto dentro de la habitación? De pronto lo ve, pero no se activan sus sentidos de alarma porque estos están dormidos... ¿Qué hace aquí? Tiene miedo, pero no puedo correr. Su cuerpo tiembla, pero no puede reaccionar...

— Hija mía... Tan grande y hermosa que estás.

— ¿Qué haces aquí, monstruo?

— ¿Monstruo? ¿Eso soy para ti?

— ¿Qué se supone que seas para mí?

— Tu padre... El hombre que no te hizo más daño porque supo controlarse.

— ¿Qué? Definitivamente estás loco...

— Loco por ti desde que te tuve en mis brazos...

— Puede que esté drogada, pero sé reconocer que esas palabras no son normales y no se le dicen a una hija...

— Es la verdad...

El padre de Rebeca está en la silla que hace esquina muy tranquilo... Se supone que Rebeca esté alterada, pero la droga en su sistema la tiene en un estado de letargo.

— ¿De qué estás hablando?

— Me gustan los golpes, Rebeca.

— ¿De verdad? Díselo a mi espalda a ver si te cree— dice sarcásticamente nerviosa.

— Ese día me excedí mucho, pero el placer fue enorme...

A Rebeca le comienza a dar vueltas la cabeza... Siente náuseas y se niega a dar crédito a lo que está escuchando. El señor de la silla se incorpora y se dirige hacia Rebeca. Esta está paralizada en su lugar... No puede correr, no puede gritar... Su cuerpo comienza a temblar de miedo... No puede respirar.

— A...Al...aléjate...— articula tartamudeando.

— Nunca quise lastimarte o que te alejaran de mí. Sí, me gusta pegar porque me excita y satisface... Pero, nunca te toqué de otra manera. ¿Ves? No soy un monstruo como tú dices.

La chica del pelo rizo #WGA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora