Huir del dolor.✨

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Unos gritos se aproximaban a mí mientras corría en un pasillo totalmente oscuro.

− ¡Eres una estúpida!−Oí que gritaba mi padre, con una voz más áspera de lo usual, sonaba como si hubiera bebido.

Seguido de esto un horrible ruido, parecido al de una bofetada, resonó por todo el lugar.

Me tiré al piso, sosteniéndome la cabeza con las manos. Sentía un dolor increíble en el pecho, necesitaba que todo esto pare, ahora.

Luego unos pasos comenzaron a percibirse.

–Esto no es una familia, ¡tendría que haber elegido una mejor!−Gruñía mi madre. Podía oír como sus favoritos y refinados tacones rosas Riverberry chocaban contra el suelo. Caminaba a paso rápido.

Lágrimas corrían bajo mis ojos, deslizándose por mis mejillas hasta caer en el suelo sucio y seco, mojándolo demasiado. Intenté quitarlas torpemente, pero fue una acción fallida. Detestaba llorar, eso demostraba el nivel de frágil que eras, y no estaba dispuesta a exponerlo.

−Ten.−Mi hermano, Eliot, me extendía unos auriculares conectados a un celular.− ¡Póntelos, ahora!−Su mirada transmitía desesperación, y me rogaba que hiciera lo que estaba diciendo.

Tomé el aparato mientras la melodía de Perfect, de Simple Plan, inundaba mis oídos.

i try not to think
about the pain i feel inside
did you know you used to be my hero?
all the days you spent with me
now seem so far away
and it feels like you don't care anymore

Las voces se desvanecían y sentí como comenzaba a sacudirme. Todo desaparecía despacio, cada vez se hacía más borroso.

And now i try hard to make it
i just want to make you proud
i'm never gonna be good enough for you
i can't stand another fight

Lo último que distinguí fueron las voces de mis padres discutiendo, ventanas rompiéndose y cristales cayendo al suelo, se oían tal y como la lluvia golpea un techo en una noche de tormenta.

El rostro preocupado de mi hermano cubrió mi campo de visión.

− ¡Me has asustado!−Exclamó mientras me daba uno de sus grandes abrazos de oso.

− ¿Qué? ¿De qué hablas?−Pude articular.

−Hablo de que estabas dando patadas, gritando y llorando.−La preocupación no se le esfumaba, lo podía notar por modo en el que me miraba y hablaba. Pero intentaba parecer calmado.− ¿Has tenido una pesadilla?

Eliot no tendría que haber visto eso.

−Si.−Afirmé.−Pero sólo fue una simple pesadilla, Eliot, relájate.−Intenté tranquilizarlo.

Mi hermano se preocupaba mucho por mí, la verdad es que no quería ser una molesta carga para él.

Frunció el ceño.

− ¿Tienes muchas pesadillas así?−Me preguntó.

Miré hacia otro lado.

−No, ¿Qué dices? Por supuesto que no.−Me hundí en la cama, intentando que Eliot no se diera cuenta de mi gran mentira.

Las pesadillas me atormentaban desde pequeña, eran muy frecuentes, pero supongo que los años me acostumbraron. Supongo que tenía merecidas todas esas pesadillas, y más. Supongo que el tiempo se encargará de devolverme todo lo malo que he hecho.

Mi mirada se dirigió a las maletas que se hallaban sobre el tapete, y permaneció allí un largo tiempo.

No estaba preparada para lo que fuera que vaya a suceder en mi destino.

Eliot acarició suavemente mi espalda, y fue en ese entonces que me di cuenta de que estaba aferrándome a mi manta. Era una manía que tenía desde pequeña, lo hacía siempre que las cosas iban mal, siempre que mis pensamientos me absorbían muy profundamente. En las noches, cuando la soledad me atormentaba, y el llanto rebalsaba de mis ojos, sostener esa fina seda, azul como el cielo, era similar a unos brazos cálidos envolviéndome, y esfumando hasta al más gigante de los demonios que habiten en la tierra, o en las mentes.

La mirada de Eliot aún no cambiaba. Sus ojos aún se tornaban inquietados, pero con un toque de cariño, por más raro que suene eso.

−¿Estás segura de que quieres marcharte?−Preguntó con suavidad en su voz.

¿Estaba segura? Sí, no, no lo sabía...

Quería dejar todo atrás. Todas las miserias, las mentiras, los gritos, los golpes, todo el dolor. Pero había un precio. Dejar todo atrás también conllevaba a abandonar a mi pequeña fuente de felicidad, aunque hasta la felicidad a veces es triste.

Pero comenzaría de nuevo, todo sería diferente.

Me obligué a modular un sí, para ablandar el ambiente de decepción que nos rodeaba, pero no lo logré. Era consciente de que si abría por más mínimo la boca, me negaría a retirarme de este lugar, y el dolor volvería a inundarme, aquel dolor por el cual me lleno de esperanza en que se aparte, y no vuelva jamás, pero también es aquel que me hace feliz, feliz como niños bailando bajo la lluvia.

−Iré a preparar algo para desayunar.−Dijo Eliot al ver que no respondía. Me observó con cautela.−Baja pronto o se te hará tarde.

Me esforcé por sonreír sin tener que preocupar a mi hermano.

¿Estaba huyendo? Tal vez. 

¿Huir sanaría mi dolor?




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