Cuando él cayó del cielo.

248 45 11
                                    

El invierno empezaba a desvanecerse, y las primeras pequeñas florecillas se asomaban, tímidas ante la imponente nieve, y bueno, a la temperatura.

Mark se dirigía al entrenamiento de cada mañana, cuando se cruzó con una chica vestida con ropas un tanto hippies.

Se miraron mutuamente, hasta que el castaño sonrió como solo él sabía hacerlo, y se acercó a ella.

- ¡Hola! ¿Sabes leer el futuro?

Ella asintió con la cabeza, dibujando una pequeña sonrisa, mientras entrecerraba los ojos con gratitud.

- ¿No temes a que te estafe? - se asombró ella al ver la ciega confianza que él depositaba en ella, cuando estiró su mano delante de ella.

- No, sé que eres honesta - sonrió él - nadie puede jugar así con las ilusiones de las personas. ¿Cuánto cuesta?

Ante aquellas sinceras palabras la chica negó.

- No puedo cobrarte.

- ¿Entonces no me vas a leer el futuro?

- Claro que sí, pero no te voy a pedir dinero, solo tu nombre.

- ¡Claro! - sonrió él - ¡Mark Evans! ¿Puedo pedir el tuyo?

- Ciara Ross - soltó una pequeña risa, mientras cogía la mano del chico entre las suyas, y cerraba los ojos.

En la cabeza de Ciara aparecieron miles de luces de colores tan llamativos que podrían haberla cegado. Su respiración se agitó y su pulsó tomó un ritmo más acelerado. Más luces tan brillantes, tan vivas. El corazón de ese chico, Mark, prometía mucha lealtad y honestidad.

Sonrió sin poder evitarlo. Ni una sola luz oscura. Ni una. Nunca había visto a una persona así. Ni un solo pensamiento despreciativo en su cabeza. Tan solo mucha adoración y esperanza.

- Te espera mucha fortuna Mark - abrió los ojos ella, sonriente - eres un chico muy fuerte y soñador. Las estrellas te harán llegar lejos. Eres un chico con suerte.

Él sonrió, y saltó de alegría.

- ¡Genial! Oye Ciara, tengo que irme a entrenar, pero, ¿luego vas a estar aquí?

- Supongo. ¿Por qué?

- ¡Eres súper guay! - exclamó él, a lo que ella rio - ¡mejor, ¿puedes venir a mi entrenamiento?!

Tardó en responder, tenía cosas que hacer, como por ejemplo, denunciar a dos progenitores irresponsables a los servicios sociales.

- Lo siento Mark, tengo asuntos que resolver... Pero cuando termines estaré aquí, seguro - rápidamente recuperó la sonrisa, lo que despistó al chico.

- Oh, vaya... Bueno, de acuerdo. ¡Hasta después!

...

Ciara salió de la comisaría y suspiró aliviada. No era la chica que tuviera miedo de sus padres. Sabía qué era bueno para ella, y sus padres no lo eran.

Había tenido que quedarse entre policías hasta que su tía había contestado al teléfono, y encantada había accedido a quedarse con ella mientras todo se aclarase y la denuncia no se pusiese en marcha.

Se apoyó en la pared, y lentamente, exhausta, dejó que su espalda se arrastrase por el cemento, hasta que tocó el suelo.

Se sentía mal. Acababa de cambiar su vida para siempre. ¿Qué había hecho? Las inseguridades la invadieron. ¿Y si no eran tan malos como ella creía?

No. No debía arrepentirse. Ahora no.

- Ciara, creía que estarías en la puerta de la cafetería, no en la de la comisaría - la voz de Mark, curiosa, la sobresaltó.

- ¡Oh! - se levantó con rapidez, y sacudió sus ropas - lo siento Mark, me entretuve... - antes de decir sandeces una tras otra, cerró los ojos, tomó aire, y simplemente respondió - lo siento.

- ¡No pasa nada! Todavía es temprano, ¿quieres ir a un parque muy bonito? Está cerca. 

- Claro - sonrió.

Caminaron juntos, charlando animadamente sobre cualquier tema.

Se sentaron en la hierba, donde ella se tumbó y comenzó a mirar el cielo, que ya se había tornado algo rojizo por el atardecer.

- Es muy bonito - susurró Ciara.

- Sí. ¿Qué viste al leerme la mano? - cambió de tema.

Le sorprendió aquella pregunta.

- Pues... Muchas cosas positivas. Ningún hecho, pero no te ocurrirá nada malo, o eso creo.

Él sonrió:

- No eres una estafa. Ahora lo tengo claro.

- ¿En serio?

- Si lo fueras no querrías acompañarme. Buscarías más dinero.

Ella soltó una risa.

- Eres muy peculiar, Mark.

- ¿Eso es malo?

- Al contrario, pero eres la primera persona tan sonriente que conozco.

Rio al oír aquello, y se tumbó a su lado.

- ¿Cuál es tu mayor sueño Ciara?

No respondió inmediatamente. ¿Cuál era su mayor sueño? Ni siquiera ella lo sabía, ella, que adivinaba por las luces de las personas sus mayores deseos.

- Bueno... Siempre he querido tener una carrera universitaria.

- ¿Y por qué no lo haces? Solo hay que estudiar - rio encogiéndose de hombros él - es un sueño fácil.

- No tengo dinero para estudiar Mark - sonrió ella - pero me halaga que digas eso.

- Yo quiero ser el mejor jugador de fútbol del mundo - musitó él, con alegría - y sé que puedo conseguirlo.

- Eso es muy bonito.

La noche se cernió sobre ellos, pero ninguno pareció alertarse.

- ¿Te sabes las constelaciones? - los ojos de Mark parecieron brillar cuando Ciara asintió sonriente.

Se las señaló una a una, ambos reían y aprendían del otro.

Ciara tenía mucho que aprender de aquel diferente chico, Mark Evans. Mark tenía mucho que aprender de aquella agradable chica, Ciara Ross.

- Bueno Ciara, tengo que irme, mi madre estará preocupada - él se levantó y sonrió - pero mañana nos vemos. Me encantas.

Aquellas dos últimas palabras provocaron un sonrojo en la chica.

- Hasta mañana Mark - se limitó a responder ella, levantándose también.

Springtime © 2017Where stories live. Discover now