Ausencia

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El pequeño príncipe lleva un rato pensando en la disculpa perfecta. Ninguna le parece buena para su amigo, por lo que piensa y piensa.

—Veamos...—se dijo a sí mismo —A las personas les gusta que quien se está disculpando se llame tonto, así que le diré a Marshall que soy un tonto. Ajá, suena bien.

Recorría su cuarto de un lado al otro con la mirada fija al frente, por lo que no vio cuando un autobús de juguete quedó frente a él, haciendo que tropezara y cayera de sentón al lado.

—Ay...—se quejó poniéndose de pie y sobándose el trasero. Se giró a ver feo al pequeño autobús y le hizo una mueca, para luego patearlo suavemente al lado.

Siguió su trayectoria pensando en cómo hacerle, cuando se dio cuenta de que podía pedirle ayuda a los demás para ver qué más decirle a su amigo.

Bajó las escaleras atravesando un ancho pasillo dando saltos, para luego llegar donde la cocina. Abrió la puerta tímidamente e ingresó. Enseguida todas las miradas de las cocinera se dirigieron a él.

—Príncipe Gumball— habló una —¿En qué le podemos ayudar?

—Verás...— dijo el pequeño caminando hacia ella —Necesito ayuda con un asunto delicado, ¿podemos discutirlo afuera?— dijo intentando sonar lo más formal posible, con sus bracitos atrás de la espalda y el mentón en alto.

—Eh, claro, vamos.

El niño y la cocinera salieron del lugar hacia el pasillo, ella le preguntó qué sucedía y él le pidió que guardara el secreto, a lo que ella asintió.

—Sucede que...—dijo el menor, dándole un toque de misterio al asunto —¿Alguna ves has ofendido a alguien?.

—Oh, eh, claro, supongo. Todos lo hemos hecho.— respondió algo desconcertada.

—Interesante...— se quedó pensativo —Y ¿qué has hecho para arreglarlo?

—Pedirle perdón— se encogió de hombros.

—Pero ¿y si es alguien que aprecias?

—¿A qué te refieres?

—¿Qué haces si ofendes a alguien que quieres...mucho, mucho?— preguntó con un leve sonrojo.

—Omm...

—Veamos, ¿alguien te ha ofendido mucho? ¿Alguien que quieres y te quiere?

—Sí, claro.— respondió la cocinera sin expresión alguna.

—¿Qué hizo para repararlo?

—...Darme rosas.

—Esa no es una opción.

—A quien sea que hayas ofendido, dale un detalle. Algo que le guste. A mí me gustan las rosas, por ejemplo. ¿Qué le gusta a esa persona?— preguntó ella.

—Los...los cupcakes.

—¿Le preparamos un cupcake?— ofreció.

—Esa es una opción.

Ambos entraron a la cocina de nuevo, con las miradas expectantes de los demás.

—Haremos un cupcake— aclaró Gumball.

Se escuchó el sincronizado "Ohh" de los demás.
La preparación fue rápida. Gumball dijo que era el "supervisor" aunque se dedicaba a comer la masa de cupcake y las chispas de chocolate. Aclaró que tenía que ser de vainilla y que sólo prepararan uno, porque tenía que salir perfecto a la primera.

Marcas de amor ✧ GumshallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora