Diecisiete

28.8K 2.5K 116
                                    

Mi madre accedió inmediatamente a que me quedara con Matías, cuando él la llamó. Luego me mandó un mensaje de texto, diciendo que soy una suertuda por estar con semejante bombón. Mi madre es todo un caso, pero al menos agradezco que me dé el espacio necesario para estar con quien quiero, aunque soy mayor de edad, su opinión es muy importante para mí.

Mi noche con Matías iba de maravilla. Habíamos pasado a buscar algo de ropa para mí, así no iría el día siguiente a trabajar con la misma ropa y mis artículos de aseo personal.

En el camino a casa, me fui todo el rato pensando en que debía compensar a Matías de alguna forma por haber pensado tan mal de él y haberme puesto celosa de Jocelyn. Para mí no era suficiente quedarme con él como forma de compensación, pues más bien sentía que era un premio.

Le comenté a Matías que iba a cocinar algo rico para cenar, así que pasamos al supermercado y compré lo necesario. Si bien no era una gran maestra de cocina, algo había aprendido de mi madre y creía que podía preparar algo sencillo, pero que a él le agradara.

Matías estaba maravillado viéndome cocinar, sobre todo porque yo había decidido colocar música y me había puesto a cantar mientras preparaba todo. Pero no era simplemente cantar, era más bien un show de programa de talentos en la cocina de Matías. De vez en cuando usaba la cuchara como micrófono y me acercaba a él para cantarle. Me encanta verlo sonreír de esa forma, al parecer mis locuras por amor no han cesado.

―Si sigues así, no vas a terminar nunca de cocinar ―reprocha Matías.

―¿Tienes hambre? ―pregunté, preocupada.

―No.

―Entonces ¿Cuál es el apuro?

―Es que me están dando unas ganas enormes de quitarte la ropa y hacerte el amor en la cocina.

―¡Matías!―. Se puso a reír de mi reacción.

―¿Sabes?... Cada día me gustas más.

Siento que mi corazón va a colapsar de felicidad al oír eso. Cuando lo conocí me decidí a conquistarlo, sabiendo que tenía todo en contra, que alguien como él no podía fijarse en mí, pero pese a haberlo visto como algo imposible, la vida se ha encargado de demostrarme que con esfuerzo, con amor de verdad y dedicación se puede conquistar hasta el más duro corazón.

Me lanzo a sus brazos y lo beso apasionadamente, disfrutando de cada segundo junto a su boca, saboreo el delicioso placer que me genera estar tan cerca de él. Cuando él ya se dispone a quitarme la ropa, me detengo. Mi intención solo era provocarlo.

―Si seguimos así no voy a terminar nunca de cocinar. Y yo sí tengo hambre ―aclaro entre risas―. Matías me mira disgustado, como si quisiera reclamar, pero agacha la cabeza.― Ya tendremos toda la noche para seguir, si es necesario.

Termino de cocinar y Matías prepara la mesa para que comamos. Sirvo los platos y luego nos sentamos a cenar.

Durante la comida recordamos lo que ocurrió con Jocelyn y trato de evitar reírme de ella, no quiero que Matías descubra mi maldad interior. Le doy las gracias por su actitud, por defenderme frente a ella y demostrarme que lo nuestro es importante para él

―¿Qué haremos ahora si todos se enteran de que estamos juntos? ―pregunto, inquieta.

―Lo mismo que hacemos ahora: continuar disfrutando de nuestra relación, pero con la libertad de no tener que mantenerlo en secreto. Aunque no sé si alguna vez ha sido un secreto, al menos no para mí. Si la gente de la empresa se llega a enterar, pues que sientan envidia de mí por tener a mi lado a una mujer tan maravillosa como tú, Catalina.

―Imagínate cómo me van a envidiar a mí entonces.

―No lo creo. ¿Quién querría estar con un gruñón como yo?

―Muchas, créelo, pero yo por sobre todas ellas, porque sé que detrás de esa faceta de jefe malvado, hay mucha dulzura para entregar. Eres un terrón de azúcar por dentro y por fuera... mejor ni hablar.

Nuestra cena continúa entre risas y conversaciones. Al parecer mi comida no ha quedado tan mal, pues Matías se sirvió dos platos y eso que no tenía hambre.

Al terminar de cenar, nos sentamos en los sillones para poder estar más juntos y reposar un rato antes de irnos a la cama. Matías me comenta que tiene una noticia que darme y no sé por qué creo que esa noticia no me va a gustar nada.

―Catalina, ahora sí pongámonos serios.

―Bueno, pero dime ¿Qué es lo que me tienes que contar? ―pregunto, inquieta.

―Tranquila, no es nada grave. Como ya sabes, pronto vamos a inaugurar la sucursal que está en el sur del país. Por ello debo estar presente, lo que implica que viaje no solo a la inauguración, sino también a realizar algunos trámites y reuniones con los socios. Creo que sabes a lo que me refiero.

―Ya, al menos no es nada grave, pensé que sería algo peor, aunque no tengo ganas de separarme de ti ―confieso.

―Yo tampoco.

―¿Cuándo tienes que viajar? ¿Y por cuánto tiempo? ―interrogo.

―Serán diez días, al menos. Mi vuelo será dentro de dos días.

―¡Tan pronto!

―Sí. Por eso quise que hoy te quedaras conmigo y espero que mañana también te puedas quedar. Quiero aprovechar de estar contigo lo más que pueda antes de partir, porque sé que te voy a extrañar durante el viaje.

En ese momento me pasaban dos cosas: la primera, era estar triste por dejar de ver a Matías por tantos días y la segunda, estaba alegre porque él estaba pensando en mí, en pasar tiempo conmigo y, de alguna forma, le dolía separarse de mí.

―Había pensado en llevarte conmigo, pero la verdad es que serán días agotadores y casi no tendré tiempo para descansar y no quiero que te aburras. Yo quiero que cada vez que estemos juntos aprovechemos el tiempo, no tener que postergarte por mi trabajo ―afirma.

―Entiendo y gracias por pensar así.

―Además tengo intenciones de visitar a la familia de mi esposa, pues ellos son de la zona y les tengo mucho cariño. Tampoco me gustaría que te sintieras incómoda con ello.

―Matías, no te preocupes por mí. Haz lo que tengas que hacer. Yo puedo esperar, supongo. Eso sí, cuando vuelvas tendrás que compensar esta falta.

―Eres muy comprensiva, que no te quepa duda que sabré compensar con creces lo que haces por mí.

―Con estar a mi lado, ya lo compensas.

Después de esa conversación, decidimos irnos a la habitación para comenzar a aprovechar el tiempo que nos queda antes de su viaje.

Hasta que me olvide de ti #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora