Dieciocho.

6.3K 441 114
                                    

Uchiha.

Dieciocho.

La mañana se hizo presente y el sol se alzó con ella al alba. Aún no se habían alejado mucho, o al menos no lo suficiente. Sasuke estaba determinado en llegar cuanto antes a su destino, ansioso, deseoso por liberar al fin las cadenas que lo atrapaban en su incertidumbre y embarcarse en una nueva promesa de prosperidad. Sus pensamientos giraban dentro de su cabeza cual remolinos de viento, confundiéndolo, haciéndole dudar a ratos. Dudaba de sí mismo, de su cordura, de sus decisiones. Dudaba de no cumplir con las expectativas puestas sobre él como un Uchiha. Pero estaba seguro de serlo, estaba seguro de sus sentimientos, por mucho que dudara de su raciocinio, lo único que podía realmente asegurar era que amaba a la mujer que caminaba a su lado. Recordó su sueño, la voz de Sakura llamándolo a lo lejos, la desesperación de no poder alcanzarla de creerla en peligro.

Y entonces le regaló una mirada. Ella andaba resuelta y gustosa, contemplaba cada detalle del paisaje, sonreía al ver flores y aves coloridas, tomaba su mano cada tanto, se alejaba de él cada poco, pero al final siempre lo descubría mirándola, y entonces sonreía para él, enloqueciéndolo, recordándole lo débil que podía ser frente a aquellos ojos jade y esa sonrisa sincera, y él le devolvía la sonrisa desde lo más profundo de su alma.

Sin embargo, justo en ese momento, los brillantes ojos jade de Sakura lucían dudosos. Y a Sasuke el miedo lo atrapó en un abrazo traidor y doloso. ¿Qué estaría pensando ella? Sentía pánico de sólo pensar que Sakura estaría arrepintiéndose de viajar con él, de unir su vida al hombre que tanto daño le hubo hecho en años pasados, y podía comprenderlo, incluso creía que podría aceptarlo, pero algo dentro de su pecho ardía, quemaba, y arrasaba con su última defensa, rompiendo algo en su interior. Pero la duda de esos ojos jade era, sencillamente, porque sus ojos negros, esos pedazos de noche, habían comenzado a llorar sin darse cuenta.

-¿Qué ocurre, Sasuke-kun? ¿Te encuentras bien? –preguntó deprisa la pelirrosa, acercándose a él para tomar su mano. Sasuke la miró confundido, sus ojos húmedos la escrutaban como si no pudieran entenderla. Sakura entonces detuvo sus pasos, jalando suavemente de su mano, atrayéndolo hacia ella, envolviéndolo en un abrazo protector. -¿Te duele algo, Sasuke-kun? ¿Es tu brazo?

-Perdóname. –musitó Sasuke con la voz apagada. Sus lágrimas corrían silentes por sobre sus mejillas. Los delgados brazos de Sakura le brindaban una calidez que le hacían sentirse débil, vulnerable. Ya lo había aceptado antes, ante ella, ante su corazón apacible, él era sólo un niño. –Perdóname, Sakura.

La sorpresa apareció en el rostro de la kunoichi, su mandíbula cayó ligeramente, sus ojos se abrieron de par en par, y unas lágrimas traicioneras se congregaron en el borde de sus ojos. Lo abrazó con más fuerza, deseando calmar sus miedos y borrar su culpa.

-No hay nada que perdonar... Sasuke-kun yo...

-Lamento herirte, apartarte de mí, alejarte con desprecio. Lamento haberte dejado sola con una promesa. Lamento haber intentado engañarme a mí mismo, Sakura. –se disculpó el moreno, ahogándose con sus propias palabras, aferrándose al cuerpo de Sakura como si su vida entera dependiese de ella. Pero se estaba equivocando. Su vida entera era ella.

Sakura había comenzado a llorar suavemente al verlo así, con el alma resquebrajada y carcomida por la culpa, abrazándola con esa fuerza. Sasuke se había abierto completamente para ella, se había derrumbado bajo el peso de sus temores y pecados, y buscaba con desesperación un refugio cálido para resguardarse. No pudo evitar evocar un momento de años atrás, cuando sólo eran un par de jóvenes shinobis, cuando el dolor no hacía más que torturarlo desde sus entrañas, llevándolo al borde de la locura, aquella vez en la que sólo ella pudo brindarle algo de calma, y cuidó de él tanto como pudo de los peligros que los acechaban en el bosque de la muerte. Y entonces lo abrazó con más fuerza, hundiendo su rostro en el cuello del Uchiha, inhalando su aroma, deseando que se impregnase para siempre en su memoria.

Volver.Onde histórias criam vida. Descubra agora