CAPITULO [7]: El Misterio Del Nuevo Mundo

49 0 0
                                    

Durante un par de meses nos mantuvimos refugiados dentro de la cueva que se encontraba muy lejos del centro de la ciudad y en medio de un barranco, que convertían el lugar en un fuerte muy difícil de encontrar.

Durante estos meses he soñado en varias ocasiones con Victoria y algunas noches he pasado horas viendo las estrellas recordando esos días en que lo hacía con su compañía, amábamos pasar noches completas observando el universo.

—¿Qué crees que pensó el primer hombre que pisó la Luna? —Me dijo Victoria una noche, realmente sería.
—No lo sé, yo hubiese pensado "Mierda, soy jodidamente el jefe" —Le dije y ella sonrió.
—Eres el jefe sin haber pisado la luna Joe —Me respondió junto con una dulce sonrisa.

Ambos mantuvimos la mirada en el cielo y yo pensaba en lo increíble que era Victoria y en lo mucho que me gustaba. Pero jamás me anime a ir de frente y decírselo, en el fondo ambos sabíamos que había algo especial pero nadie hablo nunca nada al respecto.

—¿Que pasa pequeño Joe? —Me dijo Melanie mientras se acercaba a mi.
—Nada en realidad, me gusta mirar las estrellas algunas noches —Respondí.
—Yo también solía hacer eso sobre el techo de mi casa, era muy silencioso y nunca nadie me encontraba allí —Medito sin despegar la vista del cielo.

Melanie era fuerte, tanto o más que Ann, su pelo naranja y su piel blanca como la nieve la hacían relucir bajo el brillo de las estrellas. Es increíble que alguien tan fuerte pueda verse tan frágil de un momento a otro.

—Algún día seremos estrellas Joe —Me miro —Creo que cuando la gente muere, se convierte en una estrella y así como tu amiga Victoria —Me sonrió —Algún día nosotros también seremos estrellas.

Es una gran metáfora, recordar a un ser querido como una estrella reconforta bastante el alma y pensar en que algún día yo también seré una estrella me anima bastante, el universo es magnífico.

—Espero que eso tardé en llegar —Le solté a Melanie junto con una sonrisa.
—Aún tenemos mucho que hacer pequeño Joe —Me devolvió la sonrisa —Vamos adentro, Eliot trajo pescados para la cena.

La noche había transcurrido muy deprisa, algunos dormían y otros conversaban en pequeños grupos dentro de la caverna. Algunos tarros aún mantenían fogatas encendidas para calentar el lugar y otras estaban adaptadas para cocinar y hervir agua, éramos como los primeros hombres del mundo o tal vez como los últimos.

Melanie puso el pescado sobre uno de los tarros que tenía una malla metálica y los aso, pasamos una media hora en silencio devorando el pescado y de vez en cuando me preguntaba cómo iba.

Esa sería nuestra última cena, nuestra última noche en la caverna.

Oí a un chico, Troy del grupo de Melanie gritar en mitad de mi sueño, no estaba realmente seguro de eso. Desperté con la sensación de que algo sucedía pero no era la primera vez que me sucedía, me quedé tumbado un par de minutos, no despegue los ojos del techo de la caverna era el cielo de piedras y barro que tenía sobre mi, por instinto me senté en mi saco de dormir y mire alrededor pero no había nadie.

Podía ver el hermoso día que había afuera, la luz que ingresaba por el agujero principal de la caverna lo iluminaba todo, me puse los vaqueros negros y mis únicas botas militares que aún continuaban completas, una playera negra a tono con él jeans y saque desde abajo de mi almohada el arma automática que me acompañaba a dormir cada día por si las moscas.

Camine directo a la salida, no era común que no hubiese nadie, algo anda mal. Salí de la caverna con el arma contra el muslo pero tomándola con todas mis ganas. Subí por el borde del abismo por el pequeño sendero que conducía hasta la cima del cerro me detuve dos pasos antes de dejarme ver.

BUNKER: El Misterio Del Nuevo MundoWhere stories live. Discover now