Capítulo 3.

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—Ten cuidado. —Empujé la puerta de la cocina para abrirla y bordeé el agujero que había enfrente del umbral. La cabeza de un demonio loray había goteado suficiente ácido como para comerse las tablas de madera deterioradas, dejando un hueco con las esquinas quemadas que los visitantes tenían que saltar para entrar. Ally había querido saber por qué había estado allí esa cosa horrorosa, y parecía que no había entendido mi explicación sobre la extracción de un veneno raro.

Conseguí llegar al frigorífico antes de que una mano me apretara la boca. Forcejeé, pero el cuerpo que había detrás de mí podría haber sido tallado en piedra calentada al sol; no podía moverla. La francesa tenía su cabeza inclinada como si escuchara algo, pero aunque yo hice un gran esfuerzo, el único sonido amenazador eran los espasmos mortales del viejo frigorífico. Ya que había sonado así desde que me había mudado ahí, no me preocupé demasiado. Lauren repentinamente me soltó y sacó su espadín. Antes de que pudiera advertirle acerca de la casa, se deslizó por la puerta que llevaba al pasillo.

La busqué durante unos minutos, luego me desentendí. Me centré en tirar algunos productos caducados y en verter e equivalente a una semana de comida para gatos en los dos cuencos deformes que estaban enfrente del frigorífico. Ally había anunciado repentinamente hacía algunos meses que iba a ser alfarera. Se había comprado una rueda  y pinturas, y usaba el horno como si estuviera en un taller de artesanía. Los resultados eran... poco comunes. Pero lo que les faltaba de calidad, lo compensaban simplemente con la cantidad. Teníamos las más feas y deformes creaciones presentes por todos sitios. No obstante, parecía que a los gatos les gustaban.

Dudé, frunciendo el ceño y mirando los platos de los últimos días en el fregadero, pero al final los lavé. Las tareas domésticas sin duda no eran lo mío, pero Ally odiaba que todo estuviera hecho un desastre. Seguramente yo había limpiado más desde que ella había desaparecido que en todo el tiempo que habíamos vivido juntas. Por alguna razón tener la casa sucia hacía que pareciera mucho más vacía, como si yo no creyera que ella fuera a volver a regañarme por eso.

Acabé de secar el último plato pequeño y me fui en busca de mi compañera no deseada. La encontré vivita y coleando en el salón, manteniendo una guerra de miradas con la Señorita Priss. Ella se las estaba apañando para mirarla con su elegante nariz felina a pesar de estar enroscada en el sofá. Después de un tenso momento, aumentó el insulto al empezar a lamerse una pata blanca y bonita como si se estuviera aburriendo. El otro gato, Mequetrefe, era menos valiente, lo único que indicaba que estaba presente eran dos ojos azules entrecerrados que miraban desde debajo de las cortinas de cretona. Salió de allí cuando me vio, pero continuó mirando de manera fija y desconfiada a la recién llegada.

—¿Son tuyos? —me preguntó Lauren después de una pausa. Parecía sorprendida de que hiciera algo tan normal como tener mascotas.

—No. Son de Ally. Ella heredó este sitio de un tío excéntrico y no creyó que fuera justo echar a sus mascotas cuando habían vivido aquí más tiempo que ella. —Adopté su misma actitud, que aunque era tensa; ya estaba casi lista para la batalla—. Relájate. La guerra no nos va a seguir hasta aquí. Este sitio solía pertenecer a un mago; está bien protegido.

Eso era un eufemismo en toda regla. El tío de Ally, Adam, había protegido este sitio como si fuera la base militar de Fort Knox, a pesar del hecho de que la mayoría de sus cosas ni siquiera le hubieran interesado a un ladrón que no fuera mago. Él había ahorrado energía ya que la casa estaba construida justo encima de dos líneas ley, los amplios ríos de energía donde los mundos se superponían. Se cruzaban y unían su energía justo debajo de los cimientos, formando un manantial profundo que el tío de Ally había utilizado para todo: desde proporcionar energía para sus hechizos de protección hasta para repostar los portales con los que había llenado el sitio. Y ya que tenían una fuente de energía alternativa, sus encantamientos no se habían debilitado después de que él muriera, como le hubiera pasado a la mayoría de los hechizos. Contuve un impulso de invitar a la vampiresa a que terminara su visita por la casa.

Bad Blood |CAMREN| PAUSADAWhere stories live. Discover now