Amor al volante (Amor sobre ruedas #1)

41 - Ella

Ella

Cuando apenas abro mis ojos esa mañana, me parece que todo ha sido un sueño. Me parece que mi mente se divierte mucho creando situaciones inexistentes y avisos que lastiman cuando me consume la oscuridad.

Pero al recobrar la conciencia me doy cuenta que estoy en la realidad y que nada de lo que mi mente repite es un sueño.

Me tomo unos segundos antes de ponerme de pie y, cuando lo consigo, realizo todos los pasos que hago cada mañana, los cuales ya forman parte de una rutina matutina.

Una vez que termino de desayunar y ordenar todo, agarro mi bolso y salgo de mi casa. Tranco la puerta y cuando estoy a punto de emprender mi camino hacia la parada, me encuentro con algo que me detiene en seco.

Allí, cerca de la ventana izquierda hay una rosa que parece haber sido ubicada con especial cuidado. Noto que un rectángulo blanco cuelga de su tallo y, luego de un bloqueo que no dura más de un minuto, me acerco a ella bastante intrigada.

"Una sonrisa como la tuya, merece brillar desde temprano.

Buen día."

Frunzo el ceño bastante confundida y en mi mente se dibuja el rostro de Mauricio. Es inevitable, pero después de dudar una noche entera siento que todo fue en vano.

Vuelvo a entrar para poner la rosa en el agua y salgo apurada para ir a la parada. Veo la necesidad de correr debido a los minutos que me robó la sorpresa. Pero no me molesta, la sonrisa se ha instalado en mi rostro y parece no querer abandonarme en todo el día.

A medida que avanzo por la vereda, mis ganas de encontrarme con él y de darle un abrazo de agradecimiento incrementan considerablemente.

Esta vez estoy convencida de que sus sentimientos si van dirigidos hacia mí. La rosa lo explica por sí sola y si le sumamos la carta, no cabe espacio para la duda.