Fidio y Rushe

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El día de Nochebuena en Roma es siempre un espectáculo de música, color, juguetes y todo tipo de atracciones para los niños en las plazas más emblemáticas de la capital. Fidio Aldena, el capitán provisional del equipo nacional de Italia, The Orpheus, caminaba junto a la pequeña Rushe, quien estaba muy emocionada. Bueno, más que caminar... era guiado por la niña mientras le gritaba que quería ir a un lugar o a otro. Fidio se había prometido cuidar de ella desde que Kageyama Reiji falleció en aquel terrible accidente... El delantero de mordía el labio inferior cada vez que lo recordaba, pero no podía mostrar ninguna clase de dolor frente a ella... Aún no habían tenido el valor de decirle nada, ni él ni ninguno de sus compañeros, ni siquiera Tanaka, su capitán. Por ello... el silencio era la mejor solución a pesar de todo... Además, ¿qué podía hacer? No quería hacerle daño a una niña tan pequeña...

-¡Fidio! ¡Vamos a piazza Navona! ¡Quiero montar en el tiovivo!

-Claro, Rushe. Pero no te separes de mí. Hay mucha gente. ¿De acuerdo?

-¡Por supuesto!

La pequeña rebosaba vitalidad, como siempre, y eso hacía sonreír al castaño. Claro... ella tenía todo lo que necesitaban los demás que habían estado alguna vez bajo la tutela del comandante. Una amplia sonrisa adornaba el rostro de Rushe, y ese gesto contagiaba felicidad a pesar de todo. Fidio, aun así, no podía apartar el dolor de su corazón. No podía dejar de pensar en Kageyama, y eso que en un principio había llegado a sentir odio hacia él. Pero había descubierto que no era tan mala persona como quería aparentar ser... Solo esperaba no haber sido el único en verlo.


Al cabo de unos minutos, ambos acabaron llegando a piazza Navona, el lugar mencionado por Rushe anteriormente. El ambiente navideño allí era impresionante. Todo estaba envuelto con las magníficas luces que iluminaban los edificios que rodeaban aquella plaza. Un gran árbol de Navidad, iluminado y adornado cuidadosamente, gigantesco, que llamaba la atención de todos los que por allí pasaban, se encontraba en medio de dos de las fuentes que adornaban aquel lugar, la Fuente de los Cuatro Ríos y la Fontana di Nettuno. En el otro lado, en medio de la fuente central y la Fontana del Moro, se encontraba el tiovivo al que quería subir la niña. Muchísimos pequeños corrían impacientes hacia aquel toldo azul y blanco, inconfundible, mientras los padres miraban en los tenderetes que rodeaban la plazoleta, mirando regalos de última hora para los más mayores. Fidio se acercó con Rushe a aquella atracción de feria tan popular y típica. Emitía mientras tanto los villancicos más típicos, versionados por diferentes cantantes o simplemente la versión original, pero hacían igualmente que los niños canturrearan a la vez. Incluso la pequeña a la que acompañaba Fidio lo hacía con su inocente voz. Pero en seguida ese canturreo se convirtió en un gritito de emoción cuando al fin fue su turno de montar en el tiovivo. Fidio se echó hacia detrás, sonriéndole a Rushe mientras ella se subía en uno de los caballitos. Se la veía tan feliz... Cuando comenzó el viaje, el chico se dio la vuelta para poder ir a buscar algo en los tenderetes para regalarle a la pequeña, pero entonces chocó con alguien. Un hombre mucho más alto que él, fuerte, y vestido con una gabardina negra y pantalones del mismo color, estaba frente a él, agarrándole por la muñeca para que no cayera despaldas.

-Ugh... Discúlpeme, señor.

El hombre no respondió, así que el delantero se irguió de nuevo en seguida, manteniendo el equilibrio. Y el contrario entonces empezó a andar para continuar su camino.

-Feliz Navidad, Fidio.

Dijo antes de marcharse. Fidio abrió los ojos de paren par al oír aquella voz, helado. Pero cuando quiso darse cuenta, el hombre ya no estaba a su lado.

-¡¿Mr. K?!

Se dio la vuelta al mismo tiempo que gritaba su nombre, pero no. Su entrenador no estaba allí.


"¿Acaso alguien ha venido a despedirse...?".





Especial Navidad Inazuma ElevenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora