Capítulo 24: Hola, papá.

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La mano de Taylor aprieta una vez más la suya, dándole ánimos.

-¿Y si no sale bien?

-Saldrá bien.

-¿Pero y si no sale bien, Taylor?

-Confía en mí, todo irá bien.

-Pero...

-¡Ali, relájate ya!

-Eso intento.

Por primera vez en meses verá a su padre y quizá también a su madre.

La fachada que ha construido se derrumba poco a poco conforme se acerca el momento.

"No puedo creer que mi padre esté escondiéndose en un lugar así", piensa de nuevo.

Y es que el señor Mackenzie se oculta en una pensión de las zonas más bajas de Nueva York.

-Quiero enseñarte algo –dice Taylor mientras bajan por el ascensor.

Paran en el garaje y la conduce hacia una moto negra.

-¿Por qué todos tenéis una moto negra? –dice exasperada.

Ella consiguió sacarse el carnet cuando vivía con sus padres, sin embargo, nunca quisieron comprarle una maldita moto negra.

-Es para ti, tonta.

-¿Para mí? –repite con los ojos brillantes.

-Eso acabo de decir.

-Pero...

-Has dicho muchas veces que te encantan las motos, que te encantaría tener una y que será lo primero que hagas cuando tengas el dinero suficiente. Muy bien, aquí está –dice el chico sonriente, señalando el vehículo con la mano.

-No puedo aceptarla...

-Claro que puedes, además es el momento ideal para estrenarla. Incluso podemos hacer una carrera –esta vez señala la moto de al lado.

-¿Por qué todos tenéis una moto negra? –repite de nuevo haciendo reír al chico.

-Porque somos muy duros.

-Qué va –dice alargando la última palabra. No tenéis nada de duros. ¡Necesitáis una moto negra para parecerlo!

Ambos ríen.

-Bueno, creo que deberíamos irnos –señala Taylor, haciendo que la chica se ponga tensa.

-Sí.

-Toma las llaves, el casco está debajo del asiento.

-Muchas gracias, Taylor. En serio. Eres la primera persona que realmente me escucha cuando hablo. Y por eso entre otras cosas, te quiero –sonríe.

-Bueno, estoy seguro de que también me quieres por mi indudable atractivo.

-Sí, por eso también –contesta ella riendo.

Monta en la moto con alegría y ambos arrancan.

-Tú delante –le dice a Taylor. Te sigo, no sé cómo llegar.

-Vale. ¡Ten cuidado!

Como respuesta, Ali hace rugir el motor.

Ambos salen fuera del garaje.

Si no fuera porque lo que toca ahora no es precisamente un momento alegre, sería uno de los mejores momentos de la vida de Alison.

Pronto llegan a las puertas de un edificio destartalado y viejo, con un cartel bastante cutre.

Una Princesa en Apuros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora