Capítulo 22

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HELENA

Leonardo no me lo decía, pero sabía que estaba dolido porque su tío tuviese algo que ver con todo lo ocurrido. Alexia lloró abrazada a mí hasta que se quedó dormida en mi regazo. Leo la llevó a la habitación de invitados para que durmiese cómoda y tranquila.

Todo esto era por el poder...sin embargo, el poder no corrompe al hombre, solo a los más débiles que se creen poderosos. Pero que sin embargo, no lo tendrían nunca.

Cuando volvimos del edificio donde tenían a Miguel, nuestros padres nos dijeron que habían perdido a Augusto. Pero Marga seguía en casa, custodiada por los hombres de mi padre.

Carlo estaba herido, su propio hermano había conspirado en contra de él, y por desgracia sabía lo que eso significa. Siempre quise a Mircella, y me dolía en el alma saber lo que me había hecho. Ahora él se había ido a su casa para hablar con su cuñada. No sabíamos si tenía algo que ver en esto, pero todo apuntaba a que no.

Estaba cansada de pensar, cansada de llevarme decepciones con la gente que me rodeaba. Necesitaba parar, encontrar el botón de pausa y descansar de todo esto. Pero eso ahora no podía ser, mi amor me necesitaba más que nunca, y no tenía pensado volver a dejarle ni un minuto solo. Aunque hoy mismo iría a hablar con Mircella. Teo lo dejaría para mañana. Sabía que él no tenía nada que ver, mi padre había hablado con él ya, pero yo también necesitaba hacerlo.

La puerta de mi habitación se cerró y alcé la mirada para encontrarme con unos ojos chocolate que me miraban cansados.

—Ya está durmiendo profundamente. La arropé y le dejé un vaso de agua y unas galletas para cuando despertase con hambre.

Así era él. El hombre más atractivo, arrogante, cariñoso y protector del mundo. Leonardo era una bomba de relojería que explotaba cuando menos lo esperaba, pero un estallido que siempre estaría contenta y orgullosa de tener a mi lado.

Me levanté de mi cama y caminé hacia él, extendí mis brazos y le abracé con fuerza. Su olor me tranquilizaba, nunca entendí esas novelas que hablaban de los protagonistas con un olor irresistible, hasta ahora.

— Estoy bien —dice contra mi oído.
Me separo de él y le miro a los ojos. Estaba cansado, y aún así veía ese brillo de picardía en su mirada.

— No quiero secretos Leo.

— Y no los hay. Te lo prometo.

Me levanta del suelo y me coloca entre sus caderas.

— Pienso dormir toda la noche, sin despertadores, sin prisas, sin agobios y sin familia malvada que quiera separarnos de nuevo.

Acaricio su cara y le beso mientras el nos acomoda en la cama con delicadeza. Me meto dentro de ella y me tapo con las sábanas y el nórdico.

Leo me abraza y hunde su cabeza en el hueco de mi cuello, inhala mi perfume y sonríe para sí mismo.

— ¿Por qué sonríes?

— Porque todavía hueles a mi. Y huelo siempre muy bien, ya sabes, me arreglo muy bien para salir a la calle en busca de criminales malvados. Unos días uso mis telas de araña y otros los poderes que me ofrecen mi traje.

Pongo los ojos en blanco y niego sonriendo.

— Si disparases telas de araña, tú y yo tendríamos un grave problema porque sabes que odio las arañas. Y en cuánto a tu traje...no sabía que estaba al lado de "Leonardo Stark", o debo llamarte ¿Iron man? —pregunto riendo.

Lealtad (Crónicas de la mafia #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora