Skinny Jeans ➳ Justin Bieber

Capítulo veinte.

❝LA MAMÁ DE JUSTIN MURIÓ❞

CASSIE HILL

Una oleada de decepción y preocupación recorrió mi cuerpo ¿Le habrá pasado algo? ¿O es que simplemente no había querido venir para no tener que verme? ¿Se habrá aburrido de mi?

— ¿Porque no va a venir Justin?— le pregunté tratando de calmarme y no sacar conclusiones apresuradas.

— Yo no soy el más indicado para decírtelo. El ahora mismo necesita tiempo Cassie— me dijo bastante nervioso mientas veía a su alrededor, se que buscaba a alguien que lo ayude a salir de esta situación pero eso no iba a suceder.

— Chaz, dime por favor, necesito saber si le a pasado algo— supliqué, el suspiró y después de unos segundos se dignó a hablar.

— Hoy en la mañana llamaron a Justin de la dirección, al principio pensé que era porque se había metido en el algún problema y decidí esperarlo en nuestra habitación. Cuando llegó empezó a tirar todas las cosas, intente detenerlo pero estaba incontrolable. Entre llantos me dijo— se quedó callado mientras lo pensaba bien— La mama de Justin falleció Cassie— soltó de repente haciendo que todo mi cuerpo se paralizara.

¿Como había pasado algo así? Tan rápido ¿O es que ya tenia un problema de salud antes? Dios mío, Justin debe de estar sintiéndose fatal.

— ¿Dónde está Justin, Chaz?— le pregunte impaciente.

— Creo que lo mejor sería dejarlo solo, no está en los ánimos correctos como para que alguien hable con él...— empezó hablar pero lo interrumpí, necesitaba verlo.

— ¡Dime dónde está Chaz!— me alteré. Toda la gente se nos quedo mirando pero no me importo, no me importaba nada aparte de Justin en estos momentos.

— Habló en serio Cassie, no te voy a decir dónde está...

— ¡Chaz!— le grité mientras le golpeaba el brazo, el retrocedió mientras se sobaba esa parte.

— Está en el lago— respondió derrotado.

Salí del lugar apresuradamente y me dirigí al lago. Quedaba un poco lejos del lugar pero en estos momentos no me importaba. Necesitaba ver a Justin. Después de unos diez minutos llegué al lago y suspire, como me dolían los pies. Divisé todo el panorama y no había nadie, fruncí el ceño ¿Acaso Chaz me había mentido? Lo iba a matar si era así. Volví a revisar el panorama y en unos árboles alejados logre divisar algo, corrí hacia el sitio esperando a que sea Justin el que esté ahí.

— Justin, aquí estás— susurré al ver que de él se trataba.

Estaba sentado, con la espalda apoyada en uno de los árboles, sus ojos estaban hinchados, tenían la mirada perdida y se veía como si no hubiera dormido en días.

— ¿Qué haces acá? ¿Cómo sabias que estaba acá?— me preguntó fríamente mientras apretaba los labios.

— Yo...— suspiré, me había puesto nerviosa— ¿Estás bien?

— ¿Tu qué crees? Mi madre acaba de morir— me contestó bruscamente.

— Lo siento, fue una pregunta tonta.— mire al piso— Como pasó... ¿Tenía algún problema de salud?

— Solo quiero estar solo Cassie ¿Tan difícil es entender eso?— hablo irritado.

— Solo estoy tratando de ayudarte Justin...— le dije tratando de que se tranquilice.

— ¡Pues no quiero tu maldita ayuda! ¡Lo único que quiero es que me dejes en paz! ¡Maldita sea!— gritó poniéndose a la misma altura que la mía.

Me sobresalté ante su grito y retrocedí dos pasos. Cuando estaba enojado realmente se veía aterrador, sus ojos se había oscurecido más de lo normal y la vena en su cuello sobresalía.

— Justin se que esto es difícil para ti pero...

— ¡Qué parte de quiero que me dejes en paz no entiendes! —me volvió a gritar.

— Puedes confiar en mí Justin, yo siempre voy a estar ahí para ti— susurré con voz quebrada.

— Solo quiero que me dejes solo. Déjame en paz y deja de ser un jodido grano en el culo, no porque te haya follado una vez significa que tengas derecho a meterte en mi vida— me dijo esta vez más tranquilo pero con frialdad— Vete.

Yo retrocedí unos pasos y luego me volteé para salir de ese lugar con lágrimas en los ojos. No podía creer lo que él acababa de decir, Solo lo dijo porque está dolido, trate de pensar, esto dolía como el infierno.

No volví a la fiesta, camine con la mirada en el piso hasta llegar a mi habitación. Cuando llegué cerré la puerta y por fin deje salir un sollozo, me tire a la cama y escondí mi rostro en mi almohada queriendo evitar ese dolor que sentía en mi pecho.

No porque te haya follado una vez significa que tengas derecho a meterte en mi vida, esa frase, se repetía una y otra vez en mi cabeza.