Capítulo 7

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  El despertador suena a las cinco de la mañana. Cuando llegué anoche a casa, Madisson no estaba por lo que me fui a acostar temprano. Claro, estuve asimilando lo sucedido y el hecho de que hoy estaré un día entero con él. Me bajé de la cama, caminé a mi armario y saqué una pequeña maleta. Busqué ropa que podría utilizar, como vestidos de noche por si quisiera llevarme a un lugar, ropa cómoda, algún pantalón y una blusa... y obviamente, mucha lencería de encaje. Doblé todo y lo guardé dentro. Caminé al cuarto de baño y me dispuse a hacer mi rutina de aseo, estoy tan emocionada que quiero abrazarlo con fuerza cuando lo vea. Al terminar, fui a mi closet y tomé una blusa, una falda y unos tacones de doce pulgadas, realmente no quiero ser un duende al lado de Michael que fácilmente pueda aplastar. Me puse lencería de encaje, apliqué crema humectante en piernas y brazos, me puse la blusa escotada y luego la falda dejando por dentro mi blusa. Tomé los tacones y me los puse subiendo de altura considerablemente. Comencé a maquillarme de forma natural y después me hice un peinado. Apliqué perfume. Tomé algo de maquillaje, desodorante, perfume, crema, varios pares de zapatos y lo guardé en la maleta. Cuando tengo todo listo, tomo la maleta, mi bolso y salgo de la habitación. Bajo las escaleras, miro el reloj que está colgado en la pared y noto que falta media hora para las siete, cuando llego a la estancia, Madisson está medio dormida en el sillón observando la programación. Ella voltea al detectar el aroma de mi perfume floral, analiza lo que tengo en la mano y sus ojos se salen un poquitín de órbitas. Se pone de pie y me sonríe falsamente. Sé que quiere preguntarme, sobre todo por lo que pasó ayer. Dejo la maleta y camino hacia ella, la saludo de beso en la mejilla y me siento en el sillón. Ella se sienta también y me observa el rostro. En el tiempo que me escanea, sé que está formulando doscientas preguntas por segundo. No sé cómo me he conseguido a una amiga-hermana tan curiosa.

— Bueno, ¿no piensas contarme? — Rompe el silencio. Mueve sus dedos en el reposabrazos del sillón.

— Creo que ya sabes lo sucedido con Ian... — Dije queriendo saltarme esa parte tan violenta.

Ríe sarcásticamente.

— Al derecho y al revés. — Dice. — Dime qué pasó cuando subiste a su auto.

— Todo estuvo silencioso e incómodo. Ni siquiera sabía a dónde me llevaba... — Suspiro. — Me llevaba a su linda casa.

— ¿Neverland? — Grita entusiasmada. Al parecer yo era la única inepta que no sabía cuál es su casa.

— Sí. — Digo. — Es un lugar muy, muy hermoso.

— Joder... yo quiero ir a jugar al parque de diversiones. — Se le ilumina la mirada.

¿Parque de diversiones? Yo sólo vi su casa.

— No hay ningún parque de diversiones. — Digo acomodándome en el asiento. Realmente debo investigar a éste hombre.

— Oh, eso significa que no te ha enseñado todo el rancho.

— Tal vez lo haga hoy. —Digo con una sonrisa. Aunque en realidad quiero estar en su cama con él encima.

Madisson arquea una ceja.

— Sígueme contando.

— Pues cuando llegamos, me bajé del auto y salí del lugar, realmente no quería estar ahí, pero me buscó y me pidió hablar...

Le seguí contando toda la historia hasta cuando comenzamos a hacerlo, saltándome todo el proceso, claro; le conté sobre las compras... ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! Lo hizo otra vez y yo ni en cuenta. ¿Cómo puede manipularme de esa forma? En lugar de buscar mis pastillas, me pidió que me quedase con él. ¡Capullo! Es todo un experto en cambiar temas sin que yo me de cuenta. Pero que ni se crea, hoy se lo pediré ¡ja! Regresando al tema, cuando le dije a Madisson sobre que no quería tocarme, el baño y sus lágrimas, realmente se quedó impactada. Como yo. En fin, le dije que hoy me quedaría con él y que mañana regresaría.

#2 Poseída por el DeseoOnde histórias criam vida. Descubra agora