19 ¿ Quieres que me vaya?

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  -De acuerdo. -______ tomó aire, preguntándose por dónde empezar.

-Si sirve de algo, creo que sé de qué quieres hablar -apuntó Chaz-. Mentiste al decir que Justin y tú habíais llegado al final del camino. Puede que él sí, pero de ninguna manera tú... -se interrumpió y miró a su hermano inconsciente-. ¿Acaba de...?

-Yo no he oído nada -empezó _____. Pero en ese momento, un débil ruido hizo que girase la cabeza. Los párpados de Justin se movían un poco; subieron y volvieron a caer. El suspiró.

-¡ Justin! -su atención se centró en él; apretó sus dedos-. Justin, ¿puedes oírme? Se oyó otro suspiro, pero los ojos siguieron cerrados.

Después movió un poco la cabeza y emitió un murmullo de protesta.

-¿ Justin? -insistió _____. Deseó llamarlo cariño, amor mío, mi vida... pero no se atrevió. Recordó cómo se habían separado: su incontestable rechazo al simulacro de propuesta, cómo él se había marchado del piso de Chaz. No tenía ninguna duda de que él rechazaría cualquier muestra de afecto. Tuvo que contentarse con repetir su nombre para sacarlo de su inconsciencia.

- Justin, ¿me oyes?

Esa vez consiguió una respuesta. Los párpados se alzaron lentamente y sus ojos oscuros como la noche la miraron. Pero fue una mirada confusa, desenfocada; sólo estaba medio consciente.

-¿Dónde...? -consiguió decir, con voz cascada. _____ estaba tan acostumbrada al Justin fuerte, compuesto y controlador que verlo así, sin poder enfocar los ojos le destrozó el corazón.

-Estás en el hospital. Te caíste y te diste un golpe en la cabeza. ¿Lo recuerdas?

-No... -suspiró y se llevó la mano a la frente. La retiró de inmediato, con una mueca de dolor.

-¡Cuidado! - ____ sujetó su mano instintivamente. Se mordió el labio temiendo su reacción. No soportaría que la rechazara-. Ahí es dónde te golpeaste -dijo, esforzándose porque su voz sonara neutral-. Es lógico que te duela un poco.

Le pareció que la boca de Justin se curvaba con una sonrisa irónica al oír ese eufemismo. Parecía estar recuperando la conciencia rápidamente, y eso la asustaba.

Quería que se despertara, necesitaba ver que estaba bien y recuperándose, pero el miedo por lo que podía ocurrir le reconcomía el corazón. Perdería la oportunidad de estar con él, en paz. Ese periodo se convertiría en un tiempo de calma entre dos tormentas.

Cuando se despertara del todo y recordase la escena en el piso de Chaz ella no podría seguir allí, en su cama, acariciándole la mano. Probablemente la echaría de la habitación

. -Relájate -le dijo con cautela-. Procura no pensar en nada. -El volvió a abrir los ojos, con más facilidad esa vez. Parecían más enfocados. -

____ se emocionó al ver que los abría del todo, movía la cabeza y la miraba. Sonrió. Fue un esbozo de sonrisa, pero dirigida a ella. La cólera y el rechazo que esperaba, no estaban allí, Justin le sonreía. Su corazón se llenó de júbilo.

-Hola -le dijo con voz suave. -Iré a decirles a las enfermeras que se ha despertado -dijo Chaz, a su espalda-. Y a papá y a Mercedes.

-Mmm -musitó _____. Se sintió como si hubiera recibido una bofetada. Chaz estaba justo detrás de ella, quizá Justin sonreía a su hermano, no a ella.

Justin volvió a cerrar los ojos. Podía haberse dormido o vuelto a la inconsciencia. No debería molestarlo, pero necesitaba saber la verdad. Necesitaba saber si le gustaría tenerla a su lado, como le había parecido un momento antes. Se preguntó si la amargura y la ira resurgirían o si había decidido perdonarla

. -¿ Justin? -insistió-. ¿Estás despierto?

-Cansado... -fue sólo un murmullo, pero al menos la oía, seguía escuchando

. -¿Quiere...? -se obligó a formular la pregunta-. ¿Quieres que me vaya?

Las castañas cejas se fruncieron, pero los ojos siguieron cerrados. La burbuja de esperanza que había en el corazón de ______ se desintegró. Quizás la sonrisa había sido para Chaz. -¿Quieres que me vaya? -Siguió sin haber respuesta.

Estudió el rostro inmóvil de Justin: las largas pestañas negras sobre los pómulos, iluminados por la lámpara de la mesilla. Su cabello color miel contrastaba con el blanco de las almohadas, que hacían que su piel pareciera más bronceada.

Miró la bella y sensual forma de su boca. El impulso de inclinarse y besarla era tan fuerte que tuvo que esforzarse para contenerlo. La alivió que sus rasgos parecieran más relajados que unas horas antes.

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