Capítulo 1

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Alemania. Oeste de Núremberg. 18:09 pm ///

Max Eisenhardt o como todos lo conocían ahora, Erik Lehnsherr, se encontraba sentado en su sofá de cuero negro, observando la televisión sintonizada en el canal del noticiero de las 18:00 horas. Era lo que hacía todos los días desde que llegó a Alemania.

Fue un arrebato de su parte ir al pueblo donde nació. El lugar donde todo comenzó, donde lo convirtieron en esclavo, donde sufrió y guardaba los perores recuerdos de su miserable vida, aunque también los más felices de su existencia.

Él había sido otra de tantas víctimas de la guerra, de monstruos que proclamaban ser superiores que los demás. Pero era superior que todos ellos, ahora lo sabia. Sus días de esclavo habían terminado.

Era un hijo de la guerra, renacido del holocausto. Ese era él. Un sobreviviente.

Había sobrevivido a lo peor de este mundo.

Vivió los peores horrores que la humanidad pudo crear. Todo eso lo hizo ser quien es ahora, lo hizo más fuerte, más inteligente, más sabio, más resistente.

Más sin embargo nada de eso lo hizo inmune a la tristeza de la soledad.

Se lamentaba de tantas cosas pero ya era tarde para enmendarlas, él no podía regresar el tiempo y aunque pudiera hacerlo, no era tan egoísta como para condenar a sus seres amados a un destino como el de él.

Esa era su realidad, la verdad de un destino miserable que lo condenaba a la más absoluta soledad.

El día era gris, tan gris como él mismo, húmedo y nublado, muy propio de esa zona de Alemania.

No encontró otro lugar a donde ir, en todo el mundo fue buscado y perseguido por sus hermanos, por mutantes que creían, debía estar en una prisión plástica.

Pero Alemania era su territorio y él lo conocía muy bien. Seria difícil para los mutantes poner un pie ahí sin que él se diera cuenta de inmediato. Pero los años pasaron y nadie apareció a tratar de encerrarlo por casi matar al ex-presidente de los estados unidos.

Lo que más le asombraba era que nadie hablara de los mutantes, era como si nunca hubieran existido, ni siquiera eran un mito, ni la sombra de una leyenda antigua.

Sabía muy bien a quien le debía eso, su viejo amigo Charles Xavier se encargo de borrar la mente de todos los humanos involucrados, incluido el ex-presidente, lo que pasó en las noticias lo hizo parecer como una broma, algo no creíble y aún así se las ingenio para borrar las memorias de los humanos. Seguía sorprendiéndose por los alcances del poder de su viejo amigo.

Con forme las décadas pasaron nuevos "héroes" aparecieron. Iron Man, El capitán américa, Hulk, Thor, todos esos bufones. Él se había reído incontables veces de sus patéticos poderes, incluso ni eran poderes, eran habilidades un tanto patéticas.

Las personas los aclamaban, los adoraban, prácticamente besaban el suelo por donde pasaban, mientras que a los mutantes los repudiaron.

Todo eso lo hizo enfurecer de forma descomunal.

Ellos eran patéticos, los mutantes eran superiores, eran mejores, más evolucionados, más sin embargo los odiaron sin razón alguna, los esclavizaron y martirizaron simplemente por ser diferentes y a los vengadores que eran engendros, los adoraban.

¡Era inaceptable!

-En últimas noticia. Los vengadores salvan de nuevo el día -el sonido del televisor lo hizo regresar a la realidad.

Prestó atención a la imagen del televisor.

Los vengadores entraban en acción. El nuevo equipo liderado por el capitán américa había descubierto una base secreta de Hydra en Los Ángeles.

Hydra. Un viejo enemigo en común.

Y allí estaban, los aclamados vengadores con el tipo de barras y estrellitas dando volteretas en el aire para evitar los disparos enemigos. Patético. No eran más que simples títeres.

¿Héroes? Si había un héroe por aquí era él. Él que luchaba por los suyos, por los mutantes.

Siguió observando las noticias.

Lo último que supo de ellos era que estaban destruyendo ciudades desde los cielos.

Evitaba escuchar algún tipo de noticias sobre ellos, ya que siempre hablaban de lo maravillosos que eran, de sus asombrosos poderes y su gran labor salvando al mundo, todo eso lo hacia enfurecer, pero esta vez decidió observar las noticias.

Lo mismo de siempre, el capitán y su patético equipo luchaba con sus enemigos, los mismos integrantes de siempre. No, no era verdad, esta vez era un equipo nuevo.

Una chica con un traje escarlata apareció en acción. La cámara enfocó su rostro y Erick sintió como el aire abandonaba sus pulmones.

Le era imposible respirar, estaba completamente pasmado.

Era completamente imposible. No podía ser real lo que sus fanales veían.

Era ella, ¡Era su Magda! No lo podía creer.

Se levantó de su asiento de un brinco. La mujer que tanto había amado estaba ahí.

Era imposible, él tuvo su cuerpo inerte en sus brazos, él mismo la sepultó hace años.

La cámara cambio de ángulo y tomó otra toma de su rostro, entonces Erick se dio cuenta.

No era Magda, pero su parecido era increíblemente asombroso. Su rostro era tan parecido, al igual que su cabello, igual de castaño y ondulado, pero sus ojos eran rojos, los de Magda eran de un azul eléctrico y brillante.

¿Cómo es que esa chica tenía un parecido tan asombroso a su amada?

-Ahora vemos a la nueva integrante del equipo. La bruja escarlata. -seguía narrando la locutora del noticiero.

La chica lanzaba rayos y orbes de energía escarlata a los mercenarios. Lo hacia fluir de forma tan espontánea y se movía con una elegancia natural, propia de un mutante.

<<Interesante>> Pensó Erik tomando asiento nuevamente.

Una ráfaga de color azul pasó a un costado de la chica, desarmando a todos los enemigos al instante.

-Ahora entra en acción el gemelo de la bruja escarlata. Quicksilver.

Rápidamente encontró con la mirada a un chico, aparentaba tener la misma edad que la chica, era de esperar pues eran gemelos, aumque no se parecían en absoluto, él tenia el cabello de un gris cenizo casi blanco, su rostro se le hizo vagamente familiar y cuando la cámara enfoco su rostro, de nuevo quedo perplejo.

Sus ojos... eran como los de Magda.

De nuevo se levanto del sofá y se acerco al televisor para observar mejor a los gemelos.

¿Qué demonios estaba pasando? Los poderes de esos jóvenes eran propios de un mutante.

Jamás en su vida había visto a un humano con dones semejantes. Sin duda ellos eran mutantes, era inquietante saber que dos mutantes trabajaban en conjunto con los vengadores, pero más inquietante aún era...

¿Por qué esos jóvenes se parecían tanto a Magda? A su difunta esposa. ¿Por qué?

Algo no estaba bien, su instinto se lo decía, algo se inquietó dentro de él, un sentimiento extraño, algo ocurría y él lo descubriría.

Era hora de salir de su escondite. Era hora de hacerle una visita a un viejo amigo.







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