19.- La familia Styne

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- Si, oyó gritos – Sam y Dean se encontraban en Omaha, con sus respectivos trajes del FBI puestos mientras entraban en el consultorio donde había sido el homicidio – quizá cuando le estaban quitando los ojos con una cuchara... - el oficial les relataba los hechos – el conserje vio saltar al hombre por la ventana – el hombre con cabellera plateada se acercó al ventanal – y correr por el callejón.

- ¿Correr? – cuestiono Sam. El consultorio se encontraba en el tercer piso como para que alguien saliera ileso tras un salto y luego correr – después de... ¿caer tres pisos?

- Eso es lo que parece – le afirmo el oficial.

- ¿Video de seguridad? – pregunto Dean

- Sí, claro... pero solo una de ellas capturo la acción... fuera en el callejón – el oficial saco de entre sus carpetas de mano, una tableta para enseñarles cómo se veía aquel chico que callo del tercer piso, ileso al suelo – este es el tipo que alquilo la oficina – anuncio. Sin duda alguna era el mismo chico que había estado en la cabaña semanas a tras. Era un de la familia Styne – es demasiado hábil para una caída así

- Espere, puede reproducirlo otra vez – pregunto Sam. El oficial volvió a ponerle play al video – vale, pause ahí – el oficial obedeció las ordenes de Sam – no podría expandir la imagen – cuando el oficial coloco zoom a la imagen en el brazo del chico Styne, claramente se podía apreciar su tatuaje, ese que Charlie les había indicado que tenia

- El mismo tatuaje de los Styne – anuncio Dean

- ¿Cuánto tiempo estuvo aquí alquilando? – quiso saber Sam

- Solo un mes – contesto el oficial – pero solo lo vi un día más o menos. Algún tipo de ensayo clínico con estudiantes voluntarios. No menciono los globos oculares

- Bueno – agrego Dean – supongo que ahora preguntara par que a partir de ahora, ¿eh?

- Perdone – se disculpó Sam cuando su celular comenzó a sonar. Era una llamada de Castiel, y con semblante algo nervioso se retiró de la habitación

- Mire, si recuerda algo más... - continuo Dean – llámenos.

Dean se acercó a Sam de prisa, y al mirar a su hermano con interrogación en la mirada, Sam solo le respondió que se trataba de una tele operador. El mayor de los Winchester no creía esa excusa tan tonta, pero decidió callar.

(...)

Con un golpe en el pecho con la mano cerrada, Belha lanzo el costal de paja que colgaba del árbol, varios kilómetros lejos de su lugar.

Podía ver el costal a lo lejos, y aun así, seguía en con las manos hechas puños y elevadas en posición de defensa. Su respiración era entre cortada, los pulmones le escocían cada que respiraba.

Ahora era el momento en que se arrepentía de no tener demasiada actividad física en los días anteriores... había que culpar a Netflix de eso.

Caín la tenía en constante – noche y día para ser exactos – entrenamiento. Quería que explotara literalmente. El primogénito de Adam y Eva, quería que la chica sacara el poder que llevaba dentro de ella.

Aun no lo habían logrado.

Belha bufo y bajo la guardia. Se agacho y apoyo sus manos en sus rodillas para tratar respirar con normalidad. Cuando volvió a su posición, el costal de paja se encontraba cerca de su rostro.

2º Libro: La Marca de CaínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora