Capítulo 4.

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Capítulo 4

Lo tomé de la chaqueta y lo besé. Al principio, nos quedamos ambos inmóviles y luego él tomó la iniciativa de profundizarlo. Recorrió mi espalda con sus manos mientras yo enredaba mis manos en su cabello. Me sujeto de los muslos y me levantó con facilidad, dándome la señal para enroscar mis piernas en su cintura. Le quité su chaqueta dejando al descubierto sus brazos e instintivamente pasé mis manos por ellos. Me colocó en la encimera del lavamanos sin cortar el profundo beso. Recorría expertamente mi boca con su lengua mientras pasaba sus manos por mi abdomen hasta llegar a mi pecho. Gemí involuntariamente al contacto de sus gruesas manos con la tela de la camiseta y el brasier. Dejó a un lado mi boca y comenzó a trazar un camino de besos, deteniéndose para lamer o chupar la piel.

-Oh, joder. Si -gemí.

-Hueles embriagadoramente bien, princesita -gruñó con voz ronca. Las respiraciones eran aceleradas y el pequeño cubículo pronto se llenó de nuestros gemidos y respiraciones entrecortadas por los besos. La sangre me quemaba la piel junto con el contacto de sus ásperas manos. Los sentimiento encontrados me embargaban y sabía en el fondo que esto estaba mal, que debía empujarlo y salir corriendo de allí. Pero no quería. Aunque dentro de mí sabía que esto era lo más lejos que llegaría.

-¡Vengan a ver esto, chicos! -Escuchamos el grito de Anna y ambos nos estremecimos. La razón nos llegó y nos dimos cuenta de la posición en que estábamos; yo en la encimera del lavamanos y Bryan entre mis piernas. Nos miramos y rápidamente se apartó, desviando la mirada. -¡Chicos! -Apareció Anna en la puerta y al vernos ladeó la cabeza- ¿Qué sucede aquí?

-Nada -cortó Bryan, colocándose la chaqueta-. Termina pronto, princesita -murmuró, sin hacer contacto visual y salió de la misma forma, pasando por un lado de Anna. Esta me miró y enarcó una ceja.

-¿Qué fue eso?

-Nada -corté también bajando de la encimera e incorporándome-. Nada -repetí-. Vamos, tenemos que idear un plan.

***

Era madrugada cuando salimos de Nueva York. No sabía exactamente cuanto tardó el vuelo, pero estábamos sobrevolando cielos parisinos.

-Casi puedo escuchar las serenatas debajo de la torre Eiffel -suspiró Anna, con expresión soñadora. Casi pude ver corazones en sus ojos.

-Nos hospedaremos en el hotel Astra Opera -dijo Jack-. Espero que no les importe compartir habitación, señoritas.

-No hay problema -dijimos Anna y yo al unísono. Nos miramos y compartimos sonrisas.

-Tú y yo, Bryan -se dirigió a Bryan.

-Encantado -dio un asentimiento de cabeza-. Aunque eso sonó raro.

Bryan y yo no nos dirigimos la palabra en lo que quedó de vuelo, a excepción de los comentarios que compartíamos mientras preparábamos el plan. Había cierta incomodidad por parte de ambos y de vez en cuando lo miraba de reojo y cuándo volteaba a mirarme yo desviaba la mirada. Lo mismo sucedió con él. Quería desgarrarme la piel. Sí, eso quería. No pasó un segundo de ese maldito vuelo en que no recordara sus besos, sus caricias y además de eso, me había dejado chupones en el cuello, lo cual me volvía toda una agonía viviente. En serio quería desgarrarme la piel. Para borrar cualquier rastro de él de mi antes de que llegará a la locura.

Ya en el hotel, subimos a nuestras habitaciones a refrescarnos, bajaríamos en una hora para llevar a cabo el plan.

-Es una lástima que estemos aquí solo por trabajo -Anna estaba que lloraba-. ¡Estamos en el país del amor! Es irónico venir a París y no salir a una cita en semejantes paisajes como los que nos ofrece esta ciudad -suspiró profundamente y siguió investigando en su laptop.

Agentes Secretos. (DISPONIBLE EN DREAME)Where stories live. Discover now