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A estas alturas la respiración era caliente en su cuello, pero El Chico no podía ver nada excepto una sombra mientras irrumpía fuera de las puertas de la oficina. Tenía una parada más: de vuelta a la casa en la que había crecido con padres que ahora lo extrañaban más de lo que nunca lo habían amado. Allí El Chico tiró de la espina marchita en su costado y en la sangre garabateó "Te amo. Nunca voy a volver." Con eso gritó para que Flattop y Rattail lo sacaran. A medida que salía los brazos de la sombra lo alcanzaron y se sintió atrapado por un momento. Era el segundo más frío de la vida de El Chico. Se sintió como que duraría por siempre, como si su corazón se hubiese detenido. El Chico respiró hondo mientras colapasaba en el suelo sobre las chicas. Escondió las píldoras. Supo que explicarles lo que fuera, especialmente sobre un otro-mundo, solo las induciría a ataques de risa. Sintió un escalofrío. Era como si algo lo hubiera seguido a través de todo. Pero El Chico enterró el sentimiento y se permitió estar contento con la satisfacción de tener todas las píldoras que necesitaría por un largo tiempo.


El Chico Con La Espina En Su Costado -Pete WentzWhere stories live. Discover now