14: Heal.

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"Toma mi pasado y toma mis pecados, como una vela vacía toma el viento. 
Y sanar, sanar...
Toma mi corazón y toma mi mano, igual que el océano toma las arenas sucias. 
Y curar, sanar"—Tom Odell.

Siento que no puedo quedarme bajo la vista de ningún ser vivo porque me siento demasiado avergonzada. No me importa nada, corro hasta mi casa todo el camino, la mochila rebota contra mi espalda con cada zancada que doy, con cada piedra que esquivo.

Cuando el dolor de mis piernas me pide a gritos que me detenga, corro más rápido, hasta que mis músculos queman al igual que mis huesos, debido al duro camino en el que corro y que llevo botines con cinco centímetros de tacón.

Pero eso no me importa. Estoy tan enojada que no dejo que el dolor y el fuego de mi interior me interrumpan. Los pies me arden, me prometo jamás volver a ocupar tacones, no importa si son tres centímetros o veinte.

Cuando por fin entro a mi casa vacía azoto la puerta de la entrada, dejo caer mi mochila en una lugar del pasillo de la entrada, me quito los botines y los tiro con fuerza contra la pared, descargando mi rabia en mis zapatos, pero no me siento mejor.

Mi respiración se acelera y mis ojos vuelven a nublarse, agarro mi cabeza entre mis manos y entierro mis dedos en mi cabello, sin saber qué hacer.

¿Por qué?

Me dirijo al baño y me desvisto rápidamente. Una vez que ya no queda nada de tela en mi cuerpo me meto a la ducha y dejo que el agua helada corra por mi cuerpo.

Me mantengo rígida bajo el chorro de agua, hasta que mi cuerpo se relaja por sí solo. Me quedo ahí sin tomar en cuenta el tiempo, dejo que mi cabeza se drene de pensamientos y que mi corazón se congele con el resto de mi cuerpo, para que de alguna manera deje de doler. Me quedo así hasta que ya no siento mis labios y mi cuerpo se sacude tan fuerte que tengo que luchar para mantenerme de pie.

Salgo de la ducha y me envuelvo en una toalla, pero al entrar en calor a medida que pasan los segundos, los pensamientos atacan y vuelvo a sentir esa mezcla de impotencia y tristeza tan grande. Deseo volver a la ducha de inmediato.

Estoy tan frustrada. Puse tanto esfuerzo, tanta dedicación y profesionalismo en ello, ¿quién pudo hacerme algo como esto?

Camino hasta mi habitación, me visto en un pijama abrigador, seco mi cabello y saco todas las mantas que necesitaré para luego ubicarlas sobre mi cama. Me dirijo a la cocina a hacerme una infusión, espero a que el agua hierva y luego pongo una bolsa de té verde, sin azúcar.

Cuando estoy en el camino de vuelta a mi habitación voy por mi teléfono, el cual está en el bolsillo externo de mi mochila. Mientras avanzo por el pasillo llamo a Roxy, pero ella no responde, recuerdo que sigue en clases y yo me escapé, sin más rodeos, del instituto.

Pandora también está en clases y no planeo molestarla. Incluso pienso llamar a Lola, pero creo que sería un poco humillante contarle a todo el mundo lo que acaba de suceder.

Mi última esperanza es Adrien, así que mientras me siento en mi cama oprimo llamar.

Diez timbres más tarde el buzón de voz hace su solicitud, esta es la única vez que la acepto:

Hola, Adrien. Sólo quería hablar contigo...—suspiro—espero que todo esté bien en Toronto, aquí las cosas no están...de lo mejor. Por favor, llámame. Te extraño.

Corto el mensaje y dejo mi celular lejos. Me tapo hasta la barbilla con las mantas e intento dormir, esperando que la próxima vez que abra los ojos las cosas no apesten tanto.

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