• Cap. 3 •

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Entramos al edificio y tomamos el elevador. Mi papá oprimió el botón con el número 7 y el elevador comenzó a subir.

Cuándo se detuvo, ambos salimos de el con las maletas en mano.

- Toma, hija.- me extendió la llaves del apartamento y yo las tomé.

Al abrirlo me sorprendió mucho como estaba todo decorado. a decir verdad, mi papá no tenía mal gusto después de todo.

- Linda foto - señalé el cuadro gigante que estaba colgado en la pared.

- Me alegro que te guste...- cerró puerta con el pie dejando las maletas en el piso. Seguí observando la sala hasta que me detuve a ver una foto mía con él cuando yo era pequeña.

- ¿en serio, papá? - la agarré y se la mostré - ¿esta foto?

- Oh vamos, te veías tan tierna con pastel en la cara - rió yo sólo rode los ojos y devolví la foto donde estaba.- ¿Quieres ver tu habitación?

- ¿Es una broma? - lo miré - ¡Claro que sí!

Ambos nos dirigimos a donde estaba mi habitación, él me había dicho que la había decorado muy bien... esperemos que sí.

Al abrir la puerta me encontré con un cuarto muy amplio con una cama, dos mesas de noche a los lados, las paredes estaba pintadas de color blanco, cortinas azul Aqua (mi color favorito) y un closet con espejo.

- Wow - dije yo entrando - es hermosa - me tiré en la cama.

- entonces, ¿sí te gusta? - me miró con cara de preocupación.

- ¡Muchísimo! - exclamé yo sentándome en la orilla de la cama.

- Que alivio - sonrió y se sentó a un lado de mi.- ¿quieres desempacar o comer?

- Comer, tengo tanta hambre que podría comerme una vaca entera - reí y el me miro extraño.

- Bien, ¿te parece pizza?

- sí - conteste yo con una sonrisa.

Salimos del apartamento para ir a buscar pizza porque en realidad tenía muchísima hambre.
Tras buscar durante un rato, encontramos una domminos que estaba justo en el centro de la ciudad, mi papá se estacionó fuera del local y nos adentramos en el.

- ve a buscar una mesa mientras yo iré a pedir - me ordenó el e hice caso.

Me senté a un lado de la ventana, podía ver la gente pasar en autos, bicicleta o incluso caminando.

- Que bella ciudad - susurré. Me quedé observando un rato hasta que un grito me saca de mis pensamientos.

- ¡¡¡CORRE MANGEEEEEL!!! - decía corriendo un muchacho alto.

-¿Pero qué?...- me reí.

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