1.-El Regreso

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Después de mucho estaba de nuevo en un aeropuerto, rodeada de gente normal, con mucho ruido a mí alrededor, gente con equipaje caminando tranquilos, respirando un aire con olor a ciudad. Después de casi cuatro años estaba a punto de regresar a casa, no sabía que encontraría; para ser honesta, no sabía aún sí quería regresar. No me fui de la mejor manera pero, después de saber que aparentemente fui dada por muerta un par de años atrás sería mejor aparecerme. Sólo una cosa temía, la reacción de Jenn, mi hermana. Una parte de ella sería más que feliz de verme, pero la otra parte de ella me odia y sé que siempre lo hará. Una nota explicando el porqué no me vería más no era suficiente, nunca lo sería. Para ningún ser querido es grato ir en busca de alguien a su casa porque no se aparece en el trabajo, porque no responde al teléfono y no da señales de vida y llegar y encontrar una nota que diga: "Necesito encontrarme y probar mis límites. No sé cuando regrese... C."

Jenn, es la persona más importante de mi vida. Aún recuerdo cuando llegó a casa, yo tenía apenas cinco y ella tres, mi madre, Alicia, se hizo cargo de ella, nunca me dijo como ella llegó a parar en sus brazos pero, era sólo cuestión de tiempo para olvidar preguntar y amarla con locura. A pesar de ser yo la hermana más grande, ella siempre cuidaba de mí; siempre fue más responsable, más madura, más soñadora, todo lo que yo no era. Mi padre, era un político muy respetado, Robert Sanders, hacía todo lo posible para que yo siguiera sus pasos pero, mis pasos iban en una dirección diferente. Vio con muy malos ojos la llegada de Jenn a nuestra familia pero, al ver y leer reportajes de la noble acción que la familia Sanders hizo al acoger a una niña indefensa le hizo cambiar de parecer. Aun así, nunca congeniaron. Todo cambió cuando mamá murió, un cáncer invasivo llegó silenciosamente y se la llevó en menos de dos años.

A mis dieciocho años y sin tener nada descifrado aún, mi mundo se vino abajo. No recuerdo haber sentido tanto dolor como en ese momento, los excesos, como parte de mi duelo, no se hicieron esperar. Un choque y dos sobredosis casi acaban con mi vida en un lapso de cuatro meses. A los cinco meses de la muerte de mi madre, se leyó su testamento. En realidad eran muy pocas las cosas que ella poseía pero, realmente significativas. Sus joyas debían ser vendidas y el dinero de eso sería repartido a la caridad, tenía dos propiedades a su nombre una sería para mí y otra para Jenn, el dinero igualmente, sería repartido en partes iguales entre mi hermana y yo. Faltaba una cosa, su tesoro más preciado, el hospital. Era enfermera en ese lugar cuando conoció a mi padre, poco tiempo después el hospital comenzó a estar falto de fondos y papá ayudó, por lo que con el tiempo mi madre se adueñó de ese lugar, convirtiéndolo en el Miracle General. Cuando ella comenzó a mostrar síntomas de la enfermedad, dejó el lugar en manos de Alex Green, su mano derecha y amigo de la facultad, confiaba en él a ciegas y tenía motivos para hacerlo, era un gran hombre. Estaba casi segura que mamá dejaría eso en manos de Alex y Jennifer. Ella estaba ya enfilándose para la carrera de médico. Pero mi sorpresa fue cuando el abogado dijo que el Hospital estaría a cargo de tres personas: Alex, Jennifer y yo. Aún recuerdo ese día, el día en que mi vida dio el primer giro.

La señorita Jennifer Sanders, poseerá el treinta por ciento de las acciones. El señor Alexander Green, poseerá el veinte por ciento de las acciones y será el asesor del presidente de la junta directiva. Y la accionista mayoritaria del recinto será la señorita Christina Sanders con el cincuenta por ciento restante y presidente de la junta directiva explicaba el abogado a todos los presentes. Tom, el eterno abogado de la familia.

Podrán imaginar la cara que puse cuando escuché mi nombre como accionista mayoritaria de un lugar del que apenas conocía la fachada. Y las caras de las personas en el despacho de mi padre, proyectaban el mismo desconcierto. Después de algunos minutos más de lectura del testamento, al cual no presté atención, Tom dijo que necesitaba hablar conmigo a solas. Por un momento creí que diría que se equivocó al leer el testamento y me llama para rectificar que lo único que quedaba para mí era algo de dinero y la casa, pero no fue así.

Mareas del TiempoWhere stories live. Discover now