5.- Nuevas Memorias

16.1K 1.1K 340
                                    

Mi regreso a la sociedad se tenía que dar tarde o temprano así que mi abogado arregló todo para resucitar oficialmente. Tenía que presentarme ante un juez y contar lo que había pasado. Aparentemente se me debían hacer un par de exámenes, uno psicológico y otro médico. Tom desechó el segundo argumentando que ya se me había practicado un examen cuando recién llegué, obviamente no era cierto, pero no quería hacerme pasar un mal rato, lo cual agradecí enormemente. El examen psicológico fue más rápido de lo que creí y pronto me encontraba frente al juez quien me regresaba a la vida. Al salir de la corte tenía a muchas cámaras y reporteros sobre mí haciendo millones de preguntas, algunas incomprensibles y otras rayando en lo burdo. El regreso a casa fue más tranquilo, aunque al llegar tenía a unos cuantos reporteros en la puerta de mi edificio, así que pedí a Alex que cambiara de dirección y me llevara a su apartamento. Minutos después nos encontrábamos frente al enorme edificio cerca del Ontario Lake.

―Podría vivir aquí ―me tiré sobre el sofá de tres plazas.

―Si prometes no almacenar toda la despensa en tu estomago seguro no tendremos problemas ―pasó una mano sobre mí, algo abultada, barriga.

―Estos kilos son de pura felicidad ―nos echamos a reír―, y esa felicidad quiere más felicidad así que, ¿podemos ir por pizza?

―A diferencia de ti, yo si tengo mucho trabajo por hacer. Hay papeles que deben ser entregados a la junta directiva, entre ellos el papel que te activa nuevamente como la dueña del hospital.

―Quizá mañana sea un buen día para reaparecer ―lo vi sonreír―, pero ahora mi estómago está más que vacío, ¿seguro que no quieres venir? ―le dije poniéndome de pie.

―No, gracias, pero a ti te caería bien una buena caminata antes de recuperar lo que hayas perdido ―sabía que había ganado de peso, pero para ellos esto resultaba muy gracioso.

―Está bien, a partir de mañana estoy a dieta ―le guiñé el ojo y me dirigí a las escaleras para hacer más hambre aún.

Creí por un momento morir cuando me toqué el bolsillo derecho trasero y no sentí mi pequeña billetera, lo cual implicaría que tendría que subir de nuevo al quinto piso de un edificio con el elevador descompuesto. El alma me regresó al cuerpo cuando sentí mi billetera en el otro bolsillo. Alegremente me dediqué a contemplar la playa y a la gente jugando, parejitas besándose, niños corriendo, ya saben lo normal. Me alejé un poco de la playa y pronto me encontré muy cerca del estadio de los Blue Jays, por la gran cantidad de gente que había cerca supuse que habría partido, así que me decidí a comprar un boleto y comer unos hot-dogs dentro del estadio. Estaba pensando en la deliciosa sensación de comer pronto que no me di cuenta cuando choqué con una persona y al decir choqué me refiero a que prácticamente la atropellé.

―¡Ouch!

―Lo siento muchísimo, estaba totalmente distraída ―me disculpé mientras le ofrecía mi mano derecha para ayudarla a levantarse.

―Ya me he dado cuenta ―replicó con una sonrisa cuando se levantó. ¡Dios! Que cara tan más bonita.

―En mi defensa estaba muy concentrada pensando que comer cuando tu apareciste.

―Yo no me aparecí, ya tenía unos buenos minutos aquí y ―su cara palideció inmediatamente cuando detalló cada facción de mi cara―... Eres Christina Sanders.

―¿Puedo saber cómo me conoces? ―pregunté curiosa.

―Tu foto está en la recepción del lugar donde trabajo.

―Haré que quiten eso. Estuve ahí unos días y es muy extraño.

―¡Oh, por Dios! ―me asusté al escucharla, prácticamente, gritar― Hablé contigo en la azotea. Eras tú ―descifró con una mezcla de emoción y terror a la vez.

Mareas del TiempoWhere stories live. Discover now