Capítulo dieciocho

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El día siguiente mi hermano fue lo suficientemente considerado como para sacarme de mi jaula y llevarme a dar una vuelta por la ciudad. Vino a buscarme muy temprano para no pillar colas en el Empire States. Aún así tuvimos que esperar más de media hora, pero mereció la pena. Las vistas de Nueva York desde allí eran indescriptibles.

-¿Te gusta, eh, enana?- dijo ante mi mandíbula desencajada.

-Es… Es… No tengo palabras…

Diego se rió y devolvió su mirada al horizonte. Me acerqué a él y rodeé su cintura con los brazos.

-¿Qué haces?- dijo riendo.

-Te he echado de menos.

Llevaba desde Navidades sin verlo. Para mis padres era imposible pagarle un billete de vuelta a España cada fin de semana, por lo que estaría fuera de casa muy a menudo hasta que terminase los estudios.

-Y yo a ti idiota…- dijo con dulzura acariciándome la cabeza.

Podíamos discutir y fingir llevarnos como el perro y el gato, pero ambos sabíamos que en realidad, no podíamos vivir el uno sin el otro. Y estar a tantos kilómetros del otro nos dolía. Pero era su sueño, y contra eso no había nada que decir ni hacer.

Que mi hermano me dedicase el día me alagaba y me entristecía a la vez. Cuando tuviese que separarme de él, iba a costarme mucho.

Comimos en China Town y paseamos por Central Park. No parábamos de entrar y de salir de taxis amarillos y aquel ajetreo me hacía sentirme viva. El flujo de gente por las calles y el agobiante tráfico hicieron que me olvidase de Harry por completo. De One Direction. De todo. Solo estábamos Diego, yo y Nueva York.

Pero Louis no tardó en abrirse paso a mis pensamientos en cuanto mi hermano me dejó en el hotel. Me mandó un mensaje diciéndome que saldríamos por la noche y que pasaba a buscarme a las 10.

“¿Quiénes iréis?” Pregunté. No quería ver a Harry.

“Eleanor, Liam, Andy y Niall. Paso a buscarte a las 10”

Aquella última frase no daba lugar a elección. Iba a buscarme y me sacaría de la habitación aunque tuviese que arrastrarme.

Me puse un vestido negro  ya que era el más elegante de toda la ropa que había llevado. Cuando lo encontré en la maleta pensé. ¿Para qué he metido esto? Pero la verdad era que había resultado útil. Me metí en el baño y me maquillé. Cepillé mi pelo y logré un buen moño. Competir con Eleanor Calder respecto a belleza no sería fácil.

¿Competir? Me dije a mí misma. ¿Desde cuándo vas a competir con ella Adri?

Algo en mi cabeza no funcionaba muy bien.

Louis me dio un toque a las 10 en punto. Era puntual el chico. Cuando bajé me encontré con que el asiento de copiloto ya estaba ocupado. Eleanor me sonrió ampliamente y cuando me situé detrás me sujetó la mano y la apretó con fuerza.

-Me alegro de verte Adriana- dijo entusiasta.

Le devolví una sonrisa nerviosa.

-Lo mismo digo Eleanor.

-Hola, Adri- saludó Louis guiñándome un ojo.

-Hola, Lou- respondí manteniendo la sonrisa.

Durante el trayecto Louis entonó las canciones de la radio mientras Eleanor y yo nos mirábamos y reíamos. Pero ella tenía un algo en los ojos que aparecía cuando le miraba. ¿Era tristeza?

Son imaginaciones tuyas Adri, que estás paranoica...

Cuando llegamos al bar, Andy me saludó agitando la mano mientras Liam y Niall corrieron hacia mí. No había podido estar con ellos los días que llevaba allí. Niall me abrazó levantándome unos centímetros del suelo.

-¡Oh, Adri! ¡Te hemos echado mucho de menos!

Sencillamente, aquel chico era fantástico.

Liam se acercó a mí más pausado y me dio un delicado abrazo.

-Me enterado de lo de Harry…- susurró en mi oído- ¿Quieres hablar?

-Quizá más tarde- esquivé su proposición con una sonrisa.

No me sentía del todo preparada para hablar sobre el tema.

Los chicos no pararon de hacer bromas, y cuando me encontraban ausente, con la mirada perdida, absorta en mis pensamientos que generalmente se centraban en Harry, trataban de integrarme de nuevo en la conversación. Mientras los cuatro se acercaron a la barra, me quedé junto con Eleanor.

Al ser las únicas chicas entablamos conversación rápido, y a decir verdad, resultó ser muy agradable. Había insistido cientos de veces en que la llamase “El”. No dejaba de sonreír, excepto cuando Louis se acercaba demasiado a ella. En esos momentos se la notaba tensa. ¿Qué la pasaba?

En el momento en que nos quedamos a solas, su móvil sonó. Miró la pantalla, sonrió, luego miró a Louis y finalmente a mí.

-Discúlpame, debo contestar.

-Sin problema- dije yo.

Me fijé en su reacción cuando descolgó. Parecía muy alegre al escuchar la voz de la persona en la otra línea. Louis se acercó a mí y apoyó el brazo en la mesa. Dirigió una mirada rápida a su novia y luego a mí.

-Pobre Adri que se ha quedado sola…

Me incliné hacia delante colocando los codos sobre la mesa entrelazando mis manos con una sonrisa de lado.

-Ya no. Ahora gozo de tu gran compañía.

Él rió.

-¿Puedo invitarla a algo, my Lady?- preguntó tendiéndome el brazo.

Me puse en pie y pasé mi brazo por el suyo.

-Como guste, my Lord.

Eleanor no tardó en unirse a nosotros en la barra.

-¿Quién era?- preguntó Louis.

-Emm… una amiga- pareció dudar Eleanor.

Louis alzó el dedo pulgar como aceptación y luego siguió hablando y riendo.

-Los chicos tienen mañana una entrevista…- murmuró Eleanor. La miré intrigada- Yo iré de compras y me preguntaba… ¿Querrías venir?

¿Eleanor Calder me estaba preguntando si quería ir con ella de compras? Quise pellizcarme en aquel momento. Aquello olía a Louis, no quería que me quedase sola, ¡pero qué más daba!

-Claro- acepté con una sonrisa.

-Recuerda, mañana a las 11. ¡Pasaré por el hotel a recogerte!- dijo Eleanor desde la ventanilla de copiloto cuando me hube bajado del coche.

-Estaré lista- luego me dirigí a Louis- Gracias por traerme.

-Un placer- respondió él alzando el ala de un sombrero invisible.

Cogí el móvil de mi bolso y encontré tres llamadas de Harry y un mensaje. Lo seleccioné y lo borré sin leerlo.

Llevaba todo el día sin pensar en él. Y no iba a arruinarme eso.

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