Capítulo 18

2.1K 215 11
                                    

Samuel hablaba con uno de ellos mientras las agujas del reloj se movían marcando mi fin. Habían pasado veinte minutos y mi corazón sentía como cada segundo se apagaba más. No quería morir, no ahora, no por él.

Observé mi alrededor mareada, me habían drogado con algún liquido extraño. Todo daba vueltas, mi piel no dejaba de sudar y la voz de mi asesino resonaba por todas partes. Me encontraba tirada en el suelo, moverme me mareaba más, pero quedarme acabaría con mi vida.

De pronto, uno de ellos salió corriendo dejando la puerta abierta. Miré a Samuel, estaba concentrado en el hombre con el que no había dejado de hablar, por lo que vi mi oportunidad perfecta.

Me levanté, o más bien, me arrastré, en silenció. Asegurándome que no me veían, y me moví intentando olvidarme que todo a mi alrededor daba vueltas.

—¡Señor! —gritó su amigo al verme.

Mierda.

Salió de mí mientras huía por los pasillos sin saber mi destino.

—¡Lia, no tienes escapatoria, nunca podrás salir de aquí!

Sabía que no podría escapar, ni esconderme durante mucho tiempo, sin embargo, esperaba que ocurriese un milagro que me salvaría. Más concretamente, esperaba que Harry encontrase a Henry a tiempo y este vendría.

Aunque había un pequeño detalle que no me dejaba tranquila.

¿Le importaba, aunque fuera un poco, a Henry?

¿Vendría a rescatarme?

Al fin y al cavo él había matado a mi madre y a mi hermana, y había jugado con el cuerpo de esta última. Claro que esto me vino bien ya que la había recuperado.

Empecé a marearme más, no encontraba forma alguna de salir de aquel lugar con vida.

Me escondí en un armario hasta que pasará el ayudante de Samuel que me buscaba. No obstante, a pesar de parecer un armario, entré en una habitación.
Estaba llena de pilas de archivos ordenados en estanterías de metal.

Me pasee por ellos esperando que allí nunca me encontrarían. Cuando leyendo uno de ellos elegido al azar, descubrí que eran archivos de todas las víctimas de Samuel y sus cazadores.

—Dios... —salió de mi al ver más de mil víctimas escondidas entre aquellas carpetas con hojas viejas.

Tiré, o más bien, dejé caer el archivo que tenía en mi mano y empecé a leer dando importancia a cada uno de los nombres que había, lamentando aquellas muertes y dando mi más profundo pésame.

Caminé queriendo conocer aquella masacre creada solamente por odio entre Henry y Samuel, hasta que un nombre me dejó bloqueada y tuve que leerlo un par de veces para asumir lo que ponía.

Anabella Delfom.

Era el nombre de mi madre. Aquella fue la primera vez que lo leía por completo, nunca me había gustado nombrarla y de pequeña la llamaba mama, por lo que solamente su nombre ya me bloqueó. Mas pensar en que los chicos la mataron y que no tenía lógica que estuviera allí. No podía aparecer. No podía ser otra víctima de aquel sujeto. No quería.

Agarré el archivo dispuesta a enfrentarme a lo que ponía cuando una brisa algo fría me advirtió de que no estaba sola en la sala.

El muchacho caminaba abatido por las oscuras calles de aquella mala zona. Rendido y agobiado se esforzaba en no caer al suelo. No podía perder tiempo, la vida de la chica que amaba estaba en riesgo.

Sin embargo, ya no sabía dónde buscar. Se había recorrido cada esquina de aquella ciudad sin resultado alguno.

Rezaba porque no se pasará el tiempo, porque no llegase la hora. Por encontrar a quien culpaba de su miseria.

De pronto algo se movió en la oscuridad. Al principio lo ignoró creyendo que era alguna rata armando alboroto, pero entonces vio zapatos caminando hacia él y el corazón le dio un vuelco de esperanza.

—¿Me vas a ayudar?

No contestaron, solo le miraron serios.

—¿Vamos a salvarla?

—Sí, Harry, no vamos a dejar que muera.

—Gracias— soltó sin importarle mostrar aquellas lágrimas de desesperación mezcladas con esperanza que resbalaban por sus mejillas.

—Todo irá bien, ella estará bien —finalizó un chico de pelo rubio agarrando a Harry para ayudarle a levantarse.

—Sí —se convenció este último recuperándose.

Uno de los esbirros de Samuel me había atrapado y llevado hasta su amo.

—Ha sido una tontería —declaró.

—¿Qué es esto? —pedí saber sin escucharle.

—Ni deberías tener eso— aseguró quitándome de las manos— No te pertenece.

—Es mi madre, lo era, quiero saber cómo murió.

—Eso ya no importa, olvídalo.

—No. Vas a matarme, ¿Qué más te da contarme la verdad antes de hacerlo?

—No. No puedo.

Dejó el archivo en una mesa y caminó hasta un armario. Al abrirlo reveló un montón de armas, desde pistolas hasta cuchillos.

—¿Cómo prefieres morir?

—Aún no es la hora —intenté huir.

—Se han pasado 45 minutos desde que Harry se fue. La hora ha pasado hace rato. Elige o elijo yo y no te va a gustar mi método.

—Daga —elegí creyendo que se la podría quitar de las manos.

—¿Segura?

—Si.

—Bien, acabemos con esto rápidamente.

Se acercó a mi mientras yo retrocedía.

—No lo alargues más, será peor para ti.

Esta tan asustada y perdida. No sabía qué hacer y me había chocado con la pared por lo que no podía retroceder más.

Cerré los ojos y me preparé. Sabía que Henry no aparecería y casi rezaba porque Harry tampoco lo hiciera ya que acabaría matándolo conmigo.

Aparte mi rostro esperando que fuera rápido e indoloro. En aquel intervalo de segundos me dio tiempo a ver a todos y cada una de las personas que me rodeaban.

Mi madre.
Mi padrastro.
Tyler.
Danic.
Luke.
Niall.
Louis.
Vanessa.
Calum.
Michael.
Ashton.
Amelia.
Jaime.
David.
Mi adorable hermanita.
Mi querido Dylan.
Y, por supuesto, mi amado Harry.

Puede, y solo puede, que, aunque lo quisiera evitar entre aquellos pensamientos estuviera alguna escena de Henry, en algún momento en el que hubiera sido bueno conmigo, cariñoso o protector, pero había dos contadas y seguramente lo actuaba por su propio bien.

—Adiós, Lia —despidió con diversión Samuel.

De nuevo mi vida dependía de un hilo al que no le quedaba mucho tiempo para romperse.

—Adiós, Harry —susurré sonriendo, al menos pensar en él me tranquilizaba.

Amor vampirico (SpV#3)Where stories live. Discover now