Capítulo 3

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Pero, a dónde iba a ir. El juego de palabras daba vueltas y vueltas en su cabeza. No había descansado nada durante esa noche. Pensó y pensó, cada una de esas palabras iban a volverla loca. Se dejó caer sobre su cama, se sentía frustrada. Pero de un momento a otro pudo por fin completar el puzzle en su cabeza. Recordó que en una colina cerca de la ciudad, se encontraba la entrada a una cueva, donde a las personas se les tenía prohibido entrar. En ese lugar habían ocurrido muchos asesinatos y muertes brutales, se crearon diversas historias al respecto. Podría ser esa la cueva que ella buscaba.

Se dirigió rápidamente en dirección a ese lugar. Aún no amanecía, las calles estaban vacías, no había nadie, a excepción de un pequeño perro que comenzó a seguirla. Le hizo gestos para que se fuera, pero sólo logró entusiasmarlo. Siguió su camino con su nuevo amigo, al que llamó Sam. Al llegar a la colina, observó nuevamente que no hubiera nadie cerca. En su mano derecha llevaba una linterna con la que guiaba cada paso que daba. Caminó durante horas hasta hayar la cueva. Ya casi estaba amaneciendo cuando encontró la entrada a ésta. El brillo del sol iluminaba su repugnante interior, de huesos y carne descompuesta. Los restos parecían ser de animales. Apagó la linterna y cerró sus ojos, para evitar la horrenda escena. El perro que la acompañaba salió huyendo asustado antes que ella entrara.

-Debo encontrar la máquina, para que volvamos a estar juntos, mi amor -se repetía en su cabeza, una y otra vez, para así darse fuerzas a ella misma. Su corazón latía muy fuerte, al sentir los restos de cadáveres con su tacto.

Al llegar al final de la cueva se encontró con una hermosa caída de agua, era cristalina y tan helada como el hielo. No podía ver dónde comenzaba ni dónde terminaba.

-"Encuentra la cortina de cristal, tras de ella encontrarás su entrada" -recordando las palabras escritas en el libro, observó detenidamente su alrededor.

Al ver a través de la cascada, lo había encontrado, la continuación de su camino. Hojeó rápidamente el libro, lo guardó dentro de su mochila y comenzó a caminar por el costado del enorme vacío. Finalmente encontró la entrada al lugar donde estaba oculta la máquina. Miró detenidamente la próxima cueva, era más grande que la anterior y la brillante cascada podía iluminarla. Su cuerpo se paralizó al ver lo que había en su interior. Dentro habían muchos cadáveres, incluso habían cuerpos que les faltaban extremidades. Alessa respiró profundamente y sólo visualizó la imagen de Dante en su cabeza, porque si ella se encontraba en ese lugar era por él.

Respiró profundamente y comenzó a caminar rápido por entre los cuerpos. Cuando estaba a unos pocos pasos de salir de ese pasillo de rocas, tropezó con un brazo cercenado que se encontraba en medio del camino, cayó sobre un piso diferente, era de madera, y frente a ella apareció una pequeña puerta, desgastada por el paso del tiempo. Dentro habían estantes con libros antiguos y una mesa con hojas y papeles escritos. Alessa cayó sobre sus rodillas por la emoción, al ver una gran máquina al final de la habitación, era la máquina de la vida. Caminó hacía la mesa y tomó una de las hojas, en ella estaba escrito algo sobre una cápsula llamada, "Cápsula Criogénica" de la cual decía que serviría para guardar el cuerpo durante el tiempo que se necesitara para detener su descomposición. La chica no quiso perder más tiempo y se dirigió lo más rápido que pudo hacia el cementerio, no le importó tener que volver a pasar por entre los cuerpos muertos por los que había pasado antes, solo deseaba llegar a la tumba de su novio lo antes posible.

Ya anocheciendo llegó al cementerio, solo se encontraba ella y las tumbas de aquellas difuntas personas, no había nadie más en ese lugar y el guardia aún no comenzaba a hacer su turno, llegaría en una hora más. Se dirigió hacia la caseta del panteonero para buscar una pala con la cual poder cavar sobre la tumba de Dante, la puerta de la caseta estaba cerrada con llave, pero había una ventana a un lado de ésta, tomó una piedra y la arrojó contra el vidrio rompiéndolo en muchos pedazos para así poder entrar. Una vez dentro buscó una pala y al encontrarla salió y comenzó a correr hacía la tumba de su novio.

Comenzó a cavar, fue un gran esfuerzo pero lo consiguió, estaba parada sobre aquel cajón que contenía el cuerpo de su novio, las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas sin darse cuenta. Con las manos sucias por la tierra secó sus lágrimas y abrió la tapa del ataúd para luego sacar el cuerpo de su amado, en aquel momento un gran dolor invadió su corazón, pero tenía que ser fuerte para así llevar el cuerpo a la cápsula y poder así traerlo nuevamente a la vida, junto a ella.

Caminó agotadamente de regreso a la cueva, aunque ella no poseía una gran fuerza fue capaz de llevar el cuerpo consigo, al llegar dejó el cadáver en la cápsula y la cerró, miró fijamente el pálido e inerte rostro de Dante, puso su mano sobre la puerta de la cápsula y sus lágrimas comenzaron a brotar. Luego de un momento se dirigió hacia la mesa donde comenzó a revisar cada una de las hojas. Su rostro se volvió pálido al leer lo que había encontrado entre todas esas hojas, retrocedió y se sentó en una silla cubierta de polvo, se inclinó hacia el frente y con sus manos cubrió su rostro, comenzando a llorar nuevamente.

Blood & LoveWhere stories live. Discover now