"Y éste fue hecho con chocolates suizos, está mezclado con vainilla y tiene un pequeño toque de chile, además lo mezclé a la perfección dentro de mi propia versión con canela de la masa choux."
Matthew cerró sus ojos brevemente mientras saboreaba el siguiente postre de la bandeja que se encontraba frente a él. El adorable contador estaba sentado en un taburete alto opuesto a Francis en el mostrador, su corbata estaba desanudada y su maletín yacía olvidado a su lado. Francis sólo podía sonreír encantado, casi dejando que un pequeño suspiro se escapara de sus labios. Podría observar a Matthew probar sus deliciosas creaciones durante todo el día. De hecho, tenía la intención de hacer exactamente eso. Hacía justo una semana desde que Matthew había empezado a ir a su pastelería todas las mañanas, haciendo brillar el día de Francis justo cuando comenzaba, dándole algo que desear en las noches. Al principio, Francis le había preguntado a Matthew sobre su trabajo, pero rápidamente se dio cuenta que el contador no deseaba hablar de ello. Así que, en su lugar, hablaban sobre sus hogares, sobre música y arte, sobre comida, deportes y viajes. Y mientras más cosas descubría Francis, más quería saber. Por supuesto, se sentía ridículamente atraído por Matthew. Cómo podía no estarlo - él era guapo, y su cabello era fabuloso. Pero Francis también quería conversar con él, saber cómo se sentía, escuchar lo que él pensaba... no quería sólo acostarse con él. Claro que también deseaba hacer eso, tanto que dolía. Lo que le hacía preguntarse por qué no lo habia hecho ya. Después de todo, ya había pasado una semana - si hubiese sido cualquier otra persona, Francis se habría acostado con ellos y para ese momento ya los habría olvidado. A Francis le sorprendió descubrir que ésta era la relación más larga que había tenido, y ni siquiera era una relación aún.
Ya era viernes por la tarde y, para alegría de Francis, Matthew había decidido pasar por la pastelería de camino a casa. El olor de pasteles cocinándose salía de la cocina, la voz de la hermosa Madame Piaf forecia de los altavoces, y esa dorada tarde parecía durar no querer acabar. Algunos clientes iban y venían, pero toda la concentración de Francis se encontraba sobre el encantador chico ante él.
"Oh", dijo Matthew después de tragar la delicia de chocolate. Rió suavemente, sacudiendo su cabeza con asombro. "¿Cómo lo logras, Francis? Justo cuando pienso que ya he probado la cosa más deliciosa jamás creada, ¡me sorprendes con algo mejor!"
Francis sabía que él era el mejor chef pastelero que había salido de París, pero escuchar esos cumplidos de Matthew significaba, de alguna manera, mucho más para él que los cientos que había recibido antes. Se encogió de hombros modestamente y le dio a Matthew una diminuta y pícara sonrisa. "Querido, desde ahora mi meta en la vida será seguir sorprendiéndote."
Matthew también sonrió, alzando la vista a través de ojos entrecerrados. "Una meta la cual no creo que tendrás problemas en completarla"
Francis sintió cómo su corazón se agitaba. Nunca estaba seguro de si Matthew tenía la intención de sonar seductor cuando hablaba de esa manera, cuando lo miraba de esa manera; pero ese misterio sólo lo hacía más atractivo. Desde hacía años que Francis no se divertía tanto al coquetear. "Me siento halagado por la fe que tienes en mí."
"Pues honestamente, Francis," continuó Matthew, sentándose derecho y sacudiendo el azúcar de sus manos. "¡Eres como un mago!"
Francis colocó una de sus manos en su pecho y dio una pequeña reverencia. "Y tú eres encantadoramente amable."
"Lo que realmente quiero saber es ¡cómo no eres del tamaño de una casa!" Matthew bajó la mirada para examinarse a sí mismo. "Tengo sólo una semana visitando tu pasteleria y estoy seguro de que ya he ganado 4 kilos."
Francis se mofó. Podría vender membrecías de gimnasios. Hombros anchos, cintura delgada, esbelto con lo que parecía ser una cantidad perfecta de músculos debajo de ese traje... Francis dejó sus ojos vagar por el cuerpo de Matthew. "Tonterías, eres perfecto. Y todo está en la moderación, no? Además, me gusta un hombre con un poco de... suavidad en él."
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La Patisserie De La Rose
FanfictionEl contador Matthew Williams está acostumbrado a pasar desapercibido, ser ignorado y olvidado. Eso hasta que el repostero Francis Bonnefoy aparece como una ráfaga de color en su aburrida y gris vida. Esta historia pertenece a George deValier, yo sol...