Perdidos en un mismo lugar

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Habían pasado tres días desde aquel paseo y Caitlin seguía confundiéndose más y más.

Ese día el príncipe Barry la había tratado con cariño y tacto, le había perdido perdón por la imprudencia, y por haberla hecho enojar.

Había sido un día tan tranquilo y hermoso, donde habían hablado de libros, la vida, la muerte y de otros temas sin sentido, ese día el príncipe Barry había sido tan romántico. Caitlin creía que por fin había ya logrado algo con el príncipe Barry.

¡Qué equivocada estaba!

Después de la llegada de su paseo, Barry se había encerrado en su despacho, Caitlin no lo entendía ¿Había hecho algo mal? Pero Iris y Edddie le decían lo contrarío.

--No lo entiendo, estaba tan feliz, y ahora se encierra, diciendo que nadie lo moleste--decía Iris colocando sus manos en sus caderas y haciendo una mueca.

--Tal vez, yo hice algo mal--dijo Caitlin posando su mirada en su fino anillo de diamantes.

Estaban las dos sentadas en la mesa de té de su cuarto, viendo como la lluvia caía lenta y perezosamente por la ventana, mientras que una sirviente servía chocolate en las finas tazas de porcelana.

---Princesa, conozco a su majestad Barry, y su comportamiento me resulta muy raro, me confunde, no lo se, hay algo en su mente que no lo deja pensar con claridad.

---Tal vez --dijo Caitlin mirando las pequeñas gotas de agua caer

Tres días después Caitlin estaba en el despacho del príncipe Barry

--¿A sí que te vas al reino de Star? --dijo Caitlin 

--Si, tengo que ver unos arreglos mercaderes con el Rey, además de llevarle la invitación de la boda--dijo Barry serio -- Solo será una semana, después podremos encargarnos juntos, de los preparativos de la boda.

---Esta bien -- dijo Caitlin bajando la mirada.

Había pensado que por fin el príncipe Barry ya había abierto todas las puertas de su interior, para mostrarse tal y como era, que su matrimonio iba a empezar bien, pero el seguía cambiante y confundiendola más y más.

--Me acompañas a la salida.

No era una pregunta, era una orden.

Barry estiró su brazo y Caitlin lo tomó, caminaron en un silencio, hasta llegar a la puerta principal, donde una caravana de caballos y carroza, lo esperaban, ahí en la puerta se encontraban Iris, Joe, Eddie y Harrison.

--¿Esta listo para irse su Majestad?--preguntó Harrison a Barry

--Si, dame un segundo.

Barry se giro para quedar enfrente de Caitlin, con una mano tomó su cintura y con  la otra su rostro, para acercarlo hacia el suyo y plantar un beso profundo.

---Volveré pronto.--dijo a todos en general, Caitlin solo pudo tomar su mano y acariciarla, antes de que Barry se alejara de ella y subiera al coche real.

  Iris se acerco hasta donde estaba Caitlin.

--Verás que los días pasarán más rápido de lo normal-- dijo mientras le dedicaba una sonrisa

--Tienes razón.

Al día siguiente Caitlin se vistió normal, un vestido rosa pálido, y una capa dorada, el frío se colaba por la habitación,  una gargantilla, su broche y su anillo de compromiso.

No tenía ánimos de nada.

Bajó al real comedor privado y tomó el desayuno con Iris, Eddie y el Rey Joe, después de haber todos desayunado, Eddie y el rey Joe se fueron, dejando a las dos damas solas, estas se fueron al jardín, Caitlin tenía una idea.

--Iris, no quiero casarme delante de este deprimente jardín--decía Caitlin mientras se sentaban en una mesa a las afueras del castillo, dos sirvientes servían agua miel, y los guardias custodiaban las actividades de la futura reina.

--¿Qué sugiere usted majestad?-- dijo Iris curiosa.

---Quiero darle una sorpresa a mi futuro marido, traedme al jardinero, quiero hablar con el--dijo Caitlin sonriendo.

Y así quedo pactado, el jardinero, mandaría a traer, rosales , tulipanes y un sin fin de flores que combinarían con los colores cálidos, que caracterizaban al reino, mientras miraban los jardines, Cailin llamó a una de las sirvientas, necesitaba deshacerse de su capa.

--Tendrá que acostumbrase al clima cambiante, su Majestad--dijo el Jardinero sonriendo.

--Tiene, razón, en mi reino, el clima solo era frío, pero aquí en un tiempo esta helado, y al otro parece la casa de Hades.

--Así es aquí su Majestad--dijo Iris sonriendo.

Pasaron dos días, muy cansados para Caitlin, pero también muy desesperantes, el clima, no le agradaba mucho, y el hecho de estarse, poniendo y quitando capas la incomodaba.

Al cuarto día Caitlin, había amanecido con un fuerte dolor de garganta, no podía hablar, le asustaba mucho, sentía un nudo en su garganta, trató de llamar a Iris, pero no pudo, lo mejor que pudo hacer fue dormirse de nuevo, hasta que Iris llegara, con la sirvienta, para ayudarla a vestirse.

Iris caminaba hacía el cuarto de la princesa, por lo general, era ella la que la llamaba, pero ese día, no lo había hecho, con la sirvienta a su lado, se poso ante la puerta, y tocó suavemente...

No contesto....

Volvió a llamar, una, otra y otra vez....

Pero no obtuvo respuesta alguna.

Asustada Iris, ordeno a la Sirvienta traer las llaves de el cuarto, y al abrir encontraron a la princesa profundamente dormida, Iris camino, hacia ella, para levemente despertarla, pero cuando, la vio, quedó horrorizada.

Sus ojos estaban teñidos de morado, y sus labios, pálidos y resecos, cuando Iris tocó suavemente su frente, se dio cuenta de que la princesa, estaba hirviendo.

---Rápido, traedme, pañuelos  para apaciguar la fiebre, y ordenad una tina con agua fría   de los manantiales, la princesa esta grave, dios quiera que se alivie.

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