Mitos y Leyendas Peruanas

El gato de la carretera hacia el pueblo

En el pueblo de Tamará, provincia de Yauyos se cuenta que había dos niñas, una era mayor que la otra por tres años, estas se dedicaban al riego. Un día cualquiera se fueron al sembrío de papa que se encontraba a unos cuatro kilómetros del pueblo. Estaban de regreso ya a los dos kilómetros y se situaron en un lugar llamado Quilca, donde había una choza, sus dueños de esta choza la construyeron para que cuando a los que crucen por allí y se les haya hecho tarde se alojen hasta el día siguiente.

Pasa que iban caminando y ellas llevaban consigo una lampa para hacer su trabajo. Cuando cruzaban por Quilca se les había cruzado un gatito que maullaba con un tono desesperante, la mayor de las niñas le amenaza a la niña menor para que no agarre al gato, porque la menor quería levantar al gatito. La mayor pensaba que el gato pertenecía a los dueños de la choza, y por miedo a que le puedan resondrar espanta al gatito y este se asusta y se escapa por los montales. Lo extraño de esto es que cuando seguían caminando, ya de noche y más adelante, se le aparece este mismo gato, pero era más grande. La mayor tiene un feo presentimiento, traga saliva y espantó al gato con la lampa que llevaba, este se asustó y se fue. Seguían caminando y se le apareció el gato, pero más y más grande, lo espantan nuevamente y este solo se iba. Ya llegando al pueblo se le apareció, ya no un gato sino un animal medio entre puma y gato, pero esta vez ya no escapaba, sino que tenía las ganas de atacarlas. Era grande, la menor estaba recontra asustada pero la mayor tuvo que tomar fuerzas, era su prima y tenía que protegerla, tomo la lampa y chancó la piedra y en retazos las piedras lastimaron al ''gato'' y este se fue. Cuando ellas llegaron al pueblo les contaron a sus padres, fue extraño lo que les pasó. Muy extraño. Anécdota de la mamá de mi papá. Le pasó a Maura Medina.

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