Capítulo II. Escaramuza en el muro de Traal.

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"No perdones a un enemigo, pues más adelante será el asesino de cien defensores. Piensa en las malas consecuencias de un acto piadoso.

El Libro de la Verdad Absoluta


Las vías por las que patrullamos están formadas por muros y bóvedas de construcción fibrosa pero de sensación suave y algo resbaladiza al tacto; caminos de difícil tránsito en circunstancias pacíficas y más difíciles cuando se tiene la sospecha constante de enemigos al acecho. En estos corredores es común toparnos con otras patrullas y con un ir y venir de diversos habitantes, por lo general saturados de Roodglobiloujkorpers, o "korpers" para abreviar. Son los encargados del transporte del oxígeno necesario para la supervivencia de Elas-Bodái. Rechonchos y bajos, trabajadores duros, su única utilidad en el combate es la de señalar el punto donde se localiza un conflicto, pues siempre corren en dirección contraria. No hay desprecio en lo que digo, sino la comprobación de que todos tenemos un papel qué cumplir en la vida y que su tarea es de índole muy distinta aunque igual de pesada, porque si a los combatientes nos pidieran ayudar en trabajos de tal naturaleza y al ritmo en que ellos los hacen, nos rendiríamos antes de un ciclo mediano. A esto hay que añadir un espíritu servicial y cordial, innato en estos compañeros, en especial para combatientes como nosotros.

– ¡Eh! ¡Korper! ¿Tienes algo de aire fresco para una xeldarh? –Pregunta Linn a uno de estos obreros. La respuesta conlleva siempre una camaradería que solo los habitantes de Elas-Bodái son capaces de manifestar.

– Para una defensora, o lo hay o lo buscamos –contesta una korper. Y conforme pasa a nuestro lado, no solo ella, sino varios de sus compañeros ofrecen el fluido vital a Linn y al resto del grupo.

– No hay amabilidad más grande que la de los korpers –dice Neut a modo de agradecimiento al tiempo que recarga sus reservas en el depósito que todo defensor lleva consigo.

– Servimos a Elas-Bodái –responde otro de estos obreros y mientras desaparece con sus compañeros en dirección contraria a la nuestra se despide con la letanía ritual–. Que la oscuridad desaparezca a su paso.

La oscuridad... La penumbra de los corredores es un medio que dominamos. No obstante nuestra seguridad en las tinieblas, cargamos con nuestras luces personales y con "bombas de luz" para usarlas cuando deseamos iluminar un sitio más grande. Llevamos luz en sentido figurado y literal a Elas-Bodái.

Debido a las características de este mundo en penumbra, si llegamos a estar en las cercanías de un problema de cierta importancia, percibimos primero el olor de la lucha, luego la escuchamos y solo hasta cuando el contacto es inminente podemos verla. Eso es bueno si hablamos de prepararnos para el tipo de enemigo que enfrentaremos, aunque sentir la presencia de infectores sin llegar a verlos es desconcertante porque la imaginación siempre es peor consejera que la realidad.

Nos encontramos en esta situación cuando de lo profundo de los túneles nos llega el aroma que caracteriza a las dificultades con las que estamos familiarizados, mezcla de toxinas con otro tipo de moléculas que los más experimentados reconocemos como el olor del miedo. Tratamos de localizar el corredor de donde provienen estas sustancias al tiempo que las señales del enemigo todavía invisible nos llevan a deducir que en esta zona en particular se ha tramado una alianza entre slymndir y eérián.

– ¿Qué opinas? –me pregunta Soni, quien es el primero en notar la presencia de ambos enemigos.

– Opino que elegir este camino al azar nos ha traído la peor de las suertes –contesto–, y por lo mismo creo que ya se agotó nuestra ración de mala fortuna por el día de hoy.

– Cierto –añade optimista Linn–. Es el turno de los infectores para sufrir las miserias del destino.

– Entonces hagamos caer la desgracia sobre ellos – concuerda Neut, y aguzamos aún más nuestros sentidos.

La Guerra Sin FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora