Capitulo 5: Fama

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Capitulo 5: Fama

Bonnefoy se encontraba frente la librería más grande y concurrida de la ciudad, lucía cuan espía de película con sus gafas negras, su traje negro y su gabardina y gorro café. Caminaba de un lado al otro de la acera, estaba nervioso puesto que hoy era el lanzamiento oficial de su libro titulado "Cuando la lluvia llegue".

Las últimas semanas las pasó en vela y no por el exceso de trabajo sino por la tensión y la incertidumbre que le causaba la próxima salida a la venta de su primer novela. Y por supuesto, varias veces envidió la tranquilidad de los escritores veteranos y maldijo lo relajado que eran otros escritores primerizos en comparación suya.

Y mientras sufría ante su nueva y desconocida experiencia, dejó de lado al inglés. No había tiempo para los celos, las miradas secretas, las vistas de halcón desde la ventana ni de las suposiciones sobre lo que hacía con el músico en cada salida que daba. Su cuerpo, mente y alma vagaban entre la ansiedad, el miedo y la emoción.

La librería abrió y una a una las personas fueron entrando. Por un instante quedo helado ante lo que haría ¿continuaba espiando a lo lejos o se internaría a ver como es recibida su obra?. Decidió por espiar desde un café cercano y se colocó estratégicamente en la ventana con vista a la librería. Vio salir a dos, tres, cinco personas y ninguna con su libro, de inmediato empezó a temer lo peor: no era interesante.

¡No! ¡Claro que lo era! No ha habido obra literaria suya que no haya sido interesante. El mejor escritor amateur del año, el nuevo descubrimiento del programa de talentos, el ganador del certamen universitario de cuentos; todos aquellos títulos se los ganó con su narrativa, sus mundos imaginarios, su talento. Que su obra no llamara la atención era absurdo. Bebió un sorbo de café, bebió otro más, la decidía hacía lo que quería con él.

Pasó de la una y dieron las dos de la tarde, aún no había rastros de algún lector interesado en su obra. Se cansó de esperar. Bebió un último sorbo y salió del café.

— ¿Bonnefoy, eres tú?

Merde!, había sido descubierto. Se giró despacio para dar un toque dramático, después de todo debía de aprovechar sus vestimentas, y miró a su descubridor, un rubio oji verde con vestimentas de hipster lo recibió –Ah, eres tú– dijo aliviado – ¿vas a encontrarte con el ligón?

–Alfred, su nombre es Alfred– corrigió con molestia –y deja de decirle ligón, solo es un sujeto que me contrató, nada más. Además, no todos son como tú.

Francis giró los ojos –sí, como no­– dijo un poco más relajado, la llegada del inglés había sido como un sedante para sus nervios latentes.

– ¿Eso fue sarcasmo, Francis? ¡Vaya, puedo decir que el fin del mundo ha llegado!– exclamó el compositor. Los celos de su compañero de cuarto eran evidentes.

Dos mujeres salieron de la librería, ambas con libros entre sus brazos y de inmediato la conversación entre el compositor y el escritor se detuvo. Francis giró su cabeza hacia esas jovencitas y escaneó los títulos de esos libros: ninguno era el suyo. Dejó salir un sonoro suspiro que despertó la curiosidad del recién llegado.

Kirkland no necesitó ser tan observador para darse cuenta de lo que sucedía, podía atar cabos de forma rápida y fácil: una librería, Bonnefoy actuando raro, paranoia evidente, urgencia por ver salir a la gente de la librería, observar detenidamente los libros de los clientes. Era evidente que el libro en el que el oji azul estuvo trabajando durante meses acababa de ser publicado.

– ¿Quieres entrar?– se ofreció, también le daba curiosidad saber cómo era el libro puesto que su compañero de apartamento nunca le comentó al respecto.

Mi Platónico Amor (Hetalia FRUK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora