Setsuna no Takemaru

196 17 0
                                    

Kagome tenía un aura maligna muy fuerte a su alrededor estaba furiosa y si como humana esta daba muchísimo miedo y su mirada era espeluznante como yokai era temible todos se echaron un paso hacia atrás la pulga Myoga salto de Totosai hacia Inuyasha asustado poniéndose a salvo a su paracer, y Kagome seguía manteniendo su mirada fría y penetrante con su aura maligna que iba en aumento el viejo herrero Totosai que estaba muerto del miedo se podría comparar al miedo que sentía cuando Sesshomaru lo miraba.

-Totosai, estoy esperando una respuesta y ahora mismo la paciencia no es algo que me abunde.-dijo esta en tono autoritario.

-Pues yo... se algo pero no todo.

-Totosai ¿Quién era ese que me hizo perder el conocimiento por una noche? Y que intento atacar a los niños tu lo sabes y me lo vas a decir.-esto ultimo sonó en amenaza.

-A eso te contestare yo Kagome.-dijo su suegra, esta se quedo atónita como lo podría saber su suegra que tenia ella que ver.

-¿Sabes cómo murió Inu no Taisho? Y ¿Cómo morí yo la primera vez?-le pregunto mirándole a los ojos con amabilidad cosa que hizo que se terminará de tranquilizar.

Esta lo negó ya que antes de que reaparecieran en la vida de Inuyasha ella había sabido poco sobre sus padres a él nunca le gusto hablar sobre ellos solo sabía que a su padre no lo conocía y su madre murió cuando él era un niño pero poco más.

-Bien pues te lo contare. Hace ya algún tiempo yo tenía dieciocho años y era la princesa de un palacio única heredera de todo ese patrimonio de mi padre pero, era mujer y época de guerras mi padre buscaba desesperadamente un marido para mí para que se hiciera cargo de mi y de mis tierras eso fue un poco antes de conocer a Inuno -dijo esta sonriéndole al aludido y continuando con su historia.- mi padre buscaba y buscaba y no encontraba al pretendiente perfecto para dominar a sus tierras y cuidar a su única hija, su adorada y única hija, entonces un día llego un pergamino a mi palacio un amigo mío de la infancia estaba interesado en casarse conmigo y este era un samurái de alto cargo y muy reconocido así que mi padre decidió que sería el candidato perfecto aunque no sabía cuánto se equivocada,-comento esta con pena.- así que declaro que cuando yo cumpliera veintiún años me casaría con él, este después de que mi padre le mandara una respuesta afirmativa le mando una respuesta de que en menos de un año estaría en mi palacio para ir preparando detalles a pesar de quedar tres años para mi boda, yo acepte como una princesa que se había criado con que algún día pasaría lo que estaba pasando, era mi obligación, pero a pesar de querer hacerlo porque era lo correcto sentía un vacio en mi interior como si me faltara algo como si estuviera incompleta así que para desahogarme salía todos los días a un jardín que había sido mío y de mi madre que habíamos cuidado juntas y este era precioso tenia las flores mas hermosa y mejor cuidadas solo entraba yo era mi refugio, mi sitio favorito en todo el palacio allí nadie entraba solo era mío, solo mío y en el único lugar en que me sentía bien y yo misma, pero un día como otro cualquiera entre en el jardín y me senté a contemplar todas las flores que allí se encontraban preciosas flores de todos los colores y con un millar de aromas, entonces sentí una presencia detrás de mí me levante, esta no me era familiar pero me sentía como si la conociese desde siempre me gire y lo vi era un demonio en su forma humana ese hombre era imponente vestía un kimono blanco con dos estolas en su espalda y en su espalda llevaba una espada, su mirada fría me observaba cada punto de mi anatomía yo me fije también en el tenia unos ojos dorados y brillantes parecían oro liquido, estos eran como el sol un raya morada surcaba en cada pómulo, el pelo lo tenía sujeto en una cola alta largo que le llegaba hasta la cadera y plateado como la luna además de parecer tan suave como el terciopelo, era alto le sacaba bastante en altura y era imponente fuerte no se podía apreciar pero estaba segura que debajo de toda esa ropa y una gran armadura poseía unos grandes músculos cultivado en cientos de batallas, esta no podía dejar de admirarlo su belleza la había eclipsado dejándola muda solo hablaban sus miradas a este le había pasado lo mismo no podía dejar de mirarla de donde había salido esa humana con aspecto de diosa con ojos negros como el carbón al igual que su pelo largo y suave que le llegaba hasta las caderas su cuerpo parecía que había sido pintado por el mejor pintor, sus ojos eran cálidos y profundos haciéndole perderse al yokai dentro de ellos como si de un agujero negro se tratara quien era esa muchacha tan bella como una diosa había visto miles de yokais y ninguna podía comparar su belleza como la que poseía esa humana era perfecta, él, el gran Inu no Taisho lord de las tierras del Oeste y el mas fuerte yokai había sido atraído como un imán por su aroma a flores de Sakura y un toque a mora que se sorprendió al haber sido hechizado de tal manera por una simple humana. Los dos se miraban fijamente cuando esta se atrevió a hablar y sin titubear.

La Gran ProfeciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora