Narnia: Volviendo a recordar. Peter Pevensie (2)

p a r t e o n c e

Tierra a la vista.

Era una isla con montañas, irónico.

Desembarcamos y sólo fuimos Caspian, Los Pevensie, Jason y yo. Los demás se quedaron en el barco. Billy y William también vinieron.

Pasamos las montañas y había un prado enorme verde. Había un montón de flores y a lo lejos divisamos una cabaña.

Nos acercamos a aquella casita y llamamos a la puerta. No abrió nadie, así que decidimos pasar.

Para ser una cabaña era bastante grande. Había una sala con una mesa y sillas, un florero en medio con flores amarillas. Al lado una cocina con toda clase de utensilios de cocina. Había una vitrina con objetos que parecían frágiles.

También había unas escaleras que daban a un descansillo y dos puertas. Las dos eran simples, una cama, una mesilla, un armario y un tocador.

En la parte de abajo había una puerta que daba a una especie de jardín donde había todo tipo de verduras. Y algunas frutas. Un huerto.

Volvimos a fuera y esperamos a que apareciese alguien, y a los veinte minutos vimos dos siluetas a lo lejos. Eran dos chicas.

A medida que se iban acercando pude distinguirlas. La más alta era rubia, con el pelo largo y rizado. Llevaba una cesta llena de lo que parecían manzanas. Iba vestida con un vestido rosa claro y flores que le llegaba por encima de la rodilla.

La otra era más bajita. Pelo rubio atado en un moño bajo con algunos cabellos rebeldes sueltos por la frente. Iba vestida con un vestido azul celeste que le llegaba por la rodilla. Iba con un balde lleno de agua.

Las dos al vernos se miraron y la más bajita sonrió, la otra sólo bufó.

Al estar a su misma altura la bajita habló.

—¡Hola! —dijo alegre—. Me llamo Ruth, y ella es mi hermana Less.

—Yo me llamo Susan, ellas son Lucy y _____ —nos señaló a Lucy y a mi—. Ellos son William y Billy, él es Caspian, y ellos son Peter, Jason y Edmund.

Ruth y Edmund cruzaron miradas. Otros enamorados.

—¿Y qué hacéis aquí? —preguntó Less antipática. Ya me caía mal.

—Disculpad a mi hermana —dijo Ruth mirándola de mala gana—. ¿Os habéis perdido o algo?

—Oh, no. Sólo estamos de pasada —dijo Lucy—. Vamos en dirección a la Isla Púrpura.

Las chicas pusieron cara de sorpresa y nos examinaron bien.

—¿La Isla Púrpura? ¿Estáis seguros? —preguntó Ruth.

—Sí, muy seguros —dijo Jason.

—¿Y se puede saber a qué váis allí? —preguntó Less con algo de ignorancia en la voz.

Ruth propuso ir a la cabaña para tomarnos un té y poder contar nuestra historia detalladamente.

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—Y ahora vamos en dirección a la Isla Púrpura para encontrar el jugo de la flor de cristal —finalizó Caspian.

Less y Ruth tenían los ojos abiertos como platos y las bocas abiertas.

—Vaya, nunca lo habría imaginado —dijo Ruth—. ¿Y no recuerdas nada?

—No, nada —le dije algo apenada.

—O sea, que vosotros sois reyes ¿no? —preguntó Less mirando a los Pevensie y a Caspian.

—Sí, yo soy el rey ahora —dijo Caspian—. Pero ellos son los reyes de Antaño, y Peter es el sumo monarca.

Al decir eso vi algo de malicia en la cara de Less, sonrió de manera perversa. Esta chica no me da buena espina. La estaré vigilando.

—¿Y cuánto pensáis quedaros? —preguntó Ruth.

—No mucho, lo suficiente como para recuperar fuerzas y tener provisiones —dijo Edmund.

—Podéis quedaros el tiempo que necesitéis —dijo Ruth sonriendo—. A nosotras no nos molesta vuestra presencia ¿a que no, Less?

—Para nada —dijo ella con una sonrisa mala viendo a Peter.

—Genial, pues os enseñaremos esto —dijo Ruth levantándose de la mesa seguida de los demás.

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Ruth nos enseñó todo, era grande y bonito. En todo el camino Edmund y Ruth hablaban y se reían, y conocía lo suficiente a Ed como para saber que esa chica le ha gustado.

Y Billy y Lucy igual, no se despegaban el uno del otro.

Y por otra parte Less no dejaba a Peter en paz. Siempre estaba detrás de él, y no me gustaba nada. Pero nada de nada. Puede que lo hayamos dejado, pero esa lagarta sólo va detrás de él por ser quien es.