Bone 17

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Aquella noche, me desperté repentinamente por una pesadilla, una en donde me violaban hasta partirme en dos, hasta que mi cuerpo cedía y mis órganos se desparramaban sobre el suelo, quedando completamente sucios.

Lo sentí tan real, tan palpable, que en verdad temía que no solo fuera parte de mi mundo onírico, por lo que toqué mi abdomen. En la oscuridad, encontré también la cicatriz de Aomine, en su costado, seguía teniendo miedo, mi corazón palpitaba a prisa, como si fuese a salir.

Por un momento, también le tuve algo de miedo a él; que el pasado se repitiera, volviéndose el hombre a mi lado, en aquella fiera violenta, mi pesadilla.

- ¿Kagami? ¿Estás despierto?

-Si...-Tras responderle, me rodeó con sus brazos.

-Parece que estás temblando ¿Te sientes bien?

-Solo tengo mucho frio...

-Sí, esta habitación siempre ha sido muy fría, pero yo no siento nada, porque estoy así contigo.

- ¿Aomine, te vas a ir nuevamente? - Al decirle esto, me angustié mucho, imaginaba como se marchaba de nuevo, haciéndome perder la cabeza de la desesperación por no poder hallarle.

-Pues no ¿Cómo me voy a ir, cuando por fin dices que me quieres? - Asió con más fuerza mi cuerpo- Llegué por ti, me fui por ti y he vuelto nuevamente solo por ti...

- ¿Es esto verdad? ¿Puedo confiar en que todo irá bien?

-Ya sabes que haré si algo te lastima, y si eso soy yo.

- ¡Te irás!

-Solo si mi presencia te causa daño.

Cuando me dijo esto, me salí de quicio, nuevamente una ansiedad me invadía por completo, tener que buscarlo de nuevo, sin saber si está vivo o no. No quiero tener que pasar por lo mismo otra vez, era realmente frustrante, tenerlo lejos, sin poder explicarle lo que siento, sin que él me hablara sobre sus propios sentimientos, sin saber nada y no tener las fuerzas para remediarlo.

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Los siguientes días fueron increíbles, Aomine, era como uno de esos galanes de película, siempre me pregunta qué era lo que sentía, cuáles eran mis deseos, nunca actuaba antes de hacer cualquier cosa, no solo en el plano sexual, sino en todo lo demás. Realmente dulce.

Me pidió buscarle un trabajo, puesto que se aburría con facilidad; yo como solución le dije que podría ser mi asistente, sin embargo, a él no se le daba muy bien leer con rapidez, en realidad casi no leía nada. Algo que tiene mucho sentido, para alguien que haya vivido lo mismo que él, un niño que se tuvo que criar en las calles, por su propia cuenta, en dónde, la prioridad es todo menos que poder memorizar un alfabeto.

Pero eso no fue un inconveniente, ya que me empezó a recoger las cosas, si algo era pesado insistía más en socorrerme; por su propia cuenta se impuso limpiar y de vez en cuando le daba por sellar documentos. Él se veía, tan feliz cuando lo hacía y eso sin poder entender el porqué, me llenaba de felicidad a mí también.

- ¿Kagami, puedo besarte? -Me dijo colocándose tras de mí.

Miré, de un lado a otro. Estábamos entre las pocas estanterías de lo que era la única biblioteca de nuestra ciudad en crecimiento. No había ni un alma dentro del lúgubre aposentó, que una vez fue un garaje y ahora estaba completamente acondicionado; con un pequeño escritorio, rodeado de altos estantes de madera oscura que contenían algunos cientos de libros y carpetas.

Me rodeó por la cintura y entonces me volví repentinamente, miré sus ojos azul oscuro, que destellaban gracias al resplandor amarillento de la lámpara sobre nosotros. Entonces nos besamos, intensamente, nuestras cabezas empezaron a moverse con el son de nuestras lenguas, sentía su olor, nuevamente esa rica esencia de menta. A él le gustaba masticar las pequeñas hojillas, lo hacía justo antes de que nos besáramos, como si lo planeara.

Con mis manos, sostuve sus pómulos, acaricié su nariz, cuando nos separamos, mientras el acarició mis labios, para atacarlos nuevamente con los suyos, los latidos de mi corazón incrementaban, la respiración se entrecortaba. Mis manos ahora bajaban desde sus hombros hasta la parte central de su espalda, aquella amplia espalda, muy marcada, que podía leer sobre su ropa. Luego, sentí sus glúteos, formidables, firmes, los acariciaba con suavidad; mientras él, estaba desabrochando mi camisa, muy lentamente, sin despegar nuestras lenguas.

Mi pecho quedó desnudo, él lo observó.

-Eres tan hermoso Kagami. ¿De dónde sacaste esta cicatriz? -Tocó una pequeña marca sobre mi pectoral derecho.

-Cuando no era tan bueno con las pandillas, me la lograron hacer, no era tan hábil esquivando pequeñas estocadas en el aire.

-Yo tampoco ¿Ves? -Me mostró, en su antebrazo una leve laceración.

Ambos sonreímos un poco. Nos volvimos a besar. Era curioso, a pesar de que nos habíamos visto y sentido desnudos antes, nunca nos percatamos de esos pequeños detalles. Ni tan siquiera existió un momento para hacerlo.

- ¿Kagami, puedo tocarte un poco más?

-Adelante...

Empezó a lamer mi torso, recorriendo con la punta de su lengua húmeda, desde mis pezones, hasta la parte baja de mi ombligo, sobre sus rodillas, se deshizo de mi faja y bajó mi cremallera. Su boca ahora estaba succionando mi erección, no sabía el porqué, pero hoy se sentía realmente fantástico, tanto que yo ya estaba alzando mi voz.

-No tienes que contenerte Kagami-chan, canta para mi ¿Quieres?

La punta de mi pene ya estaba mojada, en compensación, ahora eran los dedos de él que estaban ensanchando la entrada entre mis glúteos.

- ¿Puedes voltearte? No voy a penetrarte hasta que estés listo...

Asentí moviendo mi cabeza y dejé mi trasero frente a él. Entonces lamió mi ano, se sentía increíble, su lengua me mojaba con cada azote que infligía en el interior del pequeño agujero. Aomine, estaba saboreando mi ano, de la misma manera que lo había hecho antes con mi boca, se sentía terriblemente bien.

- ¿Cómo te sientes?

-Creo... ¡Agh!... Creo que me voy a venir...

-No lo hagas todavía -Entonces agarró firmemente mi pene, mientras se ponía de pie. Con su mano libre, dejo al descubierto su erección que empezó a restregar sobre mi trasero.

-Tienes unas nalgas tan hermosas Kagami. ¡Nggh! -Empezó a frotar su palo en medio de mis glúteos, mientras me masturbaba -Estas tan mojado y son tan redondas, amo tus nalgas. Tu nuca. -La besó. - Amo todo de ti... ¡Agh!

-Aomine, ya no lo soporto más me voy a correr.

- ¡Humm!¡Agh!...

Eyaculé sobre la esquina del estante de madera. Aomine, colocó, su pene entre mis piernas y agitadamente, empezó a embestir la abertura entre ambas. Sentir su erección en ese sitio, me encendió, obligándome a frotar mi sexo nuevamente. Mientras él acariciaba mis pezones y lamía mis orejas, pasando por mi nuca, finalmente logró dejar su carga libre. Unos instantes después, yo le hice compañía eyaculando.

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Esa noche, me desperté abruptamente, era la misma pesadilla que había sufrido la otra vez. Sin embargo, en esta ocasión, no me cercioré de nada, pues sabía que no era real, no podía ser real; miré a Aomine, quien aún estaba durmiendo a mi lado, me acurruqué sobre la parte baja de su hombro, tomé un respiro hondo y me dispuse a dormir.

Brake! [Aokaga]Where stories live. Discover now