V e i n t i d o s

928 51 94
                                    

Volver al internado con esas noticias fue mala idea.

Tendrían que haberse quedado allí, con Artemisa. 

Pero Artemisa estaba allí, con ellos.

Quiron los vio entrar y seguramente debió ver sus expresiones, porque intentó no abordar el tema Thalia. Luego Annabeth hablaría en privado. ¿Qué hacía Artemisa con ellos? Ninguno lo sabía. No le había contado a nadie la charla con su padre, y tampoco pensaba hacerlo. Los dos se habían quedado casi un mes en el internado de Artemisa, con el permiso del señor D. Necesitaban descansar y asimilar todo lo que había pasado. Tenían pensado quedarse por un par de días, pero los días se convirtieron en semanas y las semanas en un mes. Estaban cómodos allí y las chicas del lugar ayudaban a Annabeth con el embarazo. Tenía casi seis meses y su vientre realmente había crecido. 

—Oye, si quieres que me vaya me iré —dijo Annabeth—. Me iré a la habitación que me ofreció Quiron.

—No, quédate aquí —él se levantó y empezó a recoger sus cosas—. Yo pasaré unas mini vacaciones con mi mamá y mi hermana. Las necesito.

—¿Podemos hablar? —preguntó la rubia, haciendo esfuerzos porque su voz no temblara.

—Habla —respondió su compañero de habitación. Detuvo de recoger sus cosas y se sentó sobre su cama.

—Yo estuve pensando en lo que me dijiste —ella bajó la mirada—, de los celos y eso. Y quiero decirte que lo siento —lágrimas caían por su rostro, sin poder contenerlas—. De verdad lo siento. Yo nunca quise, ya sabes, ser una exagerada. Pero tenía miedo. No me mires así, tú sabes que tenía miedo de cagar nuestra amistad... justo como ahora. Percy, eres mi mejor amigo. ¿Lo sabes? Eres aquel al que siempre podía recurrir cuando necesitaba algo, cuando me sentía mal tus abrazos eran lo único que me levantaban el ánimo. Y pienso que tal vez todo estaría mejor si no hubiésemos empezado a salir. Ya sabes, como una pareja. No me arrepiento de nada, pero... no lo sé.

Percy levantó la mano y le secó un par de lágrimas, pero seguían llegando más y más.

—No sé que me pasó con los celos —continuó ella—, pero sé que me sobrepasé. Sé que no debería desconfiar de ti porque tienes razón, nunca me has dado una razón. Nunca me has mentido. Y me siento tan estúpida, pero es que tú me vuelves loca y a veces no puedo controlar. También sé que no me pasa a mi sola, sino que a más de la mitad del internado le gustaría estar en mi lugar y por eso soy así. Yo entenderé si no quieres perdonarme, pero vale la pena intentarlo, ¿no? —forzó una pequeña sonrisa—. ¿Me perdonas?

—Lo pensaré.

...

Una semana después. 

—¡STOLL! ¡VEN AQUÍ, PEQUEÑO COBARDE! —Gritaba Clarisse en el medio del pasillo, con el pelo verde—. ¡¿TE CREES GRACIOSO, IDIOTA?!

—¿Si me creo gracioso o idiota? —Connor Stoll apareció por detrás de ella, con una sonrisa malvada en el rostro.

—Si te crees gracioso, porque idiota ya eres.

Clarisse intentó abalanzarse contra el chico, pero alguien la tomó por la cintura y la hizo retroceder. Su novio la abrazó contra sí, o mejor dicho intentó. Ella lo empujó con tal fuerza que hizo que Chris cayera de culo al piso, frente a la mirada atenta de todos. Su rostro se puso rojo de la vergüenza e intentó disimularlo, pero para su mala suerte, todos lo miraban a él. Mientras, Connor se reía de la pareja en voz baja e intentaba escapar, pero chocó con alguien. Katie lo miraba desde atrás y, tomándole la mano, lo ayudó a escapar. Llegaron a su habitación y lo primero que hicieron fue ponerle seguro a la puerta. 

Lejos de los dioses [EDICIÓN]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang