Capítulo 22.

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Dipper

  Will nos observó con algo de confusión, intriga y curiosidad mientras Bill y yo aceptábamos las tazas de té que nos ofrecieron las sirvientas. Bill la dejó a un lado en la mesita del centro cuando las muchachas se retiraron, y se sentó de manera más cómoda en el sillón.

—Tú debes ser Reverse Bill, ¿no? —pregunté rompiendo el silencio, antes de beber el té.

—¿Reverse Bill? —repitió confuso, con una ceja elevada— Creo que no, soy su hermano.

  Sentí el té atorarse en mi garganta y tosí un par de veces, causándole gracia al otro Dipper que estaba sentado junto a Will. Mientras tosía, sentí la mano de Bill dándome unas suaves palmadas en la espalda, llevando una sonrisa burlona en su rostro.

  Fruncí en ceño cuando pude respirar con normalidad, y lo fulminé con la mirada por burlarse de mí.

—Entonces... mi hermano, ¿eh? —se cruzó de brazos y apoyó su espalda contra el sillón— Supongamos que te creo, y que es verdad lo que dices, ¿por qué vives en otra dimensión?

  El que Will sea hermano de Bill me sorprendió bastante, aunque tenía sentido por el enorme parecido; aunque, en actitud, eran completamente diferentes: Bill era burlón, sarcástico, egocéntrico y malhumorado, mientras que su hermano era todo lo contrario, por lo que pude ver en el poco tiempo que llevábamos en la mansión.

  Otra diferencia era la disciplina. El peliazul parecía haber sido educado por los Noroeste, su postura, su forma de moverse, todo en él era elegante. Y la elegancia era una de las pocas cosas que tenía en común con su hermano.

—Gravity Falls es tu dimensión, y Reverse Falls es la mía —dijo con simpleza—. Tú tienes que vivir en Gravity Falls, y yo aquí. Bueno... no exactamente aquí en la mansión... p-pero si en esta dimensión.

  Se había puesto nervioso, y se veía tan tierno. Era como ver a Bill ponerse de esa forma que pocas veces había visto.

—¿Y por qué vives en esta mansión? —pregunté con curiosidad.

—Mabel y yo lo invocamos —intervino Gleeful, con su típico tono de frialdad—. Queríamos saber los secretos del universo, y encontramos en una cueva los escritos de un demonio de gran poder, y lo invocamos.

—Pero al verme no creyeron que fuera un demonio de gran poder y sabiduría, así que tuve que demostrárselos —sonrió con timidez—. Luego de aquello me trajeron aquí.

—¿Por qué? —preguntó Bill.

—Por capricho de Dipper —habló Mabel, entrando a la habitación con los brazos cruzados.

  Dipper y Mabel Gleeful se dirigieron tétricas miradas antes de fruncir el entrecejo, yo sólo observé a Bill con discreción, haciendo que también me mirara y se encogiera de hombros.

—Lo que tú llamas capricho, en realidad es una forma más sencilla de ganar dinero. Will es un ser que todo lo ve, ¿no? A la Tienda de la Telepatía le va muy bien.

—¡Huy, sí! —rió sarcásticamente— ¿Y esperas que crea ese truquito tuyo?

—Me da igual lo que creas —sonrió ladinamente y se cruzó de brazos.

—¡Cuánto amor familiar! ¿No, Pino? —rió Bill de forma burlona— En serio, me dan envidia —siguió burlándose—, es decir, ojalá hubiera tanto cariño donde vivo.

  Luego de decir aquello, sonrió burlón y apoyó el tobillo derecho sobre su rodilla izquierda y se cruzó de brazos.

—Pero sí hay cariño donde vives, todo el tiempo —habló Will, antes de mirarme y sonreír tiernamente.

  En ese momento todas las miradas, excepto la de Bill, se posaron en mí, haciendo que me encogiera en mi asiento con el rostro ardiendo. Menuda vergüenza.

—Si lo miran tanto se va a desgastar —comentó cómico Bill—, además, no hablaba sobre ese cariño —negó lentamente con los ojos cerrados y una gran sonrisa que no dejaba ver sus dientes.

—¡No hay nada de cariño en casa! —exclamé completamente hundido en la vergüenza.

—¡Vaya, quién lo diría! —se cruzó de brazos Mabel, con una expresión seria que llegaba a asustar.

—¿Eh? —habló confudido Will, dirigiendo la vista hacia la castaña— ¿A qué se refiere?

—Dipper, y Bill. Bill, y Dipper —frunció el entrecejo—. Es imposible que puedas amar, Cipher —miró a Bill dándole una mirada venenosa.

—¿Y quién te crees tú para decir eso? —se puso de pie con el rostro reflejando lo indignado que estaba.

—Huy, si ya se enojó —carcajeó Dipper Gleeful.

—Vete a molestar a alguien más, pendejete —gruñó Bill, mirando con el rabillo del ojo al, creo yo, menor de los Gleeful.

—¿Y tú vas a obligarme? —se puso de pie desafiante, logrando que Bill se le acercara de forma amenazadora y que Will se alejara asustado.

—P-por favor, no monten una d-de esas aquí... —murmuró Will, ocultándose detrás de mí.

—Hey, hey, están asustando a Will —hablé fuerte y claro, haciéndome a un lado para dejar que lo viesen, con mi mano sobre su hombro.

—¿Acaso crees que a alguien le interesa? —comentó burlona Mabel.

  Vaya, sí que Mabel Pines y Mabel Gleeful eran diferentes.

  Fruncí el ceño y me acerqué a Bill para tomarlo del antebrazo y halarlo a la salida, más sólo logré alejarlo unos centímetros de Gleeful.

—Para, por favor —le pedí a Bill, sin soltarlo.

  Él se giró hacia mí y me sonrió con algo parecido a la demencia, antes de volver a mirar a Gleeful y levantarlo varios centímetros del suelo sujetando su camisa.

—¡Bill, detente! —exclamamos Will y yo al unísono, completamente aterrados.

—Vamos, golpéame, a ver si tienes las agallas —habló burlón y desafiante, observando a Bill con una sonrisa sádica.

—¡Qué pena que he destrozado mi cámara! —rió Mabel, antes de hacer un gesto con su mano y desaparecer por una puerta.

  De un rápido movimiento, Bill arrojó a Gleeful al sofá que estaba a varios metros, haciendo que éste se volteara y cayera junto a Gleeful.

  Abrí los ojos como platos, completamente atónito. Bill lo había arrojado a un lugar donde no se haría mucho daño, y estaba cien por ciento seguro de que lo había hecho a propósito, pero, ¿por qué lo haría? No perdería nada con darle un buena tunda a ese sujeto.

  Vaya, por un lado quiero que lo golpee, pero por otro no.

—Ups, lo siento, te me has resbalado de las manos —sonrió burlón Bill, cruzándose de brazos y acercándose a mí con la vista puesta en el mueble que se había volcado.

—Venga, pero que gracioso —rió sarcásticamente Gleeful mientras se ponía de pie y se quitaba el polvo de la ropa.

  Posó su mano sobre la piedra azulada que colgaba de su cuello como el de Mabel, y un jarrón enorme detrás suyo empezó a temblar unos milisegundos, antes de que éste volara en dirección a Bill. Afortunadamente, lo esquivó con facilidad.

—Agradece que Mabel no está aquí con sus cuchillos —masculló Dipper, con las mejillas rojas por la ira, supongo.

—Además de que eres idiota, lanzas como niña —rió Bill, antes de detenser repentinamente—. Ah, espera, que ese no es un insulto para tí.

  Miré a Bill sorprendido.

—Mejor nos vamos, ¿no? —sonreí nervioso.

  Sentí el suave contacto de la mano de Bill con la mía  y nuevamente esa sensación de mareo y nauseas.

—¿De dónde vienen ustedes dos? ¿Y por qué están de la mano?

Conociéndome a mí mismo ||BillDip||Where stories live. Discover now