capitulo 5

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Severus, dispuesto a hacerle pagar al mocoso por gritarle, se paso toda la clase pendiente del caldero de Potter, insultando cada minusculo error.
Harry emanaba odio hacia al profesor, pero a Snape poco le importaba. Potter era demaciado... voluble. Vivia con demaciada intencidad el presente, pero en un futuro cercano eso que creia odio quedaria etiquetado como ira momentanea.
En cierto momento casi al final de la clase, luego de uno de los tantos comentarios mordaces de Severus, Harry no pudo callarse mas y le contesto:
-¿por que no va a ver la pocion de Goyle? Si tan preocupado esta por el color de mi pocion, debería ver la de él  ¡es rosa!-dijo en gruñido.
Toda el aula se habia quedado en silencio, y Harry sabia que en ese momento Hermione estaba diciendole que era un idiota con la mirada. Pero no se preocupo ni siquiera en mirar al profesor. Siguio con la preparación de la pocion como si nada.
-deberia aprender a callarse la boca, Potter. 5 puntos menos para Gryffindor.-Harry apreto la mandíbula, intentando fingir que el hombre no existia, pero su siguiente accion hizo que le fuera imposible no voltear a ver.-ahora, Goyle, ¿acaso no sabe leer? Creo que el problema es peor que eso ¿como consiguio que una poción que debia ser gris se volviera rosa? 5 puntos menos para Slytherin.
A decir verdad, toda la clase se quedo mirando al profesor ¿desde cuando hacia justicia cuando estaban implicados los de su casa?
Cuando Severus sintio todas las miradas sobre el alzo una ceja y todos volvieron a lo suyo.
Al terminar la clase, a pesar de todos los insultos de Snape, la pocion de Harry era merecedora de una S, pues era una de las que le habia enseñado a elaborar. Y la pocion de Goyle... bueno... la hubiera desechado si su caldero no hubiera explotado antes.
Severus se quedo mirando a los alumnos partir mientras reunia sus cosas, con la atención puesta en un alumno en especial ¿por qué habia hecho lo que Potter le habia dicho? A pesar de todo, y aunque no quisiera admitirlo, habia querido demostrarle a Potter que el era justo, y que no todo en su vida era una lamentable injusticia. Cabe aclarar que Severus creía que el chico se autocompadecia y no veia lo que tenia, pero cuando le habia gritado el dolor habia estado presente en su voz, y si el dolor es real, el problema tambien lo es. El lo sabia perfectamente.
-.-.-.-.-.-.-.-
Cuando entraron en el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras, la profesora
Umbridge ya estaba sentada en su sitio. Llevaba la suave y esponjosa chaqueta de punto de color rosa que había lucido la noche anterior, y el lazo de terciopelo negro en la cabeza. A Harry volvió a recordarle a una gran mosca posada imprudentemente en la cabeza de un sapo aún más descomunal.
Los alumnos guardaron silencio en cuanto entraron en el aula; la profesora Umbridge todavía era un elemento desconocido y nadie sabía lo estricta que podía ser
a la hora de imponer disciplina.
—¡Buenas tardes a todos! —saludó a los alumnos cuando por fin éstos se
sentaron. Unos cuantos respondieron con un tímido «Buenas tardes»—. ¡Ay, ay, ay!—exclamó—. ¿Así saludan a su profesora? Me gustaría oírlos decir: «Buenas
tardes, profesora Umbridge.» Volvamos a empezar, por favor. ¡Buenas tardes a todos!
—Buenas tardes, profesora Umbridge —gritó la clase.
—Eso está mucho mejor —los felicitó con dulzura—. ¿A que no ha sido tan
difícil? Guarden las varitas y saquen las plumas, por favor.
Unos cuantos alumnos intercambiaron miradas lúgubres; hasta entonces la orden de guardar las varitas nunca había sido el preámbulo de una clase que hubieran considerado interesante. Harry metió su varita en la mochila y sacó la pluma, la tinta y
el pergamino. La profesora Umbridge abrió su bolso, sacó su varita, que era inusualmente corta, y dio unos golpecitos en la pizarra con ella; de inmediato, aparecieron las palabras:
Defensa Contra las Artes Oscuras: regreso a los principios básicos
—Muy bien, hasta ahora su estudio de esta asignatura ha sido muy irregular y fragmentado, ¿verdad? —afirmó la profesora Umbridge volviéndose hacia la clase
con las manos entrelazadas frente al cuerpo—. Por desgracia, el constante cambio de profesores, muchos de los cuales no seguían, al parecer, ningún programa de estudio aprobado por el Ministerio, ha hecho que esten muy por debajo del nivel que nos
gustaría que alcanzaran en el año de los TIMOS. Sin embargo, les complacerá saber que ahora vamos a rectificar esos errores. Este año seguiremos un curso sobre magia
defensiva cuidadosamente estructurado, basado en la teoría y aprobado por el Ministerio. Copien esto, por favor.
Volvió a golpear la pizarra y el primer mensaje desapareció y fue sustituido por:
«Objetivos del curso».
1. Comprender los principios en que se basa la magia defensiva.
2. Aprender a reconocer las situaciones en las que se puede emplear legalmente la
magia defensiva.
3. Analizar en qué contextos es oportuno el uso de la magia defensiva.
Durante un par de minutos en el aula sólo se oyó el rasgueo de las plumas sobre el pergamino. Cuando los alumnos copiaron los tres objetivos del curso de la profesora
Umbridge, ésta preguntó:
—¿Tienen todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard?—Un sordo murmullo de asentimiento recorrió la clase—. Creo que tendremos que
volver a intentarlo —dijo la profesora Umbridge—. Cuando le haga una pregunta, me gustaría que contestaran «Sí, profesora Umbridge», o «No, profesora Umbridge».
Veamos: ¿tienen todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert
Slinkhard?
—Sí, profesora Umbridge.-contestaron los alumnos al unísono.
—Estupendo. Quiero que abran el libro por la página cinco y lean el capítulo uno, que se titula «Conceptos elementales para principiantes». En silencio, por favor.
La profesora Umbridge se apartó de la pizarra y se sentó en la silla, detrás de su mesa, observándolos atentamente con aquellos ojos de sapo con bolsas. Harry abrió su ejemplar de Teoría de defensa mágica por la página cinco y empezó a leer.
Era extremadamente aburrido, casi tanto como escuchar al profesor Binns. El muchacho notó que le fallaba la concentración, pues al poco rato se dio cuenta de que
había leído la misma línea media docena de veces sin entender nada más que las primeras palabras. Pasaron unos silenciosos minutos. A su lado, Ron, distraído, giraba
la pluma una y otra vez entre los dedos con los ojos clavados en un punto de la página. Harry miró hacia su derecha y se llevó una sorpresa que lo sacó de su letargo.
Hermione ni siquiera había abierto su ejemplar de Teoría de defensa mágica y estaba mirando fijamente a la profesora Umbridge con una mano levantada.
Pero pasados unos minutos más, Harry dejó de ser el único que observaba a Hermione. El capítulo que les habían ordenado leer era tan tedioso que muchos alumnos optaban por contemplar el mudo intento de Hermione de captar la atención
de la profesora Umbridge, en lugar de seguir adelante con la lectura de los «Conceptos elementales para principiantes».
Cuando más de la mitad de la clase miraba a Hermione en vez de leer el libro, la profesora Umbridge decidió que ya no podía continuar ignorando aquella situación.
—¿Quería hacer alguna pregunta sobre el capítulo, querida? —le dijo a Hermione como si acabara de reparar en ella.
—No, no es sobre el capítulo.
—Mire, ahora estamos leyendo —repuso la profesora Umbridge mostrando sus pequeños y puntiagudos dientes—. Si tienes alguna duda podemos solucionarla
al final de la clase.
—Tengo una duda sobre los objetivos del curso —aclaró Hermione.
La profesora arqueó las cejas.
—¿Cómo te llamas, por favor?
—Hermione Granger.
—Mira, señorita Granger, creo que los objetivos del curso están muy claros si los lee atentamente —dijo la profesora Umbridge con decisión y un deje de dulzura.
—Pues yo creo que no —soltó Hermione sin miramientos—. Ahí no dice nada sobre la práctica de los hechizos defensivos.
Se produjo un breve silencio durante el cual muchos miembros de la clase giraron la cabeza y se quedaron mirando con el entrecejo fruncido los objetivos del curso, que
seguían escritos en la pizarra.
—¿La práctica de los hechizos defensivos? —repitió la profesora Umbridge con
una risita—. Veras, señorita Granger, no me imagino que en mi aula pueda surgir ninguna situación que requiera la práctica de un hechizo defensivo por parte de los alumnos. Supongo que no espera usted ser atacada durante la clase, ¿verdad?
—¡¿Entonces no vamos a usar la magia?! —exclamó Ron en voz alta.
—Por favor, levante la mano si quiere hacer algún comentario durante mi clase, señor…
—Weasley —dijo Ron, y levantó una mano.
La profesora Umbridge, con una amplia sonrisa en los labios, le dio la espalda.
Harry y Hermione levantaron también las manos inmediatamente. La profesora Umbridge miró un momento a Harry con sus ojos saltones antes de dirigirse de nuevo
a Hermione.
—¿Sí, señorita Granger? ¿Quiere preguntar algo más?
—Sí —contestó ella—. Es evidente que el único propósito de la asignatura de Defensa Contra las Artes Oscuras es practicar los hechizos defensivos, ¿no es así?
—¿Acaso es usted una experta docente preparada en el Ministerio, señorita Granger? —le preguntó la profesora Umbridge con aquella voz falsamente dulce.
—No, pero…
—Pues entonces me temo que no está cualificada para decidir cuál es el «único propósito» de la asignatura que imparto. Magos mucho mayores y más inteligentes
que usted han diseñado nuestro nuevo programa de estudio. Aprenderán los hechizos
defensivos de forma segura y libre de riesgos…
—¿De qué va a servirnos eso? —inquirió Harry en voz alta—. Si nos atacan, no va a ser de forma…
—¡La mano, señor Potter! —canturreó la profesora Umbridge.
Harry levantó un puño. Una vez más, la profesora Umbridge le dio rápidamente la espalda, pero otros alumnos también habían levantado la mano.
—¿Su nombre, por favor? —le preguntó la bruja a Dean.
—Dean Thomas.
—¿Y bien, señor Thomas?
—Bueno, creo que Harry tiene razón. Si nos atacan, no vamos a estar libres de riesgos.
—Repito —dijo la profesora Umbridge, que miraba a Dean sonriendo de una forma muy irritante—: ¿espera usted ser atacado durante mis clases?
—No, pero…
La profesora Umbridge no le dejó acabar:
—No es mi intención criticar el modo en que se han hecho hasta ahora las cosas en este colegio —explicó con una sonrisa poco convincente—, pero en esta clase han estado ustedes dirigidos por algunos magos muy
irresponsables, sumamente irresponsables; por no mencionar —soltó una desagradable risita— a algunos híbridos peligrosos en extremo…
—Si se refiere al profesor Lupin —saltó Dean, enojado—, era el mejor que jamás…
—¡La mano, señor Thomas! Como iba diciendo, los han iniciado en hechizos
demasiado complejos e inapropiados para su edad, y letales en potencia. Los han asustado y les han hecho creer que podrían ser víctimas de ataques de las fuerzas oscuras en cualquier momento…
—Eso no es cierto —la interrumpió Hermione—. Sólo nos…
—¡No ha levantado la mano, señorita Granger!
Hermione la levantó y la profesora Umbridge le dio la espalda.
—Tengo entendido que mi predecesor no sólo realizó maldiciones ilegales delante de ustedes, sino que incluso las realizó con ustedes.
—Bueno, resultó que era un maniaco, ¿no? —terció Dean acaloradamente—. Y aun así, aprendimos muchísimo con él.
—¡No ha levantado la mano, señor Thomas! —gorjeó la profesora Umbridge—. Bueno, el Ministerio opina que un conocimiento teórico será más que suficiente para
que aprueben el examen; y al fin y al cabo para eso es para lo que vienen ustedes al colegio. ¿Su nombre? —añadió mirando a Parvati, que acababa de levantar la mano.
—Parvati Patil. Pero ¿no hay una parte práctica en el TIMO de Defensa Contra las Artes Oscuras? ¿No se supone que tenemos que demostrar que sabemos hacer las contramaldiciones y esas cosas?
—Si han estudiado bien la teoría, no hay ninguna razón para que no puedan realizar los hechizos en el examen, en una situación controlada —explicó la profesora Umbridge quitándole importancia al asunto.
—¿Sin haberlos practicado de antemano? —preguntó Parvati con incredulidad—. ¿Significa eso que no vamos a hacer los hechizos hasta el día del examen?
—Repito, si habéis estudiado bien la teoría…
—¿Y de qué nos va a servir la teoría en la vida real? —intervino de pronto Harry, que había vuelto a levantar el puño.
La profesora Umbridge lo miró y dijo:
—Esto es el colegio, señor Potter, no la vida real.
—¿Acaso no se supone que estamos preparándonos para lo que nos espera fuera del colegio?
—No hay nada esperando fuera del colegio, señor Potter.
—¿Ah, no? —insistió Harry. La rabia que sentía, que parecía haber estado
borboteando ligeramente durante todo el día, estaba alcanzando el punto de ebullición.
—¿Quién iba a querer atacar a unos niños como ustedes? —preguntó la profesora Umbridge con un exageradísimo tono meloso.
—Humm, a ver… —respondió Harry fingiendo reflexionar—. ¿Quizá… lord Voldemort?
Ron contuvo la respiración, Lavender Brown soltó un grito y Neville resbaló hacia un lado del banco. La profesora Umbridge, sin embargo, ni siquiera se inmutó: simplemente miró a Harry con un gesto de rotunda satisfacción en la cara.
—Diez puntos menos para Gryffindor, señor Potter —dijo, y los alumnos se
quedaron callados e inmóviles observando tanto a la profesora Umbridge como a Harry—. Y ahora, permítanme aclarar algunas cosas. —La profesora Umbridge se puso en pie y se inclinó hacia ellos con las manos de dedos regordetes abiertas y
apoyadas en la mesa—. Les han contado que cierto mago tenebroso ha resucitado…
—¡No estaba muerto —la corrigió un Harry furioso—, pero sí, ha regresado!
—Señor-Potter-ya-ha-hecho-perder-diez-puntos-a-su-casa-no-lo-estropee-más —recitó la profesora de un tirón y sin mirar a Harry—. Como iba diciendo, les han informado de que cierto mago tenebroso vuelve a estar suelto. Pues bien, eso es
mentira.
—¡No es mentira! —la contradijo Harry—. ¡Yo lo vi con mis propios ojos! ¡Luché contra él!
—¡Castigado, señor Potter! —exclamó entonces la profesora Umbridge, triunfante—. Mañana por la tarde. A las cinco. En mi despacho. Repito, eso es mentira. El Ministerio de Magia garantiza que no están ustedes bajo la amenaza de ningún mago tenebroso. Si alguno todavía está preocupado, puede ir a verme fuera de las horas de  clase. Si alguien está asustándolos con mentiras sobre magos tenebrosos resucitados, me gustaría que me lo contara. Estoy aquí para ayudar. Soy su amiga. Y ahora, ¿serán
tan amables de continuar con la lectura? Página cinco, «Conceptos elementales para
principiantes».
Y tras pronunciar esas palabras la profesora Umbridge se sentó. Harry, en cambio, se levantó. Todos lo miraban expectantes, y Seamus parecía sentirse entre aterrado y
fascinado.
—¡No, Harry! —le advirtió Hermione con un susurro mientras le tiraba de la manga; pero su amigo dio un tirón del brazo para soltarse.
—Entonces, según usted, Cedric Diggory esta  muerto porque sí, ¿verdad? —dijo Harry con voz temblorosa.
ningún alumno salvo Ron y Hermione había oído hablar a Harry sobre lo sucedido la noche en que murió Cedric y Ávidos de noticias, miraron a Harry y luego a la profesora Umbridge, que había arqueado las cejas y observaba al muchacho muy atenta, sin rastro de una sonrisa forzada en los labios.
—La muerte de Cedric Diggory fue un trágico accidente —afirmó con tono
cortante.
—Fue un asesinato —le discutió Harry, que entonces se dio cuenta de que estaba temblando. No había hablado con casi nadie de aquel tema, y menos aún con treinta compañeros de clase que escuchaban ansiosos—. Lo mató Voldemort, y usted lo sabe.
El rostro de la profesora Umbridge no denotaba expresión alguna. Durante un momento Harry creyó que iba a gritarle, pero ella, con la más suave y dulce voz infantil, dijo:
—Venga aquí, señor Potter.
Harry apartó su silla de una patada, dio unas cuantas zancadas, pasando al lado de Ron y de Hermione, y se acercó a la mesa de la profesora. Era consciente de que el resto de la clase seguía conteniendo la respiración, pero estaba tan furioso que no le
importaba lo que pudiera ocurrir.
La profesora Umbridge sacó de su bolso un pequeño rollo de pergamino rosa, lo
extendió sobre la mesa, mojó la pluma en un tintero y empezó a escribir encorvada
sobre él para que Harry no viera lo que ponía. Nadie decía nada. Aproximadamente
después de un minuto, la profesora enrolló el pergamino, que, al recibir un golpe de
su varita mágica, quedó sellado a la perfección para que Harry no pudiera abrirlo.
—Lleve esto a la profesora McGonagall, haga el favor —le ordenó la profesora Umbridge tendiéndole la nota.
Harry la cogió sin decir nada, salió del aula sin mirar siquiera a Ron y a Hermione y cerró de un portazo.
-.-.-.-.-.-.-.
La profesora McGonagall lo habia sermoneado y le habia advertido que no debia meterse en problemas con Umbridge, y por si fuera poco, le hania quita puntos a Gryffindor. Pero eso fue 20 veces mejor que los gritos que Angelina le dedico, luego de saber que no podria ir a la seleccion del nuevo guardián (quien al final habia sido Ron).
El resto de la primera semana en Hogwarts paso bastante rápido, salvo por los largos castigos con Umbridge, que solo lograban que la odiara mas y que se le amontonara en cantidades exorbitantes la tarea. Claro, por no hablar de la estupida cicatriz.
Para el final de semana la frase "no debo decir mentiras" habia queso grabada en su piel y Harry dudaba que fuera a desaparecer.
El lunes durante la clase de pociones, que habia sido una tortura para la dolorida mano de Harry pues la mitad de la preparación de la pocion requeria trabajo con ella, Snape lo llamo antes de que se fuera.
-¿si?-pregunto Harry, exasperado, pues sabía que le diria algo acerca de la desastrosa pocion.
-empezaremos con las clases de Oclumancia, mañana en mi despacho a las 6:30 Potter.-Harry bufo y se dio media vuelta para irse, pero Severus lo sujeto por la mano lastimada para frenarlo. Harry hizo una mueca de dolor que el profesor tardo en notar.
-pense que habiamos quedado que podias hacer algo mejor que esto...-severus señalo el vial que tenia su desastrosa pocion y luego le miro, y se dio cuenta de la mueca de dolor.-¿que pasa?-antes de que Harry puediera terminar de decir "nada" Severus estaba examinando la mano que pocos segundos antes habia estado apretando.
-¡Merlin! ¿como te hiciste esto Harry?-cuestino con genuina preocupacion en la voz.
-tengo clase de adivinación.-mascullo Harry, intentanod ignorar un calido sentimiento que llenaba su estomago.
-hablo en serio. ¿que te paso?
-castigo con la profesora Umbridge.-gruño Harry, y Severus lo miro incredulo.
-¿y por que no has dicho nada? Más vale que vayas a la enfermeria y Pomfrey te recibe eso... aunque no creo que lo pueda borrar ya...
-de nada serviría que lo borren.-dijo Harry bufando.-aunque lo hicieran me castigaria nuevamente y las marcas volverian a aparecer... ¿puedl irme ya a clase?
-claro que no. Ahora mismo vas a la enfermeria, y yo me voy a hablar con Dumbledore.-Harry bufo pero hizo lo que le ordenaban. Luego de 5 minutos alli Pomfrey le habia dado una solución de quien sabe que, pero le alivio el dolor la instante.
Se quedo alli toda la hora de adivinación por orden de Poppy, y cuando ya no podia aguantar el aburrimiento una timida voz le dijo:
-Hola, Harry.-el se sobresalto al ver a Cho delante suyo, pero se obligo a sonreir de inmediato.-¿que te paso?-cuestino, señalando su mano que estaba dentro del cuenco.
-nada importante ¿tu por qué estas aqui?-cuestino Harry, mientras internamente se preguntaba a donde habian ido a parar las mariposas que el año pasado no lo dejaban en paz ne presencia de Cho.
-un acciente en clase de pociones.-dijo encogiendose de hombros.-te busque en el tren, pero... no estabas.
-¡ah, si! Lo perdi. Estuve todo el dia aqui. Y cree un nuevo récord. Estoy seguro de que a nadie le habian sacado puntos aun antes de que los alumnos llegaran a la escuela.
-¿en serio?-pregunto, enarcando una ceja y sonriendole.-¿y quien te los saco?
-la profesora Umbridge. No se si se habra notado que no soy su alumno favorito.-Harry volvio a encogerse de hombros.
-ni que lo digas. Todos siguen hablando de du enfrentamiento el lunes pasado.-Cho se miro los pies y luego agrego.-yo te creo, Harry.
-me alegro de saber que no todos me creen un chiflado.-dijo Harry sonriendo.
-bueno, ya me tengo que ir pero, Harry...
-¿si?
-en dos semanas habra una salida a Hogsmeade. ¿te gustaria que...?-la chica no termino la pregunta.
-este... claro, me encantaría que fuermos.-sonrio y la chica le sonrio de vuelta antes de alejarse. Harry no tardo en decidir que esa cita no le emocionaba en lo mas minimo.
Unos 15 minutos después Harry convencio a Pomfrey para que le dejara volver a clase. No es que se sintiera emocionado por la clase de aquel dia de DCAO, pero ya tendría que pedirle la tarea de adivinación a Ron, asi que era mejor no atrasarse más.
Le faltaban varios corredores para llegar a el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras cuando una irritante voz a su espalda lo freno.
-vaya, vaya Potter, ¿paseando?-no supo que contestarle a la profesora Umbridge, que lo miraba con una amplia sonrisa.
-yo... estaba llendo...-balbuceo, nervioso por alguna razón.
-aqui estas, Potter.-severus aparecio detras de Umbridge, con su mochila en las manos.-fui a llevarte esto a la enfermeria, pero madame Pomfrey dijo que ya te habías ido a clase.-le paso la mochila a Harry, quien ni siquiera recordaba que no la tenia.
-¿y por que estaba en la enfermeria?-cuestiono Umbridge, con una ceja levantada, desafiando a Snape.
-porque yo lo mande. Tenia una horrible marca en la mano. Y al respecto de eso, Dumbledore quiere hablar con usted.-en los frios ojos negros brillaba un deje de maldad burlona.
-claro.-mascullo la profesora, y se llevo a Potter consigo a la clase. Harry miro sobre su hombro y Severus le sonrios.
Harry no pudo dejar de sonreir, quien sabe porque.

¿puedo Llamarte Amor?Where stories live. Discover now