CAPITULO 3: NO ES PARA MI

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—Pero no conozco a esta mujer—insistí por enésima vez—Ya sé que ella le dio mi nombre y dirección y que usted envió el ramillete como se le ordeno, pero...

La voz inflexible de la florista cortó nuevamente mi discurso. Las floras, los globos y la caja de chocolates eran para que yo las disfrutara.

Colgué, tosí y tome los bombones. Había tratado de hacer lo correcto. Intente rechazar lo que sabía que no era para mí. Pero, como todos, desde Lucy hasta la florista, insistían en que el ramillete era para mí, quizás, más bien, debería disfrutarlo.

Además, a mi me gustaban mucho los chocolates.

Destape la caja con forma de corazón y estudie la variedad que tenía delante de mis ojos, preguntándome si mi embotada cabeza me permitiría disfrutar de los ricos sabores.

—Hay solo una manera de saberlo—murmure mientras elegí un bombón con nuez arriba.

¿Qué mujer me mandaría, le mandaría regalos a un hombre sin verificar si tiene la dirección correcta? Por lo menos hubiera llamado.

— ¡Oh, oh! ¿Pudo ser Natalie Aiken la que dejo el misterioso mensaje en mi maquina ayer en la mañana?

Apreté el botón de "reproducir" y escuche los cinco "bips" cortos que significaban que no había mensajes guardados.

—Oh...oh... —repetí mientras me invadía un gracioso sentimiento.

¿En mi lamentable estado, habré borrado el mensaje inducido por la tos, el refrío y el jarabe? Trate de recordar, pero el día de ayer estaba borroso en mi mente. Recordaba que me había sentido abatido, recordaba haber recibido el misterioso mensaje, la invasión de Lucy y nunca podre la llega del ramillete. Para mi desazón, no recordaba nada más. Lo cual implicaba que probablemente había borrado el mensaje. ¿Habría sido de mi excéntrica enamorada?

No, eso sería demasiada coincidencia.

Mi cabeza comenzó a triturarme nuevamente y considere evidente que había desperdiciado demasiado esfuerzo mental en el malentendido en un momento en que mi cerebro se encontraba sitiado por el virus. Mi almohada y mi manta me tentaron y antes de sucumbir al sopor nuevamente, escribí una nota para preguntarle a Lucy que planeaba celebrar a fin mes.

Mientras me adormecía, una docena de globos de helio, rosas y plateados con forma de corazón me perseguían por los pasillos de la escuela.

No es coincidencia©Onde as histórias ganham vida. Descobre agora