Draco Malfoy trabaja en un café, y tiene un cliente favorito.
Harry Potter siempre va al mismo café a la tarde, y tiene un mesero favorito.
En caso de querer adaptar o traducir la historia, pedir permiso, por favor.
Si te gusta el yaoi/slash, bien...
Como muchos otros dias, Draco Malfoy se encontraba cumpliendo con su turno de la tarde en un café.
Muchos clientes que se presentaban en el sitio a menudo añoraban que el rubio los atendiera, a pesar de que había otros meseros guapos y jovenes.
¿El motivo? Tenia un trato especial con los clientes que hiba más alla de solo llevarles su pedido y más tarde la cuenta. El les sonreía naturalmente, incluso algunas veces les hacia un chiste. Había recibido cumplidos e incluso números de telefono habian aparecido en sus bolsillos. Incluso algunos atrevidas y atrevidos habían tocado su trasero. Esos eran clientes que atendía a pesar de los toqueteos casuales. ¿El motivo? Ellos pedían expresamente que un rubio esbelto y de lindo trasero los atendiera. Sus compañeros meseros inmediatamente sabían a quien se referían.
Otro motivo que cautivaba a algunos clientes era que él y solo él hacia dibujos en los cafés antes de entregarlos.
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Hacia diferentes dibujos, desde corazones a espirales, hojas y telarañas. Con el tiempo de practica solo le llevaba escasos segundos hacerlos.
Sono una pequeña campana, signo de que alguien había entrado al tranquilo local. Dirigió sus ojos al reloj de madera que descansaba en la pared para ver la hora, confirmando asi su sospecha de que eran las 16:30. Su cliente favorito había llegado. Ya no necesitaba preguntarle que quería, lo sabía de memoria.
Le dedico una sonrisa cuando el otro ya estuvo sentando en su lugar habitual. La sonrisa fue correspondida.
Se encaminó a la cocina.
-Hola.-Saludó con una pequeña sonrisa al mesero que estaba en la cocina, Steve. Sabía que Steve, ese chico alto, moreno y fornido, estaba completamente colado por el cliente favorito de Draco. Y eso generaba cierto...disgusto, por no decir odio, de parte del chico moreno hacia el Malfoy.
El saludo, como era de esperarse, no fue correspondido. Con un choque de su hombro contra el del rubio, Steve salió de la cocina con una bandeja en su mano.
Suspiró y tomo una bandeja limpia, colocando la servilleta con el logo del lugar, el platito para el cafe, la taza que prontamente usaría para poner el café y un plato extra para dos tostadas con mermelada se durazno. Puso el café recién preparado en la taza y tomo un palillo para hacer con cuidado el dibujo del corazón en el café. Sabía que a su cliente le gustaba el corazón en su café. Una vez listo, puso la cucharita a un costado y salió con una sonrisa de la cocina, bandeja en mano.
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