All These Things I'Ve Done

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Le tomó más de lo previsto, pero por fin terminó. Pensó que su madre tenía razón en regañarla por lo desordenada que era con sus pertenencias. No se había llevado ni un tercio de sus cosas a Louisville y sin embargo le había tomado más de una tarde empacar. Se dejó caer sobre la cama, el único mueble de la habitación que era propiedad de la Universidad. La suavidad de sus sábanas le recordó que había olvidado recogerlas. Consideró dejarlas allí sólo por el desgano de tener que abrir una de las cajas ya selladas. Recordó que eran un regalo de su abuelita y se le pasó.

-Wow, este lugar está demasiado ordenado. Aunque un poco triste, como el interior de una caja de zapatos... - la voz de Beca evita que su línea de pensamiento siga desarrollando lo tormentosa que se tornó la relación con su abuela. Sin abrir los ojos, toma uno de los cojines más próximos (¡Diablos! ¡Los cojines!) y la golpea a la altura del hombro – ¡Santana! ¡Eres bruta!

Abre los ojos. Se encuentra con su compañera, un metro cincuenta de pura iniciativa en un frasco pelirrojo y con pecas. Lleva puesta una sudadera de los Giants que le llega hasta las rodillas. Se la regaló su novio de la secundaria para que lo "recuerde" la última vez que vino de visita. Se ve increíblemente tierna.

-¡Y tú eres una mala amiga! Podrías haberme ayudado...

-Pff, por supuesto que te ayudé. Quizás no a clasificar y empaquetar tus dos millones de tangas, pero traigo en mi cartera un José Cuervo que definitivamente servirá para toda esta historia de dejar la universidad...

-Ahora sí estamos hablando... - Santana se incorporó y se dirigió automáticamente hacia uno de los estantes que había sobre su cama. Recordó que ya había empacado su colección de chupitos. Tendría que ser directamente del pico.

-Ya pensé en eso también – se anticipa su compañera. Saca de su cartera dos chupitos que dicen "Louisville" y tienen a la mascota de la universidad, un pájaro rojo con expresión enojada que se parece bastante a la latina– Eres la peor mexicana del mundo. Para que conste. Ni siquiera puedes prepararme un tequila como se debe...

-Esto ya es ridículo. Ninguna enana de Kentucky me va a venir a dar sermones cuando de tequila se trata. ¡Puedo tomar tequila de cualquier cosa! Del chupito, de la botella, de una taza de café, de la boca de otra persona... ¡hasta de su ombligo, por Dios Santo!

-Sí, sí, escuché mil veces la historia de Brittany y la fiesta y el limón. ¡Ya supéralo!

-No iba a hablar de Brittany. – pero a juzgar por la expresión de su compañera, no le cree. Aunque es cierto. Estaba pensando en Quinn.

-Yaaaa, Pocahontas. Haz los honores... después del cuarto chupito quizás te convenza de asistir a la boda...

Santana trató de esbozar una sonrisa, aunque sólo le salió una cara de pocos amigos. La boda del señor Shuester era dentro de dos semanas. Había confirmado su asistencia casi sin pensarlo, pero a medida que se aproximaba la fecha no paraba de pensar en las implicancias. Por un lado, estaba Brittany, con quien había terminado después de que la rubia repitiera el año y tuviera que quedarse en Ohio con la grata compañía de Sam. Por otro lado, estaba Quinn. Irse de Lima fue un alivio para las dos. Finalmente había logrado entrar en Yale. Santana de verdad se alegraba. Es sólo que no pensó tener que volver a verla tan pronto, luego de todo lo que ocurrió...

Sal. Tequila. Limón.

Sal. Tequila. Limón.

Una vez más. Sal. Tequila. Limón.

Le sonrió a Beca, que no había podido seguirle el ritmo y hacia un ruido bastante similar al del gato de Brittany cuando se atoraba con una bola de pelos. No conocía a nadie que pudiera igualarla a la hora de beber. Puck le hacía un poco de fuerza, pero siempre flaqueaba en el final.

No Tan SantaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora