Capítulo X

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Luffy me bajo del gancho que ataba mis manos, me subió a su cintura y yo enrelle mis piernas alrededor de ella.

Salimos de ese cuarto para ir a otro peor. Robin y Lucía estaban allí. Era una especie de sala de tortura, con látigos, esposas y... penes de goma.

Me depósito sobre una especie de cama, me ató las piernas, cada una a un palo que había en los extremos del techo; con las manos hizo lo mismo, con unas esposas seguramente compradas en un sexshop.

-Prepárate, zorrita, porque vas a sufrir. -dijo sadicamente Lucía con un látigo en su mano.

-No, yo me encargaré -se ofrece Luffy.

-Pero...

-¡Pero nada! ¡Fuera de aquí, ya! -se enfurece.

-Lucía, dejalos, mientras tú y yo vamos a divertirnos. -instó Robin acercándose al cuello de Lucía, lamiéndolo.

Las dos se fueron de la sala, dejándonos solos. Estaba muy cachonda, mi utopía más imposible se estaba haciendo realidad. Luffy y yo, solos, rodeados de juguetes eróticos.

-Nami, te castigaré de la manera más salvaje posible -no dije nada, pero deseaba ser castigada por él.

Coge un pene de látex, lo acerca a mis labios, lo lamo encantada; baja hasta mis pechos, soba cada pezón con la punta del instrumento. Llega hasta mi vagina y la penetra con el juguete.

-¡Ah!

-¿Te gusta? Pues solo estoy calentando. -y nunca mejor dicho. Estaba a punto de venirme.

Tira el juguete con violencia y se sitúa sobre mí. Me besa, con lujuria, toca mis pechos sin cuidado, muerde los pezones como si de chicle se tratara. Baja hasta mi intimidad y la huele.

-Umm, dios... Tu fragancia me vuelve loco.

Empieza a penetrar me con su nariz, inhalando el olor que tanto le gusta. Alcanza el clítoris y comienza a acompañarse de la lengua.

-Luffy... me corro...

Y lo hice en su lengua y nariz, como nunca antes lo había hecho.

-Suéltame... y dejame complacerte.

-Oh no, ni hablar.

Se baja los pantalones mas no sus boxers, acerca su erección oculta a mi rostro.

-Gánate tu comida.

La lujuria pudo más que mi orgullo. Comencé a morder la tela, intentando quitársela sólo con la ayuda de mis dientes, quería saborear esa polla ya. Tras mucho esfuerzo bajé esos calzoncillos que me privaban de tal festín.

Empecé a succionar, me costaba hacer la mamada sin manos, eso me ponía todavía más cachonda, era como una leona hambrienta que busca su presa.

-Mmmh... Tienes mucha hambre por lo que veo...

Continué con la felación, lamía toda su longitud, exploraba cada zona de ese pene, guardaba su anatomía en mi cerebro y saboreaba algunas veces uno de sus testículos. Mordí levemente la punta, para excitarlo más, y parece que funcionó, pues se corrió en mi boca. Las gotas caían por mis pechos, lamí las que quedaron en mis labios, el semen de Luffy tenía un muy buen sabor.

-¿Me soltarás ahora?

-Ni de coña, ahora viene lo mejor, te voy a follar tan fuerte que no recordarás como andar -sonríe levemente.

Se colocó entre mis piernas y me penetró bestialmente, esta vez fue la más fuerte de mi vida.

-¡No tengas piedad! Fóllame, ¡sí, sí! ¡Que placer!

Continuaba dando embestidas salvajes, a pellizcar mi clítoris y no pude más, me corrí de nuevo junto a él. Para mi sorpresa me quitó las esposas y me liberó por fin.

Es mi turno.

Cogí uno de los látigos, empecé a azotarlo contra mi mano y a acercarme a mi hombre a paso felino.

-Muy bien Luffy, es mi turno.

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