Prólogo

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Prólogo

Discusiones y más discusiones, gritos y más gritos es lo que en las últimas semanas se escuchan entre las 4 paredes de nuestra casa. Y no es que seamos una familia disfuncional o algo por el estilo. No, creo que somos una familia normal como cualquier otra, siempre hemos sido muy unidas, pero no sé qué pasó en estas semanas, algo pasó con mi hermana mayor. Puede ser que entró en una etapa de rebeldía o simplemente le entró el gusto de llevarle la contra a mamá pero literal le está sacando canas verdes.

Primero con su cambio tan drástico al vestir; de negro por completo, se ve tan rara después de que por años la vi vestir colores cálidos, como era de esperarse, tuvo una dura plática con mamá que lo terminó aceptando, a medias pero aceptó. Esa misma semana, después de la escuela, llegó a casa con el cabello teñido de negro con mechas de miles de colores. ¿Pero qué rayos le pasó por la cabeza? Su cabello hermoso de color rubio desapareció.

De nuevo mamá le dio un sermón el cual le entró por un oído y le salió por el otro, y es que una semana después apareció con un par de aretes, uno en la ceja y uno más en el labio. A mamá casi le da algo pero una vez más lo dejó pasar, de igual manera esto no fue lo último, le siguieron noches enteras de fiestas, mamá intentó hablar con ella, entender la razón de su comportamiento pero fue imposible, ni siquiera conmigo quería hablar.

– ¡Tú no te metas Lagartija!– Era como si estuviera enojada con el mundo. Mi pregunta era ¿Por qué? Aún no lo entiendo.

Después de aguantar tanto bastaron solo seis palabras para detonar todo.

–Me voy – Dijo mi hermana, antes de salir de fiesta una vez más.

–¡No vas a ir!– Mamá la sujetó del brazo y le impidió que se marchara.

–No te estoy pidiendo permiso– Con eso la paciencia de mamá se acabó, estaba furiosa y quién no lo estaría.

–Harás lo que te digo–

–No, no tengo porque obedecerte–

–Soy tu madre y...–

–Tú no eres nada mío– Le dijo entre dientes.

–¡¿Qué?!–

–¡¡QUE TÚ NO ERES MI MADRE!!– Se zafó del agarre de mamá y se dio media vuelta para después salir de ahí.

Un portazo y un silencio abismal. Mamá se quedó de pie, desencajada y sumamente lastimada por las palabras que acababa de escuchar. Nunca la había visto así, se llevó una mano a la boca y un sollozo se escapó de sus labios. Los brazos de su gran amor la estrecharon y la consolaron.

–No quiso decirlo...–

Cerré la puerta de la habitación no quería ver a mamá así, herida.

Esa noche no pude dormir, por más que intentaba no podía dejar de dar vueltas en la cama y entonces la luz de un relámpago lejano inundó la habitación, habría tormenta. Mi hermana es mayor por casi seis años pero en cambio siempre he sido yo quien la cuida cuando tiene miedo. Antes de que yo naciera se escabullía para ir a los brazos de mamá, pero cuando fui un poco mayor se colaba a mi cama para que la abrazara y esta noche para mi sorpresa, a pesar de lo que había pasado entró a mi cuarto y se recostó a un lado mío.

–No quise lastimarte, no era mi intención lastimarlas– Me susurró en medio de la noche.

–Lo sé–

–Es solo que todo se ha complicado, es que ella... Necesito irme Lagartija, necesito escaparme, me duele estar aquí– ¿Ella? ¿Quién es Ella? ¿Mamá? Sus palabras me sorprendían, sabía que al referirse que le dolía estar aquí no era precisamente nuestra casa.

Seras túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora