I

194 29 6
                                    

Son extraños los recuerdos que yacen en mi memoria a largo plazo. Estos solo los podía volver a ver cuando me sentía presionado, asustado, triste ó cuando entraba en un estado de sobreexcitación. Nunca entendí el porqué, pero sé que estos pasaban muy rápido por mi cabeza.

  —Suelta esa pistola, Laura.—Decía mi padre.

  —Tú vuelves a la casa para hacer el papel de bueno, vuelves para destrozar lo poco que me queda. Mi felicidad está desatada y yo... yo no puedo más.-Mi madre disparó. 

Cuando tenía siete años mi padre me comenzaba a explicar que mi madre padecía esquizofrenia y que si ella ya no estaba con nosotros era simplemente porque Dios era el mejor psiquiatra que ella necesitaba. Yo lo miraba con mis grandes ojos, pero, con siete años yo ni siquiera entendía lo que era un psiquiatra.

Tengo 17 años y ni siquiera creo en Dios, es por eso que logro darme cuenta de que, con anterioridad, a mis siete cortos años, mi padre solo me mentía haciéndome creer que sabía el cómo y dónde estaba mi madre. De todas formas, de existir un Dios, innegablemente mi madre está en el infierno.

A pesar de estar en constante hundimiento he tratado de permanecer feliz, pero mi padre y la sociedad no me lo permiten. Hoy en día es difícil  mantener una sonrisa con lo que algunas personas llaman "mi condición".

Gabriel (en pausa)Where stories live. Discover now