VIII

82 16 6
                                    

Estaba nervioso, demasiado nervioso, me había hiperventilado a más no poder. Era mi primera cita, y ni siquiera era una cita.

Me dirigí a calle Celeste a las once de la mañana, trataba de tranquilizarme dando vueltas desde el paradero hacía la esquina, hasta que pensé que era mejor quedarme quieto.

Jamás volvería a hacer algo tan impulsivo como llamar a alguien para programar un encuentro.

Esperé sentado en la acera fría dos horas, comencé a creer que sería mejor abandonar el lugar. Cuando una chica de pelo bastante negro y cortó comenzó a acercarse a mi.

Comencé a analizarla de pies a cabeza, pero lo único que mis ojos le veían era su caramelo en la boca.

Llevaba una polera de pabilo negra, arriba una chaqueta de cuero media abierta, un jean negro bastante desgastado y botas largas de color negras. Además de dos trenzas hechas a la perfección y escarcha en el mismo de color negro.

—Hola—dijo ella intentando sonreír.

—Ahora me iba a ir, llegaste en momento justo.

—No te pregunté si habías esperado. Solo espere detrás de ti hasta que intentaste irte—comenzó a caminar.

—¿A donde vamos?—ella frenó.

—Escucha, de seguro Javier te comentó lo que hice pero...

—Sí, sí lo hizo. Mira no quiero tener nada contigo.

—¿O al menos nada serió?—me besó.

—No. Dije nada, hice una promesa que no debería romper. Podemos seguir viendonos como amigos. Sólo eso.

—¿Qué me escondes?

—Hablamos luego, ¿esta bien? No quiero jugar esto.

Gabriel (en pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora