Te quiero.

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—Te vez muy demacrada Camila.— dijo mi madre en la mesa.

—Mi cabeza estallará, mis dedos están por convertirse cuadrados.— jugaba con la comida.

—No digas incoherencias.

—No son incoherencias.— dije mirándola.

—¿Por qué no le dijiste a Derek que te ayudara?— preguntó James.

—El pobre apenas puede con su propia vida— sonreí irónica.

— Podría ayudarte.— dijo él.

—No Derek, deja que ella lo haga, no la vuelvas mas inútil de lo que ya es.— dijo mi madre.

—¡Por favor!— James alzó la voz.

—Es la verdad, no quiero una hija mantenida y sin estudios.

—¿Qué te pasa mamá? ¿Desde cuando me odias?

—Yo no te odio, solamente a veces me estresas, es todo, hubiera preferido no tener hijos, la verdad, arruinan la vida de uno.

—Yo no te pedí nacer Norma, me hubieras abortado si hubieras querido. Yo no tengo la culpa de tu maldita calentura.

—¿Sabes? Él me lo propuso, pero no quería hacerlo.— decía cínica.

—Lo hubieras echo entonces ¿Nacer para qué? ¿Para ser rechazada por ese maldito que no te quiso ni a ti ni a mi?

—No hables así que él es tu padre.

—¿Padre? Poner los espermas y salir corriendo como cobarde sin reconocerlo ¿Eso es ser padre? No madre, yo al único hombre que consideró padre es a él que está sentado aquí. El que te aceptó a pesar de tener una carga como yo, el que te ayudó cuando no tenías ni en que caerte muerta, el que te ayudó a que no perdieras esta casa, él que puso su hombro para que lloraras por un hombre que no vale la pena, el que se a quedado contigo por más de seis años mamá, el que nos a vestido, nos a calzado, nos a alimentado. El es un padre para mi.

—No te equivoques Camila.

—No quiero pelear madre, de verdad qué no.

—Entonces cierra la boca y largate a tu cuarto.

—¡Con mucho gusto!— golpeé ligeramente el comedor.

Me levanté, acomodé la silla en la que estaba sentada y subí respirando tranquilamente pero a punto de llorar. ¡Rayos, quería cenar!

Entre a mi habitación y cerré la puerta entrando al baño. Me miré al espejo y por un momento me sentí muy mal, una lágrima logró salir por cada uno de mis ojos. Nunca antes había peleado así con ella.

Abrí la llave derecha del lavamanos, con agua fría lavé mi cara dejando que el maquillaje corriera, escuché la puerta cerrarse, limpié mi cara con una toalla y la boté.

-
—Mi padre me dijo que te subiera de cenar, y que te ayudará con la tarea.— intento sonreír y dejo dos platos con la cena sobre el escritorio.

Gracias Dios por el milagrito.

—Gracias.— dije con esfuerzo— no quiero que me vuelvas una inútil— no pude contenerme, solté una pequeña risa. Pero era de esa risa que te da antes de llorar.

Sentí que sus brazos al rededor de mi.

—Como pudo decir algo así Derek, es mi madre.— suspiré hondo.

No contestaba y me abrazaba con más fuerza.

—Me duele— tragué saliva.

—Lo sé— besó mi cabeza.

Mi Hermanastro [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora