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-Se me parte la cabeza – ocupaste un lugar en el sillón. Tus piernas estilo indio. Tu pelo atado con una cola alta. Tu cara la tapabas con tus manos-.

-También, con todo lo que tomaste – Paio te extendió una taza de café. Las tres de la tarde los encontró compartiendo su desayuno-almuerzo-.

-Ni me quiero imaginar lo que hice – suspiraste. Creíste que dentro de tu cabeza estaban jugando a quien martillaba más rápido - ¿A qué hora volvimos?

-A eso de las cinco – viste con Paio centraba su vista en la tele. En cuestión de segundos te miro – estabas hecha toda una loca.

-¿Qué hice? – te asustaba la idea de saberlo. Ya tuviste experiencia donde estando ebria eras capaz de cualquier cosa.

-Bailaste arriba de una mesa, le sacaste el vaso de la mano a varios – dejo la tasa sobre la mesa ratona, vos lo imitaste – te reías de todo, lloraste – enumeraba con los dedos – y me pediste sexo salvaje. Estabas un poquito calentita amor.

-¡Ay ni me lo digas, qué vergüenza! – Volviste a tapar tu cara, sentiste la risa de Paio – No entiendo de que te reís.

-Eras toda una loquita linda amor – se acerco un poco más a vos para tomarte de tus mejillas e impactar sus labios con los tuyos – Buen día cochina.

-Pero ya es la tarde, Paio – te tomaste de su cuello mientras dejabas que sus narices cruzaran-.

-Ya sé, pero es nuestro primer beso del día así que para mí es la mañana – rodo los ojos, para luego regalarte una sonrisa - ¿Además del dolor de cabeza estas bien?

-No hablemos de eso – lo frenaste en seco. Sabes del tema que te va a hablar y no queres – Vamos a aprovechar el día.

-¿Cómo haciendo qué? – Elevo un poco las cejas mientras te miraba, porque jamás dejaba de mirarte-.

-Eso no, cochino – le pegaste suavemente en el brazo para que el largue una risotada - ¿Salimos a pasear? – querías distraerte.

-Sus gustos son ordenes – volvió a chocar los labios con vos un rato más antes de que comenzaran a prepararse-.

Las cinco de la tarde los encontró caminando de la mano por Puerto Madero. Aprovecharon para charlar un poco bajo los rayos calientes del sol. Reíste cuando Paio tropezó, logrando que casi caiga boca abajo en la vereda. El río cuando vos te enchastraste la boca con el cucurucho de helado que te habías dado el gusto de comprarte (o mejor dicho que él se encargo de pagar porque no te dejo que lo hagas vos misma). Rieron juntos en compañía de una ronda multitudinaria de gente al ver un grupo de personas haciendo monerías para luego pasar la gorra. Cruzaron el puente de la mujer algún par de veces, parándose en el mismo y sacando fotos en cada momento. Pelearon por quien ponía la foto de fondo de pantalla en el celular antes que el otro lo hiciera (peleaban por la misma foto). En fin, fue un sinfín de risas.

-Me mando mensaje Rama para que vayamos a comer a la casa – las ocho de la noche los encuentra subiéndose al auto para volver al departamento-.

-Si vos queres ir, vamos – te encargaste de poner música mientras te colocabas el cinturón – Pregúntale si tenemos que llevar algo.

-Dijo que no – te contesto segundos después cuando recibió su respuesta – dijo que vayamos directamente.

-Bueno, vamos – le sonreiste para chocar los labios con el – Gracias por este día, la pase bien.

-La resaca te dejo disfrutar – porque fueron varias las veces que te quejaste del dolor de cabeza que tenias – La próxima intenta no bailar sobre una mesa.

-Nunca más tomo.

-No es la primera vez que escucho eso. Y siempre paso lo contrario – le pegaste suavemente en el hombro para que el riera – Igual me encanta esa Bianquita toda descocada.

-Te encanto en general – ya te agrandaste. El asintió para volver a chocar los labios con vos. Segundos después el auto ya estaba en marcha y yendo hacia el rumbo que los esperaba-.

Luego de una cena en compañía de Nacho y Rama emprendieron viaje hacia el departamento otra vez. Una vez que estaban dentro Paio fue a pegarse una ducha. Vos aprovechaste para juntar unas cosas que habían quedado esparcidas por ahí. Apagaste las luces, cerraste todo y caminaste rumbo a la habitación. Te adueñaste de una remera de Paio para esa noche usarla como piyama. Te metiste bajo las sabanas. A los pocos segundos Paio apareció en bóxer. Te encontró haciendo zapping en la tele. Se acosto a tu lado, de costado y rodeo tu cintura con uno de sus brazos.

-¿Pusiste la alarma?

-Como todos los días – a las seis de la mañana, como siempre-.

-No hace falta que te levantes mañana gorda, quedate durmiendo.

-Todos los días me levanto y te hago el desayuno, mañana no va a ser la excepción – giraste tu cabeza para chocar con su mirada - ¿Por qué sos tan lindo?

-No se, preguntale a mi mamá, ella me hizo – sonreiste, y el con vos - ¿La pasaste bien hoy?

-Si, con vos es imposible pasarla mal – te acercaste un poco a el. Chocaste por unos segundos los labios - ¿Queres que veamos una película?

-Hasta que me duerma te acompaño.

Encontraste una película de acción en la tele. Se acomodaron para verla. Para las doce y media Paio ya tenia sus ojos cerrados, claramente se habia dormido. Vos te habías enganchado con la película, por ende la continuaste mirando.

Una vez que finalizo apagaste todo, para volver a acomodarte a su lado.Y ahora si, eras vos las que cerrabas los ojos. 


Capitulo malisimo si lo hay. Perdonen, los proximos seran mejores.


Falta poco para el final.

Tati :)   

Retazos de papel ©Where stories live. Discover now