Capitulo 6: La Ciudad Perdida

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Buscó y buscó por los alrededores. Mientras se dio cuenta que su cuerpo había tomado la forma normal, es decir, sus alas se fueron recogiendo sobre su cuerpo hasta integrarse totalmente.

Al llegar a la iglesia descubrió que estaba totalmente cerrada y que se escuchaba rezos en su interior. Jon, llamó a la puerta con gritos:

- Oigan, por favor!

- Salgan!.

-Ya ha pasado todo.

-Abran la puerta!.

-Soy Jon!.

En un instante se escuchó una voz que decía entre sollozos:

- Jon, Jon.

- Soy Pedro.

-Ahora mismo abrimos.

-Y tus padres y Sonia? Los has encontrado?

No, respondió.

Las puertas de la iglesia se abrieron y salieron del interior casi todo el pueblo.

-Nos hemos refugiado aquí dentro cuando comenzaron los fuertes truenos, pues venían acompañados de fuertes olas que llegaban desde el mar.

-Tu madre vino con tus hermanas, pero después fue a buscar a tu padre que no había llegado a casa cuando decidieron venirse ante la llamada que se hizo desde el ayuntamiento para que todos los habitantes nos reuniéramos en el edificio mas fuerte y robusto, la iglesia, pues se predijo que no era una tormenta normal, ante tanto estruendo y la gran afección del oleaje ya que el mar esta separado 10 kilómetros y sus efectos se transmitían por el agua de las marismas hasta llegar al pueblo. Tus hermanos pequeños están aquí con los demás niños, pero Sonia marchó en busca de tus padres que tardaban en regresar. Y al final no han venido ninguno.

Jon les contó que al regresar vio como otros pueblos también habían sido afectados por el oleaje y que habían cuerpos flotando y gentes perdidas y desesperadas. Pero calló, de repente se dio cuenta que no debía de dar muchas explicaciones, pues sería muy difícil explicar el medio con el que había regresado desde Huelva, que estaba a 46 km.

Así que sin mas explicaciones corrieron entre los escombros y lodos que el tsunami había dejado, buscando algún sitio donde estuvieran refugiados Sonia y sus padres.

Daban gritos y gritos, llamándolos, pero era inútil, nadie respondía.

Al poco tiempo se escuchaban muchos más gritos. Los supervivientes de la iglesia, se habían organizado dividiéndose en varios grupos y estuvieron buscando entre los escombros a cualquier ser humano que viviera. Sin embargo fue inútil, no había nadie perdido en las calles, ni cuerpos flotando.

-¿Qué había pasado?. Si casi todas las familias conocían a alguien del pueblo que echaban de menos.

- Dónde estarían?.

-¿Qué habría pasado con ellos?.

Jon comenzaba a enfurecerse, no soportaba aquella incertidumbre, le faltaba las dos mujeres más importantes de su vida y su padre.

No dudó en correr y correr, alejándose del pueblo, sin despedirse de nadie. Y cada vez que se alejaba más y más, su cuerpo comenzaba a formar aquellas maravillosas alas que de forma innata desplegaban de su cuerpo.

Voló por el cielo adentrándose en las marismas, cuando de repente descubrió a unos seres que volaban en circulo formando un torbellino en el centro de una isla. Una isla desconocida, pues parecía que antes no estaba allí. Jon dudó, pues nunca había tenido tanta visión de las marismas desde un mismo punto de vista. Él sólo se había adentrado en el interior andando y no había valorado su gran extensión, ni su proyección desde el mar.

De repente escuchó unas voces que lo llamaban:

-Jon, Jon, Jon,... Baja, baja rápido por favor.

Miró a su alrededor y no veía a nadie, pero descendió para saber a quien pertenecía

aquellas voces. Parecían voces de niños.

Cuando llegó al suelo descubrió un bando de ánsares, los ánsares que el amaba, los que admiró desde pequeño. Pero nadie hablaba, no veía a ningún ser humano.

Los ánsares comenzaron a andar en fila y dirigiéndose hacia una zona pantanosa donde había un árbol.

Jon decidió seguirlos. Allí se situó debajo del árbol y los animales lo rodearon. Él, espectador de lo que estaba ocurriendo pero no ya sorprendido, dijo con voz potente y clara:

-Qué ocurre aquí queridos amigos. Por qué os escucho hablar y tengo alas para volar?.

-No lo entiendo, decidme. Vosotros siempre me habéis protegido.

-Algo sabréis?.

-Quién me ha llamado?.

De repente una voz temblorosa y apagada se escuchó. Hola Jon hijo mío. Tú eres el elegido. Yo soy tu abuelo Miguel, el desaparecido.

Y en esos momentos apareció un anciano de pequeña estatura 1,10 m. Que decía ser familiar suyo.

Jon no daba crédito. Pensó que era un loco. Pero estaba dispuesto a escucharlo.

-Soy el Guardián de las marismas, junto a las hadas tenía la misión de protegerla, pues en ella se guardaba el mayor secreto del universo.

Los  Ánseres (Pausada)Where stories live. Discover now